Desigualdades
Por EQUIPO AICTS / 29 de julio de 2024
Última entrada en el Blog de AICTS del curso vigente, el 2023/24. Durante el mes de agosto, no llevaremos a cabo nuevos artículos y regresaremos en el mes de septiembre, retomando los análisis de la actualidad e intentando aportar reflexiones sobre los procesos que están marcando nuestras sociedades. Ha sido un curso en el que hemos abordado numerosos aspectos de los mismos pero, en su conjunto, uno queda claro y es la transformación de nuestro sistema. Son numerosos los indicadores que nos muestran la misma y cómo hemos entrado en un paradigma diferente. Factores políticos, económicos, sociales y culturales se interrelacionan, junto con otros vinculados a los cambios que se han producido en el mercado de trabajo y el empleo. Y, por supuesto, no hay que olvidar el impacto de unas tecnologías que están avanzando a una gran velocidad y que han cambiado nuestro mundo y la forma de relacionarnos con el mismo, así como entre nosotros.
Atrás van quedando modelos que parecían estar asentados, crisis sistémicas que han dado lugar a una realidad que nos va configurando, y de la que formamos parte y participamos en este proceso. Cambios económicos que nos han llevado a un capitalismo neoliberal en el que las grandes compañías y empresas se han ido comiendo al resto. Una economía que, apoyada en las tecnologías, también ha reconfigurado el propio trabajo, los tiempos y las relaciones entre trabajadores y empleadores. La economía de las plataformas, la economía del contenedor, sin duda alguna es una de las grandes transformaciones de nuestro tiempo. Cambios políticos que han dado lugar a una crisis de las democracias liberales sin precedentes. Apuntaladas en la socialdemocracia, el Estado de Bienestar, etc., en mayor o menor medida, en principios como la separación de poderes o la democracia representativa, en estos momentos asistimos a otro escenario, creciendo modelos iliberales y ampliándose los extremismos, especialmente siendo triunfantes en el lado de la derecha, que parecen recoger en mayor medida los descontentos y crisis de nuestros tiempos, aunque sus respuestas ante los mismos se basen en no pocos casos en posturas xenófobas o en la expansión del nacionalismo. En el otro lado, las respuestas no están, jugándose una partida en un tablero muy diferente con unas fichas pasadas. De esta forma, la incertidumbre se ha instalado en una ciudadanía que asiste, y participa en ocasiones, en una polarización que se ha institucionalizado en el ámbito político. Culturalmente, interrelacionado con los otros factores, el cambio en el sistema de valores es determinante, con un individualismo y nihilismo que se basa en el consumismo y en el parecer que muestran las Redes Sociales. Este cambio de sistema de valores no significa que se desee una vuelta al pasado, ni mucho menos, pero lleva a la reflexión que la sustitución de los grandes sistemas de valores tradicionales hayan sido sustituidos por el actual, sin haber dado lugar a un modelo que tenga en cuenta la corresponsabilidad y la cohesión.
En definitiva, un sistema que está alumbrando el crecimiento de las desigualdades y que, a corto y medio plazo, irán a más de seguir estas tendencias. Se podrá argumentar en contra de esta visión la presencia de unos indicadores macroeconómicos que muestran un aumento del Producto Interior Bruto, del empleo, de la riqueza en su conjunto, etc. Pero, la realidad es que se incrementan esas desigualdades en una estructura social que no tiene ya nada que ver con la que existía hace tres décadas. Familias y personas tienen mayores dificultades para llegar a fin de mes, en un contexto de crecimiento de precios, de la inflación, de los intereses del dinero, etc. Un empleo que, cada vez, se polariza más en el sentido de que hay menos trabajos cualificados disponibles y los mismos van destinándose a colectivos y personas que cuentan con un origen socioeconómico determinado. Hemos retrocedido varias casillas de la partida pero no parece haber mucha conciencia de ello. Además de los grandes indicadores económicos, también se señala que la gente cada vez viaja más, que bares y restaurantes están llenos, que las zonas comerciales de las ciudades no dejan de recibir visitantes y consumidores. Sí, pero todo parece un espejismo. Las desigualdades se están incrementando y podemos ser clases medias a través de formas de consumo y estilos de vida pero, posiblemente, en variables como salarios y nivel de renta, no.
Última entrada en el Blog de AICTS del curso vigente, el 2023/24. Durante el mes de agosto, no llevaremos a cabo nuevos artículos y regresaremos en el mes de septiembre, retomando los análisis de la actualidad e intentando aportar reflexiones sobre los procesos que están marcando nuestras sociedades. Ha sido un curso en el que hemos abordado numerosos aspectos de los mismos pero, en su conjunto, uno queda claro y es la transformación de nuestro sistema. Son numerosos los indicadores que nos muestran la misma y cómo hemos entrado en un paradigma diferente. Factores políticos, económicos, sociales y culturales se interrelacionan, junto con otros vinculados a los cambios que se han producido en el mercado de trabajo y el empleo. Y, por supuesto, no hay que olvidar el impacto de unas tecnologías que están avanzando a una gran velocidad y que han cambiado nuestro mundo y la forma de relacionarnos con el mismo, así como entre nosotros.
Atrás van quedando modelos que parecían estar asentados, crisis sistémicas que han dado lugar a una realidad que nos va configurando, y de la que formamos parte y participamos en este proceso. Cambios económicos que nos han llevado a un capitalismo neoliberal en el que las grandes compañías y empresas se han ido comiendo al resto. Una economía que, apoyada en las tecnologías, también ha reconfigurado el propio trabajo, los tiempos y las relaciones entre trabajadores y empleadores. La economía de las plataformas, la economía del contenedor, sin duda alguna es una de las grandes transformaciones de nuestro tiempo. Cambios políticos que han dado lugar a una crisis de las democracias liberales sin precedentes. Apuntaladas en la socialdemocracia, el Estado de Bienestar, etc., en mayor o menor medida, en principios como la separación de poderes o la democracia representativa, en estos momentos asistimos a otro escenario, creciendo modelos iliberales y ampliándose los extremismos, especialmente siendo triunfantes en el lado de la derecha, que parecen recoger en mayor medida los descontentos y crisis de nuestros tiempos, aunque sus respuestas ante los mismos se basen en no pocos casos en posturas xenófobas o en la expansión del nacionalismo. En el otro lado, las respuestas no están, jugándose una partida en un tablero muy diferente con unas fichas pasadas. De esta forma, la incertidumbre se ha instalado en una ciudadanía que asiste, y participa en ocasiones, en una polarización que se ha institucionalizado en el ámbito político. Culturalmente, interrelacionado con los otros factores, el cambio en el sistema de valores es determinante, con un individualismo y nihilismo que se basa en el consumismo y en el parecer que muestran las Redes Sociales. Este cambio de sistema de valores no significa que se desee una vuelta al pasado, ni mucho menos, pero lleva a la reflexión que la sustitución de los grandes sistemas de valores tradicionales hayan sido sustituidos por el actual, sin haber dado lugar a un modelo que tenga en cuenta la corresponsabilidad y la cohesión.
En definitiva, un sistema que está alumbrando el crecimiento de las desigualdades y que, a corto y medio plazo, irán a más de seguir estas tendencias. Se podrá argumentar en contra de esta visión la presencia de unos indicadores macroeconómicos que muestran un aumento del Producto Interior Bruto, del empleo, de la riqueza en su conjunto, etc. Pero, la realidad es que se incrementan esas desigualdades en una estructura social que no tiene ya nada que ver con la que existía hace tres décadas. Familias y personas tienen mayores dificultades para llegar a fin de mes, en un contexto de crecimiento de precios, de la inflación, de los intereses del dinero, etc. Un empleo que, cada vez, se polariza más en el sentido de que hay menos trabajos cualificados disponibles y los mismos van destinándose a colectivos y personas que cuentan con un origen socioeconómico determinado. Hemos retrocedido varias casillas de la partida pero no parece haber mucha conciencia de ello. Además de los grandes indicadores económicos, también se señala que la gente cada vez viaja más, que bares y restaurantes están llenos, que las zonas comerciales de las ciudades no dejan de recibir visitantes y consumidores. Sí, pero todo parece un espejismo. Las desigualdades se están incrementando y podemos ser clases medias a través de formas de consumo y estilos de vida pero, posiblemente, en variables como salarios y nivel de renta, no.