El ascensor social, ¿se reparará?

Por EQUIPO AICTS / 18 de junio 2018


Los medios de comunicación se han hecho eco de un nuevo informe de la OCDE titulado A Broken Social Elevator? How to Promote Mobility, que muestra la movilidad intergeneracional en diferentes países. En el caso español, aunque levemente mejor que la media de la OCDE, la realidad muestra un importante estancamiento de dicha movilidad horizontal y en el que las posiciones se mantienen generación tras generación. Y, lo que es peor, los cambios estructurales que se están dando en nuestras sociedades están dando lugar a una precarización de amplias capas de las mismas así como a la reproducción de dichas posiciones y de la desigualdad. Por lo tanto, los datos que nos muestra la OCDE no son una novedad, pero sí que es cierto que se han recrudecido en la última década, y que han pasado un tanto desapercibidos en la vorágine informativa a la que nos vemos sometidos.

La moviliad social siempre ha sido una de las grandes aspiraciones de los individuos y las familias, así como la esperanza para sus descendientes y futuras generaciones. Promover la mejora de las condiciones de vida y los procesos de igualdad de oportunidades son dos de los principios del Estado de Bienestar, ambos determinantes para la movilidad social. España era un país muy estratificado hasta hace unas pocas décadas en el que dicho ascensor social era prácticamente inamovible. El acceso a la Educación y, especialmente, a la universitaria para amplias capas de las clases medias crecientes y de las clases obreras, que se irían transformando en medias, sería determinante. La Educación era vista como la gran palanca del ascensor social, a través de la misma se lograría una cualificación que permitiría acceder a empleos alejados del trabajo manual, de las fábricas, de la agricultura, etc. Es un proceso que se basó en dos grandes vías, por un lado el gran sacrificio de las familias para permitir que sus descendientes acudiesen a la Universidad y, posteriormente, las políticas públicas del Estado de Bienestar a través de becas, ayudas y de la universalización de la educación obligatoria. Fue un éxito del Estado de Bienestar español, aunque no dejó de tener sus contradicciones y dudas, especialmente porque un significativo contingente de la población no llegaría a superar la educación obligatoria, con importantes tasas de fracaso y abandono escolar.

Esa base de desigualdad y de reproducción de las condiciones de partida no se solucionó nunca y se reproducirían las desigualdades, ya estructurales. Mientras tanto, el acceso a la Universidad y la consecución de un título siguió funcionando como la llave de la movilidad social, a pesar de los síntomas que se observaban de agotamiento. Las exigencias iban subiendo de nivel y, los grupos sociales en situaciones privilegiadas irían cerrando las puertas a través de otras fórmulas que no eran nuevas, por ejemplo formaciones complementarias, costes directos e indirectos, etc. La crisis de 2008 supuso una transformación de la estructura social y el despertar de buena parte de la clase media a la realidad. Ya no es que no se fuesen a cumplir los deseos de movilidad para sus hijos e hijas, sino que para parte de ellos y ellas mismas supondría ver cómo esa movilidad se volvía descendente. Un durísimo golpe para al valor de la Educación, sin duda alguna. Esta década ha supuesto observar cómo la meta se ha puesto cada vez más lejos y que, la carrera a desarrollar, será cada vez más dura y que las condiciones de partida vuelven a ser tan determinantes como hace unas décadas, incluso estaría por ver si no más.

¿Se podrá arreglar el ascensor social?, la pregunta tiene una complicada respuesta por las condiciones estructurales en la que nos encontramos y por la evolución del sistema productivo. Las noticias no son buenas. Hay una disonancia cada vez más clara entre los universos simbólicos interiorizados y la realidad. El nivel de estudios sigue beneficiando el acceso a unos determinados puestos de trabajo y, a menor cualificación, las posibilidades de caer en situaciones de precarización son mayores. Si se contaba con un importante contingente de la sociedad que no tenía posibilidades de coger el ascensor social, en la actualidad se ha ampliado, incluso para parte de las clases medias. El ascensor social no sólo se recuperará a través de las políticas públicas sino con cambios en un modelo productivo marcado por la Globalización y por dinámicas que ya están fuera de la esfera de los Estados.