Condiciones de vida

Por EQUIPO AICTS / 18 de marzo de 2024

En el Blog de AICTS, suelen ser frecuentes los artículos en los que el equipo que conforma la asociación reflexiona sobre las condiciones de vida en nuestras sociedades. Un tema que está vinculado con una visión sobre las mismas que incide en la cohesión social, en la corresponsabilidad y en las políticas vinculadas a un Estado de Bienestar que, a pesar de los cambios que ha venido sufriendo, sigue siendo el marco en nuestros entornos. Las condiciones de vida, analizadas a través de las estadísticas correspondientes, como por ejemplo las del Instituto Nacional de Estadística (INE) o de otras entidades, muestran cómo se ha ido produciendo una precarización en determinados aspectos. Obviamente, este hecho no afecta a todo el mundo por igual, al contrario, y también surgen las visiones que inciden en que el escenario no es tan catastrofista como se pinta desde determinados ámbitos. Sin embargo, la realidad es mucho más tozuda y nos encontramos con unas sociedades en las que la desigualdad ha crecido de forma clara. Una desigualdad que rompe con principios como la igualdad de oportunidades o la equidad, y que ha ido paralela a un empeoramiento de las condiciones de trabajo. Lo hemos escrito en numerosas ocasiones. La crisis de 2008 supuso el punto de inflexión de nuestras sociedades. Y, en este contexto, países como España, con la evolución que ha llevado su estructura productiva, no iban a ser una excepción. Además, aunque el Estado de Bienestar resiste, no es menos cierto que no llega a todos los ámbitos que tendría que hacerlo. Esto se ve en cuestiones como la Sanidad, a pesar de lo que implicó la pandemia del Covid-19, o la situación de la Educación, por ejemplo, en la que ha habido un aumento en esta década y media de la inversión privada de las familias en clases extraescolares, entre otras cuestiones. Además, sumemos el aumento de la inflación, las consecuencias de los cambios geoestratégicos y políticos en las cadenas de suministro de materias primas y bienes de primera necesidad, el incremento de los tipos de interés, con el Euríbor disparado. De esta forma, son numerosos los factores que están determinando el empeoramiento de las condiciones de vida no pocos ciudadanos y ciudadanas.

Hablamos de los colectivos que se encuentran en posiciones de vulnerabilidad y en riesgo de exclusión social, que son a los primeros a los que afectan estos procesos. En relación al mercado de trabajo, su posición es de una clara desventaja, hecho que se intensifica en tanto en cuanto están en situaciones en no pocas ocasiones de economía irregular, empleos parciales y en trabajos de baja cualificación, donde se ha generado una mayor precariedad en las condiciones y salarios. Pero no son los únicos colectivos afectados. Las clases medias aspiracionales y las consolidadas también han ido perdiendo suelo en relación a sus condiciones de vida y de trabajo. Ya lo vimos en la comentada crisis de 2008 pero, en la actualidad, la situación se ha complejizado. Existen muchos ejemplos de estos escenarios que estamos indicando, y la Encuesta de Condiciones de Vida del INE refleja cómo cada vez más familias y personas tienen dificultades para llegar a fin de mes, no pueden afrontar gastos imprevistos, o no pueden permitirse al menos una semana de vacaciones fuera de su domicilio. Hace unos días, El País publicó un reportaje con testimonios de estas situaciones, especialmente los casos con una mayor vulnerabilidad. Emilio Sánchez Hidalgo firmaba el mismo y se reflejaban las historias cotidianas de hogares en los que todos sus integrantes se encuentran en situación de desempleo. Los testimonios son impactantes, incidiendo en cómo se miran los escasos presupuestos familiares, entre otras realidades. Dificultades que no solo afectan a casos como los señalados sino que también están presentes en trabajadores y trabajadoras que con llegan con sus sueldos. 

En definitiva, una realidad compleja y cada vez más habitual. Pero, como ocurre con tantas cuestiones, parece que nos hemos ido acostumbrando a ellas. Mientras tanto, los mecanismos para afrontar estos escenarios no funcionan como tendrían que hacerlo. Además, hay una cuestión estructural como es el mercado de trabajo y la estructura productiva, que tendrían que dar un giro radical. Todo esto ocurre con las condiciones materiales, centrales y determinantes, pero también tiene su impacto en cuestiones como la salud mental o en cómo se tienen que incrementar los esfuerzos para dar respuesta a los requerimientos de nuestras sociedades. Pero, esto último, lo vamos a dejar para la siguiente entrada.