El tiempo pasado
Por EQUIPO AICTS / 13 de mayo de 2024
No es la primera vez que en este Blog abordamos cuestiones vinculadas a las comparaciones con los tiempos pasados y las corrientes que se definen como nostálgicas. En nuestro tiempo, asistimos una vez más a situaciones encontradas y escenarios binarios, sí o no, con respecto a cualquier tema. La nostalgia es una de ellas y viene operando en los últimos años a través de libros, artículos, etc., que se llevan también a posicionamientos políticos. El ser humano mira hacia el pasado, con mayor o menor grado de nostalgia en función de las situaciones. Hay personas y colectivos para los que el tiempo pasado fue mejor. Este hecho puede deberse al paso del tiempo, a escenarios favorables, etc. En otros casos, se da el caso contrario, el pasado es una etapa a superar que ya se debe quedar olvidada. El momento actual, muy marcado por la velocidad y los cambios constantes, es muy dado a que se produzcan esas visiones nostálgicas.
En no pocas ocasiones, esa mirada al pasado está marcada por un proceso. El mismo es el que ha caracterizado nuestro sistema en el sentido de que, hasta hace poco tiempo, concretamente se podría precisar que la crisis de 2008, la evolución de las sociedades había sido siempre hacia adelante, de mejora permanente. Este factor también puede ser precisable en numerosas direcciones, tanto desde la concepción del capitalismo (el crecimiento como medio y fin) como en que no afectaba a todo el mundo por igual. Sin embargo, había también argumentos para una visión positiva del proceso. Se habían dado ganancias en numerosos ámbitos. Desde cuestiones de Derechos a las materiales, la tendencia era positiva. Seguramente no habrá una década que escenfique mejor esa situación como la de los noventa del siglo XX. A partir de ese momento, el cambio de sistema, el neoliberalismo, marca un punto de inflexión que tiene su punto clave con la crisis sistémica de 2008. Cambian el escenario y la inestabilidad se va convirtiendo en una constante. Este proceso, vinculado a una falta de perspectiva de futuro, genera miradas nostálgicas en las que en el pasado parecía ofrecer una hoja de ruta más clara y definida, más oportunidades. Como decíamos, esto se podría cumplir en parte.
En el lado contrario, la crítica a las miradas nostálgicas viene marcada por una visión que incide en que son colectivos que no se han adaptado a los cambios que se han producido en la sociedad. En no pocas ocasiones, se incide en un determinismo vinculado a no haber sido capaces de dar respuesta a estas transformaciones. Obviamente, dentro de estas miradas, se produce también una graduación. Por un lado, una parte de las visiones que critican la nostalgia se centran en que habría una pérdida de poder de determinados grupos y colectivos, lo que daría lugar a que viesen el pasado de esa forma y que quisieran recuperar el mismo. También hay opiniones que señalan que son personas y colectivos que se van quedando atrás. Y, por otro lado, no son pocos los que observan que sí, que se ha dado un cambio y que la época actual se caracteriza por la inestabilidad y la incertidumbre pero que, para solucionar la misma, no se puede caer en la nostalgia ya que la misma no supone el motor que podría dar lugar a una forma más eficiente de afrontar el escenario actual.
Las bases del debate están sobre la mesa y, como hemos señalado, lleva ya unos años produciéndose. En no pocas ocasiones, la visión nostálgica se ha vinculado a posiciones reaccionarias y/o conservadoras, aunque también se han utilizado desde ámbitos de la izquierda. Sin embargo, este debate tendría que servirnos para abordar qué tipo de sociedad estamos generando y se está desarrollando. No cabe duda de que, la mirada hacia el pasado, tiene sus límites y que de la nostalgia se puede pasar a la melancolía o a una posición que no permita articular soluciones al momento actual. Por el otro lado, es necesario entender los cambios que se están produciendo continuamente, que están afectando negativamente a una buena parte de la sociedad, y que se observan ciertas regresiones con respecto a los avances que se habían logrado. De esta forma, tendríamos que ser muy conscientes de dónde venimos y a dónde queremos ir. Todos los cambios y posiciones ganadas no tendrían que perderse en un periodo como el actual que, por otra parte, también es cierto que ofrece oportunidades y herramientas para avanzar en los mismos. Pero, no se está dando el caso. Que la nostalgia ha sido instrumentalizada por determinadas posiciones políticas, es un hecho. Que hay colectivos que miran al pasado por los cambios que se están dando, y no en un sentido político o reaccionario, también. El desafío sigue siendo mayúsculo, del pasado se pueden encontrar enseñanzas, aunque tampoco se debe caer en determinadas trampas, que son instrumentalizadas. La legitimidad se gana construyendo presentes y futuros mejores, cosa que no estamos consiguiendo.
No es la primera vez que en este Blog abordamos cuestiones vinculadas a las comparaciones con los tiempos pasados y las corrientes que se definen como nostálgicas. En nuestro tiempo, asistimos una vez más a situaciones encontradas y escenarios binarios, sí o no, con respecto a cualquier tema. La nostalgia es una de ellas y viene operando en los últimos años a través de libros, artículos, etc., que se llevan también a posicionamientos políticos. El ser humano mira hacia el pasado, con mayor o menor grado de nostalgia en función de las situaciones. Hay personas y colectivos para los que el tiempo pasado fue mejor. Este hecho puede deberse al paso del tiempo, a escenarios favorables, etc. En otros casos, se da el caso contrario, el pasado es una etapa a superar que ya se debe quedar olvidada. El momento actual, muy marcado por la velocidad y los cambios constantes, es muy dado a que se produzcan esas visiones nostálgicas.
En no pocas ocasiones, esa mirada al pasado está marcada por un proceso. El mismo es el que ha caracterizado nuestro sistema en el sentido de que, hasta hace poco tiempo, concretamente se podría precisar que la crisis de 2008, la evolución de las sociedades había sido siempre hacia adelante, de mejora permanente. Este factor también puede ser precisable en numerosas direcciones, tanto desde la concepción del capitalismo (el crecimiento como medio y fin) como en que no afectaba a todo el mundo por igual. Sin embargo, había también argumentos para una visión positiva del proceso. Se habían dado ganancias en numerosos ámbitos. Desde cuestiones de Derechos a las materiales, la tendencia era positiva. Seguramente no habrá una década que escenfique mejor esa situación como la de los noventa del siglo XX. A partir de ese momento, el cambio de sistema, el neoliberalismo, marca un punto de inflexión que tiene su punto clave con la crisis sistémica de 2008. Cambian el escenario y la inestabilidad se va convirtiendo en una constante. Este proceso, vinculado a una falta de perspectiva de futuro, genera miradas nostálgicas en las que en el pasado parecía ofrecer una hoja de ruta más clara y definida, más oportunidades. Como decíamos, esto se podría cumplir en parte.
En el lado contrario, la crítica a las miradas nostálgicas viene marcada por una visión que incide en que son colectivos que no se han adaptado a los cambios que se han producido en la sociedad. En no pocas ocasiones, se incide en un determinismo vinculado a no haber sido capaces de dar respuesta a estas transformaciones. Obviamente, dentro de estas miradas, se produce también una graduación. Por un lado, una parte de las visiones que critican la nostalgia se centran en que habría una pérdida de poder de determinados grupos y colectivos, lo que daría lugar a que viesen el pasado de esa forma y que quisieran recuperar el mismo. También hay opiniones que señalan que son personas y colectivos que se van quedando atrás. Y, por otro lado, no son pocos los que observan que sí, que se ha dado un cambio y que la época actual se caracteriza por la inestabilidad y la incertidumbre pero que, para solucionar la misma, no se puede caer en la nostalgia ya que la misma no supone el motor que podría dar lugar a una forma más eficiente de afrontar el escenario actual.
Las bases del debate están sobre la mesa y, como hemos señalado, lleva ya unos años produciéndose. En no pocas ocasiones, la visión nostálgica se ha vinculado a posiciones reaccionarias y/o conservadoras, aunque también se han utilizado desde ámbitos de la izquierda. Sin embargo, este debate tendría que servirnos para abordar qué tipo de sociedad estamos generando y se está desarrollando. No cabe duda de que, la mirada hacia el pasado, tiene sus límites y que de la nostalgia se puede pasar a la melancolía o a una posición que no permita articular soluciones al momento actual. Por el otro lado, es necesario entender los cambios que se están produciendo continuamente, que están afectando negativamente a una buena parte de la sociedad, y que se observan ciertas regresiones con respecto a los avances que se habían logrado. De esta forma, tendríamos que ser muy conscientes de dónde venimos y a dónde queremos ir. Todos los cambios y posiciones ganadas no tendrían que perderse en un periodo como el actual que, por otra parte, también es cierto que ofrece oportunidades y herramientas para avanzar en los mismos. Pero, no se está dando el caso. Que la nostalgia ha sido instrumentalizada por determinadas posiciones políticas, es un hecho. Que hay colectivos que miran al pasado por los cambios que se están dando, y no en un sentido político o reaccionario, también. El desafío sigue siendo mayúsculo, del pasado se pueden encontrar enseñanzas, aunque tampoco se debe caer en determinadas trampas, que son instrumentalizadas. La legitimidad se gana construyendo presentes y futuros mejores, cosa que no estamos consiguiendo.