Los sistemas de becas y ayudas en la educación

Por EQUIPO AICTS / 09 de octubre de 2023

Que en el sistema educativo se producen no pocas contradicciones es un hecho. Las teorías y los estudios sobre el mismo reflejan, de forma secular, esa dualidad en la que, por una parte, es clave para la igualdad y la equidad pero, por otra, también contribuye a la reproducción de las desigualdades sociales, así como crea otras. De esta forma, el sistema educativo siempre se va a encontrar en ese escenario, y siempre se le va a pedir más. A lo largo de las últimas dos décadas, ha ido ampliando sus funciones, debido a las transformaciones de nuestras sociedades. Y, por otra parte, esas transformaciones también están dando lugar a que su determinante papel en la igualdad y la equidad tengan menor fuerza, pero no se puede tampoco seguir infravalorando su importancia.

Estamos en un periodo en el que las reglas del juego han cambiado, y lo siguen haciendo a una gran velocidad. En cierto sentido, la visión sobre las funciones de la igualdad y la equidad en el sistema educativo se han hecho más complicadas. Pero, a su vez, no es menos cierto que se han dado grandísimos avances en el mismo en ese sentido. Otra cuestión es que, en un contexto mas global y estructural, lo que viene a ser la sociedad en definitiva, nos encontremos con que los factores externos al mismo tienen mayor peso. De esta forma, queda un tanto alejado esa época en la que el sistema educativo fue determinante en la movilidad social. La movilidad social fue posible por ese proceso de acceso a niveles superiores universitarios de amplias capas de la población. Fue posible porque la educación siempre fue un pilar básico de los modelos basados en el Estado de Bienestar, así como por los amplios sistemas de ayudas y becas. Igualmente, por las apuestas de las familias y las personas en esa dirección, hecho que también es determinante. Obviamente, la vía de esa movilidad era estudiar.

Generación tras generación, nos fuimos socializando en esa visión que, además, mostraba resultados. Muchos lo vivimos en primera persona. A nuestro alrededor, también. Había desigualdades, claramente, y no todo el mundo estaba en la misma posicion, además de darse algunas variables que eran determinantes como la posibilidad de contar con refuerzos y apoyos y, ya en niveles superiores, el tipo de estudios y universidad a la que podías acceder. Como hemos señalado, se era consciente de las dificultades. También es una realidad que amplias capas de la sociedad no llegaban a superar la barrera de la educación obligatoria. En el caso de España, este hecho se convirtió en secular, no acabando de ser resuelto. Pero, como decíamos, nos socializamos en el valor de la educación y en el hecho de que estudiar era la vía de movilidad social. 

La crisis de 2008 dinamitó este proceso, junto al cambio sistémico que supuso. No es que la educación dejase de tener valor, al contrario, sino que otros mecanismos fueron decantando la balanza hacia una desigualdad muchas veces no puesta de manifiesto explícitamente, sino indirecta y sutilmente. Mientras que se incidía en medidas inclusivas, aunque no hay que olvidar el periodo de recortes en la educación, las bases de la desigualdad se extendían a través de las posibilidades en actividades complementarias y extraescolares, en el encarecimiento de matrículas universitarias, en el incremento del coste de la vida, en las capacidades de las familias para elegir centro educativo y posteriores, etc. Es decir, una serie de factores que determinan las desigualdades educativas. De nuevo, la consciencia de esa situación está presente, pero también la certeza de que, en sociedades como las nuestras, a menor formación, mayores posibilidades de entrar en situaciones de riesgo de exclusión social.

Sin embargo, hay cuestiones también estructurales dentro del sistema educativo que deben ser consideradas. Y un nuevo estudio de EsadeEcPol lo pone de manifiesto. Como recogía el artículo de El País de Ignacio Zafra "El gran agujero de las becas: el 60% de los niños más pobres no las recibe, y el 13% de los más ricos sí", se produce una situación en la que una buena parte de las familias en situación de pobreza o exclusión social no acceden a estos recursos, hecho que no es exclusivo de España. El informe no niega, al contrario, que haya una progresividad en las ayudas y becas ya que estas son recibidas en mayor medida en los hogares más vulnerables, descendiendo el porcentaje a medida que se avanza en la escala social. Igualmente, también hay que tener en cuenta las diferencias entre las Comunidades Autónomas. 

Con respecto a la situación que se analiza en el informe, se señalan varias causas. Se indica que no se hace por desconocimiento, no saber tramitarla o porque se tiene miedo a ser categorizado como pobre. En este sentido, el sistema educativo y las administraciones públicas tendrían que hacer un esfuerzo mayor por llegar a todos los colectivos y garantizar la accesibilidad a estos recursos. Algo falla si esto se produce. De esta forma, las propuestas del estudio se centran en que las ayudas y becas estén más concentradas en el alumnado más desfavorecido. Sin duda alguna, es un hecho esta medida, pero también es necesario incidir en aquellos factores que determinan que se generen y reproduzcan las desigualdades, identificando estos procesos de forma más precisa.