Vivir en cualquier parte
Por EQUIPO AICTS / 01 de julio de 2024
Dentro de los imaginarios colectivos en los que nos desenvolvemos, hay cuestiones que nos quedaban muy lejanas pero que han llegado hasta aquí, y de forma acelerada. Las películas y series norteamericanas han sido prolijas en la visibilización de fenómenos vinculados a las viviendas en caravanas, los famosos parques que jalonan no pocas vías de ese país, o las situaciones vinculadas a una elevada exclusión social, como los campamentos de tiendas de campaña o los vehículos como lugares de residencia. Este fenómeno no es inhabitual en una sociedad como la norteamericana, donde la desigualdad social es muy elevada y existen colectivos que, a pesar de contar con trabajo, o trabajos, no pueden acceder a una vivienda digna. Son grupos sociales que, en no pocas ocasiones, suelen retratarse desde la marginalidad y, en el peor de los casos, con estereotipos vinculados al "red neck" y demás. No es el caso de la excelente película Nomadland que, en 2020, fue estrenada con la dirección de Chloé Zaho y protagonizada por Frances McDormand. La película se basada en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de Jessica Bruder, que en España fue publicado por Capitán Swing. La obra muestra, generalmente, la situación de precariedad de estos colectivos, incluso de personas que han perdido su vivienda debido a haber dejado de contar con empleo. El libro y la película muestran cómo estas personas tienen que buscar lugares donde aparcar sus vehículos, hecho que no siempre es posible. En definitiva, un retrato descarnado de una situación que va a más.
En el caso español, situaciones como la descrita estaban centrados en colectivos muy marginales, por ejemplo trabajadores y trabajadoras temporeros, así como grupos muy vulnerables. Campamentos construidos con cualquier material eran más habituales en el pasado, pero siguen dándose en casos como estos trabajadores en lugares como Huelva y Almería, especialmente. También hay situaciones de infravivienda en estos grupos, alojándose en naves donde no cuentan con las mínimas condiciones de habitabilidad. A pesar de los esfuerzos que se han realizado en las dos últimas décadas y, como hemos señalado, no es una situación erradicada.
En los últimos años, el proceso vuelve a acelerarse con otro fenómeno del que los medios de comunicación se han ido haciendo eco. El incremento de los precios de las viviendas, tanto en alquiler como en compra en propiedad, debido a la evolución de la demanda y a la presión de la turistificación en determinadas zonas, ha dado lugar a situaciones complicadas en estos lugares en los que, a pesar de contar con empleos cualificados, por ejemplo funcionarios, no se puede acceder a una vivienda. El País publicó el pasado 23 de junio de 2024 el artículo "El infierno de vivir en Ibiza: trabajadores en caravanas y habitaciones a 1.000 euros", firmado por Antonio Jiménez Barca, en el que se reflejaba la situación en Ibiza, uno de los destinos turísticos que sufre más la presión de la vivienda. Las escenas son muy impactantes y el escenario que se perfila no es nada favorable. Seguramente, a este ritmo, se reproducirá en otros lugares. Además, no olvidemos que el incremento de los precios de las viviendas y la turistificación ha expulsado del centro de las ciudades a sus habitantes que van saliendo de los barrios centrales a los periféricos. Es un proceso que viene dándose desde hace años pero que, en la actualidad, se ha extendido de las grandes metrópolis a casi cualquier tipo de ciudad y, especialmente, a las que han hecho del turismo una de sus razones de ser, y no son pocas las que han extendido esta apuesta.
La cuestión de la vivienda sigue en el centro del debate pero las soluciones no llegan. Las situaciones en las que el acceso a una vivienda, en propiedad o alquiler, determinan los proyectos de vida, se van incrementando en el sentido de las dificultades para su accesibilidad. En la actualidad, y en el caso español, los datos muestran cómo numerosas familias destinan más del 40% de sus ingresos para afrontar la compra o el alquiler de la vivienda. Situaciones como las que se dan en Ibiza no se deben considerar una excepción, aunque concurran varios factores específicos, ya que no parecen darse límites a la escalada de precios.
Dentro de los imaginarios colectivos en los que nos desenvolvemos, hay cuestiones que nos quedaban muy lejanas pero que han llegado hasta aquí, y de forma acelerada. Las películas y series norteamericanas han sido prolijas en la visibilización de fenómenos vinculados a las viviendas en caravanas, los famosos parques que jalonan no pocas vías de ese país, o las situaciones vinculadas a una elevada exclusión social, como los campamentos de tiendas de campaña o los vehículos como lugares de residencia. Este fenómeno no es inhabitual en una sociedad como la norteamericana, donde la desigualdad social es muy elevada y existen colectivos que, a pesar de contar con trabajo, o trabajos, no pueden acceder a una vivienda digna. Son grupos sociales que, en no pocas ocasiones, suelen retratarse desde la marginalidad y, en el peor de los casos, con estereotipos vinculados al "red neck" y demás. No es el caso de la excelente película Nomadland que, en 2020, fue estrenada con la dirección de Chloé Zaho y protagonizada por Frances McDormand. La película se basada en el libro Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century de Jessica Bruder, que en España fue publicado por Capitán Swing. La obra muestra, generalmente, la situación de precariedad de estos colectivos, incluso de personas que han perdido su vivienda debido a haber dejado de contar con empleo. El libro y la película muestran cómo estas personas tienen que buscar lugares donde aparcar sus vehículos, hecho que no siempre es posible. En definitiva, un retrato descarnado de una situación que va a más.
En el caso español, situaciones como la descrita estaban centrados en colectivos muy marginales, por ejemplo trabajadores y trabajadoras temporeros, así como grupos muy vulnerables. Campamentos construidos con cualquier material eran más habituales en el pasado, pero siguen dándose en casos como estos trabajadores en lugares como Huelva y Almería, especialmente. También hay situaciones de infravivienda en estos grupos, alojándose en naves donde no cuentan con las mínimas condiciones de habitabilidad. A pesar de los esfuerzos que se han realizado en las dos últimas décadas y, como hemos señalado, no es una situación erradicada.
En los últimos años, el proceso vuelve a acelerarse con otro fenómeno del que los medios de comunicación se han ido haciendo eco. El incremento de los precios de las viviendas, tanto en alquiler como en compra en propiedad, debido a la evolución de la demanda y a la presión de la turistificación en determinadas zonas, ha dado lugar a situaciones complicadas en estos lugares en los que, a pesar de contar con empleos cualificados, por ejemplo funcionarios, no se puede acceder a una vivienda. El País publicó el pasado 23 de junio de 2024 el artículo "El infierno de vivir en Ibiza: trabajadores en caravanas y habitaciones a 1.000 euros", firmado por Antonio Jiménez Barca, en el que se reflejaba la situación en Ibiza, uno de los destinos turísticos que sufre más la presión de la vivienda. Las escenas son muy impactantes y el escenario que se perfila no es nada favorable. Seguramente, a este ritmo, se reproducirá en otros lugares. Además, no olvidemos que el incremento de los precios de las viviendas y la turistificación ha expulsado del centro de las ciudades a sus habitantes que van saliendo de los barrios centrales a los periféricos. Es un proceso que viene dándose desde hace años pero que, en la actualidad, se ha extendido de las grandes metrópolis a casi cualquier tipo de ciudad y, especialmente, a las que han hecho del turismo una de sus razones de ser, y no son pocas las que han extendido esta apuesta.
La cuestión de la vivienda sigue en el centro del debate pero las soluciones no llegan. Las situaciones en las que el acceso a una vivienda, en propiedad o alquiler, determinan los proyectos de vida, se van incrementando en el sentido de las dificultades para su accesibilidad. En la actualidad, y en el caso español, los datos muestran cómo numerosas familias destinan más del 40% de sus ingresos para afrontar la compra o el alquiler de la vivienda. Situaciones como las que se dan en Ibiza no se deben considerar una excepción, aunque concurran varios factores específicos, ya que no parecen darse límites a la escalada de precios.