Colectivos muy vulnerables

Por EQUIPO AICTS / 01 de abril de 2024

Las sociedades en las que nos desenvolvemos se están caracterizando por un aumento de la desigualdad. En el otro lado de la balanza, no faltan las visiones que inciden en que nuestros mundos son los que han logrado un mayor desarrollo y bienestar. De esta forma, sobran los indicadores, es un hecho, que inciden en que ha aumentado la esperanza de vida, se ha reducido la mortalidad infantil, hay niveles de bienestar desconocidos a lo largo de la Historia, etc. Todo ello es cierto, no se puede negar, y forma parte de los logros de nuestras sociedades. Y, especialmente, en la constitución de un modelo basado en el Estado de Bienestar y los Derechos Sociales, en la redistribución de recursos. Sin embargo, este camino parece ir tocando a su fin y la curva de una mejora del bienestar, alcista hasta el comienzo del siglo XXI, se ha detenido. Ese mantra de que "los hijos vivirán mejor que los padres", que ha sido una realidad durante décadas, ahora ya no se va a cumplir. Y, todo ello, en un contexto paradójico porque, aunque los niveles mínimos de bienestar se pueden cumplir, no es menos cierto que depende cada vez más del origen socioeconómico alcanzar ciertos niveles de vida. De esta forma, lo que se trataba de conseguir con los modelos de sociedad basados en la igualdad de oportunidades y la equidad, se va deteriorando. 

Ciertamente, en las dos últimas décadas, y como resultado de las sucesivas crisis en las que estamos insertos, hecho que da lugar a señalar que estamos en un escenario de crisis estructural, numerosos estudios y buena parte del debate se ha centrado en las clases medias. Categoría controvertida y heterogénea, difícil de definir en no pocas ocasiones, ha estado condicionada precisamente por su carácter aspiracional, el cual dependía en buena medida del Estado de Bienestar y de las transferencias sociales. Sin embargo, la crisis del 2008 implicó que la clase media regresase a sus orígenes, que eran las condiciones de las denominadas clases trabajadoras, otra categoría que, como veremos, también tiene dificultades de conceptualización en el momento actual. Clases medias que, de la misma forma que hemos visto en artículos anteriores, tiene enormes problemas para llegar a fin de mes. Pero esta es una situación que afecta en mayor medida a los colectivos que están por debajo en la estructura social, sujetos a una mayor incertidumbre y vulnerabilidad.

Si nos centramos en el caso de España, somos un país que ha tenido siempre una elevada presencia de colectivos en situación de exclusión social. De hecho, los diferentes estudios, desde los institucionales a través del Instituto Nacional de Estadística (INE), hasta los que llevan a cabo entidades del Tercer Sector, como por ejemplo Cáritas o EAPN, muestran cómo alrededor de un 20% de la población española está en situación de riesgo de exclusión social. Hay que tener en consideración que, a lo largo de estas décadas, también ha cambiado el umbral que marca este escenario, lo que da lugar a que haya colectivos que entren y salgan del mismo. Pero, la realidad, es que hay grupos sociales, familias y personas que están en una situación de vulnerabilidad más complicada.

De esta forma, este hecho nos llevaría también a la dificultad de categorizar a la denominada clase trabajadora u obrera. Obviamente, se han producido tantos cambios en su composición y estructura que no se sabe en no pocas ocasiones a qué nos estamos refiriendo. Hay una elevada cantidad de trabajadores y trabajadoras que se encuentran en empleos precarios y no cualificados, del sector Servicios, así como los que están vinculados a los empleos derivados de plataformas y de la "economía del contenedor" que, posiblemente, la definición más acertada sea la del periodista de El Confidencial, Esteban Hernández, que denominaba a estos colectivos como "lumpen proletariado". De la misma forma, aunque muy marcada por el contexto de la época, la crisis de 2008, no podemos olvidarnos del concepto de Guy Standing, "precariado", que también definió a un amplio conjunto de personas y colectivos. De esta forma, nos encontramos con una parte de la población cuya vulnerabilidad es mayor todavía.

Pero, todavía en nuestras estructuras sociales, hay otra categoría que se encuentra en una situación más inestable y vulnerable. Partiendo de la propuesta teórica y metodológica del sociólogo de la Universidad del País Vasco, Gabriel Gatti, que aborda la situación de numerosos colectivos en la sociedad mediante el concepto de "desaparecido", nos encontramos con situaciones que se vuelven invisibles a nuestros ojos. Son personas y colectivos que estarían incluso fuera del sistema. Uno de los ejemplos más evidentes de esta situación son los temporeros y temporeras extranjeros que trabajan en la agricultura. Es un colectivo que es vital y necesario para un sector como el primario. Con enormes diferencias entre regiones, hay noticias que muestran cómo estas situaciones de invisibilidad y de precariedad siguen siendo una realidad. El pasado 18 de marzo, El País publicaba un reportaje de Nacho Sánchez sobre los campamentos de trabajadores y trabajadoras en el campo de Almería. Una realidad durísima que nos muestra de qué manera existen colectivos ya no en los márgenes del sistema, sino fuera de los mismos.