El aumento de las exigencias

Por EQUIPO AICTS / 10 de junio de 2024

Como en otras cuestiones, no es la primera vez que en el Blog de AICTS abordamos cuestiones relacionadas con el mundo del trabajo y sus transformaciones. De hecho, son frecuentes debido a las consecuencias que tiene en todos los ámbitos de la vida. Nuestras sociedades se articulan alrededor del trabajo, tanto como medio de vida como configurador de nuestras identidades, así como determinante de las posiciones en la estructura social. Es un hecho obvio e indiscutible y sobre el que se ha venido teorizando a lo largo de siglos. Podrán señalarse procesos como los denominados "la gran desconexión" y similares, personas que deciden elegir otra forma de vida dejando de lado trabajos cualificados y bien remunerados. Pero, esto es una excepción y no se puede hacer de la anécdota una categoría. Otra cuestión bien diferente es el hecho de que hay también personas que deciden no aceptar determinadas condiciones laborales, incluyendo las salariales, pero tampoco es la generalidad porque hay unas necesidades que cubrir. 

El mundo del trabajo se ha ido transformando en las dos últimas décadas como consecuencia de la evolución del capitalismo neoliberal de la Globalización. El trabajo fue perdiendo su posición, convirtiéndose de forma explícita en un factor más de producción, que ya lo era. De esta forma, parte del crecimiento económico se ha basado en el deterioro de las condiciones de trabajo. Una realidad que se va viendo continuamente. A la par que se reducen los empleos con buenas condiciones, aumentan los que se encuentran en situación precaria. Una dualización del mercado de trabajo que da lugar a que, de esta forma, el acceso a los primeros, cada vez más reducidos, depende en mayor medida de los orígenes socioeconómicos. Es un hecho que se observa claramente en trabajos cualificados. Si bien este proceso había operado de forma sutil, o indirecta, ahora ya es totalmente explícita.

A estos cambios en el mundo del trabajo se añade un factor fundamental como es el incremento de las exigencias y de las demandas a los trabajadores y trabajadoras. Seguramente no hay sector o empleo en el que no se esté dando este hecho, sean cualificados o no cualificados. Parece que estamos en una carrera sin freno que nos lleva, cada día, a tener un mayor rendimiento y productividad, aunque luego acusen a países y sectores de no serlo. Cada vez se va produciendo un incremento de las funciones, de tener que abordar más tareas. En cualquier conversación, estas cuestiones salen a relucir y muestran un creciente y profundo malestar en nuestras sociedades. Además, el incremento del coste de la vida, de los precios, de los intereses bancarios, etc., ha dado lugar a un escenario en el que se juntan estos dos polos. Se trabaja más y con mayor presión pero, a la vez, los rendimientos del empleo son cada vez menores. Esta precarización de la vida se está cebando con las clases trabajadoras y medias, que han visto cómo se han deteriorado sus condiciones de vida.

Sin duda alguna, el impacto de las tecnologías y de la digitalización ha sido fundamental para este escenario. Especialmente se puede apreciar en trabajos cualificados, donde la burocratización se ha incrementado de forma exponencial, apoyada en las TIC. Todo este escenario, como hemos comentando, lo ha descrito de forma clara la antrópologa e integrante del CSIC, Remedios Zafra, en sus obras. El País publicó hace unas semanas los resultados de un estudio en el que se indicaba que el 44% de los trabajadores se sentía estresado, teniendo su impacto en todos los ámbitos de la vida. Y, en este contexto, el impacto de las tecnologías es uno de los factores determinantes. Al mismo tiempo, The Conversation y Ethic también lanzaron el artículo de Francisco Trujillo Pons "Tecnoestrés, fatiga informática y el derecho a la desconexión digital en el ámbito laboral", mucho más explícito en ese sentido, ya que incidía en las consecuencias de la digitalización. Este hecho tuvo su punto de inflexión, como hemos visto en otros artículos, con la pandemia del Covid-19. En ese contexto, las tecnologías eran un medio necesario para llevar a cabo no pocas actividades. Sin duda alguna, la más destacada fue la impartición de la docencia en el ámbito educativo, por el cierre de las escuelas, institutos y universidades. Sin embargo, el cambio fue más allá y tras la pandemia, se produjo un escenario en el que se producía un retorno a la actividad física y presencial pero, a su vez, lo digital se mantuvo y se intensificó. Este hecho ha dado lugar a una sobrecarga y a una falta de desconexión laboral. Actividades, reuniones online, correos electrónicos continuos (a cualquier hora y en cualquier momento), procedimientos electrónicos (que ya son la gran mayoría), etc., son una realidad que agota a trabajadores y trabajadoras. Y todo ello unido a un aumento de la exigencia en los empleos.

En todo caso, el escenario en el que nos encontramos es global, son factores asociados a un mismo proceso que es el debilitamiento del trabajo dentro de un sistema que está generando numerosas desigualdades. Los cambios en el mundo del trabajo son un indicador de la transformación de nuestro mundo. Y este escenario va a peor.