La vivienda (una vez más)

Por EQUIPO AICTS / 08 de abril de 2024

Hay cuestiones recurrentes, temáticas y problemáticas a las que regresamos continuamente. Seguramente, sobre la vivienda hemos escrito en el Blog de AICTS numerosas entradas en los años que llevamos reflexionando sobre temas de actualidad, que afectan a nuestras sociedades y sus ciudadanos y ciudadanas. El acceso a la vivienda, no solo una necesidad sino también un Derecho, lleva décadas sin encontrar una salida en condiciones para buena parte de la sociedad en un país como España. Este hecho ha marcado, y sigue haciéndolo, cuestiones como la emancipación o la renta disponible de no pocos colectivos. El País publicaba un reportaje, firmado por José Luis Aranda, bajo el título "Vivienda, emergencia total", en el que exponía, con toda la crudeza, la situación de acceso a la vivienda, así como escenarios específicos que se están dando en la actualidad.

Hay que partir de la trayectoria que ha llevado la vivienda en España, hecho que también cuenta con dimensiones sociológicas y culturales. Se ha señalado en no pocas ocasiones que, España, es un "país de propietarios". Es decir, el adquirir una vivienda en propiedad se veía como un hecho vinculado a la seguridad y a la movilidad social. El acceso a la vivienda era uno de los pasos más a dar en los procesos de construcción de un proyecto de vida, junto a la formación, la llegada al mercado de trabajo y el matrimonio. Además, en España el alquiler siempre contó con una menor consideración, habiéndose interiorizado que era una forma de "tirar el dinero", ya que implicaba que no se contase con una propiedad. Esta cuestión sí que era una diferencia clave con las sociedades de nuestro entorno y, en la década de los noventa del siglo XX, sería determinante para que una serie de generaciones aplazasen su emancipación hasta que pudiesen contar con una vivienda en propiedad.

La señalada segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX es un momento determinante. Es cuando no pocas personas van a acceder a dicho mercado de la vivienda en propiedad, comenzando la "burbuja inmobiliaria". Como decíamos, serán generaciones marcadas por una visión sobre la vivienda muy interiorizada acerca de la propiedad, y también por el crecimiento de las ciudades, a través de nuevos barrios residenciales, que Jorge Dioni Lópe denomimará acertadamente años después como el modelo PAU, en su imprescindible La España de las piscinas (ARPA, 2021). Serán generaciones que irán saliendo, en buena medida, de los barrios obreros de las ciudadades hacia esos nuevos barrios, entre los que también habrá sus diferencias. Lo que ocurrirá ya en el siglo XXI, con la mencionada "burbuja inmobiliaria" pasa a la Historia de nuestro país por su impacto estructural. La construcción de viviendas, el incremento de la demanda, de los precios y la accesibilidad al crédito bancario darán lugar a una especie de tormenta perfecta que estallará a partir de 2008. Pero, la cuestión de la accesibilidad de la vivienda, especialmente para los jóvenes, ya estaba muy presente. El incremento de los precios daba lugar a unos grandes esfuerzos para poder adquirir la misma para no pocos colectivos. Se firmaban hipotecas a cuarenta años, por ejemplo. El alquiler, accesible en aquellos momentos, era una opción no contemplada por la mayor parte de la sociedad, instalada en los universos simbólicos ya indicados. Hay que recordar también los sorteos para el acceso a Viviendas de Protección Oficial, que incluso tenían su presencia en los medios de comunicación.

La crisis de 2008, y sus consecuencias, tendrían que habernos enseñado algunas cuestiones claves sobre la vivienda. La primera, por supuesto, garantizar la accesibilidad. La segunda, el enorme stock de vivienda disponible, consecuencia de una fiebre desmedida. Sin embargo, como casi siempre, los aprendizajes no se dan y, en la actualidad, la cuestión de la vivienda ha ido a peor, lo cual parecía imposible. Además, se están dando procesos de cambios que inciden en esta problemática. Primero, el alquiler ya no es inferior a la compra, por lo que acceder a una vivienda en alquiler también se ha convertido en una quimera en no pocas ocasiones. El segundo, la tensión en las ciudadades que se está dando con la transformación del mercado de la vivienda a través de gentrificaciones y llegadas de fondos de inversión, junto al boom de los pisos turísticos. Todo ello ha provocado situaciones inimaginables como el hecho de que trabajadores y trabajadoras vivan muy alejadas de sus lugares de trabajo, por no poder acceder a una vivienda, o que en lugares como Islas Baleares, incluso funcionarios y funcionarias, con un empleo estable, no puedan acceder a viviendas en alquiler o propiedad por sus precios. Los jóvenes se ven inmersos en una rueda sin fin en la que, emanciparse, se convierte en una estación lejana. Y el acceso al crédito bancario se ha limitado enormemente, todo ello en un contexto de precariedad laboral.

En definitiva, la cuestión de la vivienda es central en una sociedad como la nuestra, aunque ya hemos interiorizado, como en otras ocasiones, una situación estructural que hace referencia a su cada vez mayor dificultad de acceso para más colectivos y personas. Si en la década de los noventa del siglo XX nos hubiesen dicho que esta problemática iba a ir a peor, no lo hubiésemos creído. Si nos lo hubiesen dicho en la primera década del siglo XXI, nuestra reacción todavía habría sido de más incredulidad, por las lecciones no aprendidas. Pues en esas estamos, y las políticas públicas sobre vivienda siguen sin funcionar.