Comienzo de curso
Por EQUIPO AICTS / 9 de septiembre de 2024
En el Blog de AICTS siempre nos gusta hacer referencia a los comienzos de curso escolar o académico. Por una parte, porque consideramos a la Educación como una las partes centrales de la sociedad. Por otra parte, porque nuestras líneas de investigación están vinculadas en buena medida con la Educación en sus diferentes niveles y etapas, además de todas las circunstancias que le rodean. Los comienzos de curso siempre son momentos importantes para, tras el parón vacacional de verano, analizar retos y desafíos, fortalezas y debilidades, de nuestros sistemas educativos. Aunque, lamentablemente, muchos de los problemas que se viven en el ámbito educativo pasan de año a año y no se solucionan. También debemos ser conscientes de que muchos de ellos no son exclusivos del sistema educativo sino del conjunto de la sociedad. Igualmente, a la Educación se le pide, además, que solucione todos problemas que existen, todo se arregla con "más Educación" y no, no es así únicamente. Que mejores dotaciones del sistema educativo son positivas, no cabe duda, pero que también precisan de acompañamiento en otras áreas, es indiscutible. El ejemplo más claro es el de las desigualdades sociales y educativas, en las que incidiremos más adelante.
Curso 2024/25, por lo tanto, y comienzo de un curso escolar que viene marcado por diferentes desafíos, algunos recurrentes. Lejos parecen quedar los efectos de la pandemia del Covid-19 que fueron determinantes en los cursos 2019/20, en que se cerraron los centros educativos, el 2020/21 y, en menor medida, el 2021/22. Sin duda alguna, habrá que estar atentos de nuevo a la cuestión de los impactos en la formación de los estudiantes durante aquellos años, especialmente en los dos primeros, y que podrán evidenciarse en diferentes pruebas. También se ha producido el paso a la nueva legislación educativa, la LOMLOE. Estos procesos siempre siembran incertidumbre en la comunidad educativa, aunque también van pasando. No cabe duda de que se produjeron adaptaciones en los cursos anteriores y, la pregunta, es hasta cuándo durará esta legislación en un país en el que, para cada cambio político, se producen cambios de legislación.
El sistema educativo está viéndose afectado por los diferentes cambios de la sociedad española, no podría ser de otro modo. La cuestión demográfica es clave en un país en el que la natalidad anda bajo mínimos y eso supone un impacto en un sistema educativo que se nutre de alumnos. El descenso de la natalidad se deja notar en una reducción de ratios, que es el camino más sencillo para afrontar este escenario. De esta forma, clases con menos niños y niñas, con la posibilidad de una atención más personalizada, que suponga un avance en la inclusión, se podrán producir. Pero, por otra parte, se observa desde diferentes voces, como por ejemplo el prestigioso sociólogo Mariano Fernández-Enguita, que hay otras medidas más eficientes que bajar las ratios para mejorar los sistemas educativos, por ejemplo la codocencia o la creación de equipos multidisciplinares, indicando además que España tiene ratios ligeramente menores que las medias de la OCDE para Primaria y Secundaria, como mostró en un artículo reciente en El País. Artículos como el señalado de Fernández-Enguita son necesarios para no caer en ciertos determinismos que, en no pocas ocasiones, nos llevan a repetir los mismos procesos.
Hablando de determinismos, la cuestión de las Tecnologías seguirá siendo uno de los puntos más relevantes en relación a los sistemas educativos. Aunque la popularización de la Inteligencia Artificial (IA) se ha producido de forma reciente, parece que lleva toda la vida entre nosotros. Se unió la cuestión de la IA a la digitalización y los debates sobre esta cuestión. El impacto de las TIC, de Internet, de las Redes Sociales, etc., en la sociedad y, particularmente, en niños, adolescentes y jóvenes, generó elevados y numerosos debates. Seguirán intensificándose y más en una cuestión que se caracteriza por una cierta paradoja. Por un lado, esos impactos que se han señalado. Por otro, los caminos hacia la digitalización, cada vez más intensificados e institucionalizados, se muestran imparables.
No menos importante es la cuestión mencionada en el primer párrafo, la referida a las desigualdades educativas y sociales. Es uno de los aspectos determinantes en relación a la Educación, en tanto en cuanto hace referencia a una de las funciones claves de la misma como es la reducción de las desigualdades sociales y el papel de la Educación en relación a la igualdad y la equidad. Obviamente, lo ocurrido en las dos últimas décadas, especialmente, ha dejado muy tocada a esta función cuando, especialmente en los últimos años, se ha puesto de manifiesto de nuevo el papel que puede desempeñar el origen socioeconómico en las trayectorias y oportunidades educativas. No vamos a incidir de nuevo en las cuestiones referidas en otras ocasiones al fin de la meritocracia, un debate extenso y con más aristas de la que parece, ni tampoco en otros factores señalados continuamente. Los sistemas educativos no pueden por sí solos afrontar las desigualdades educativas y sociales porque sus orígenes y evoluciones están marcados por variables de la estructura social. La Educación ha hecho mucho a través de su evolución para desarrollar escenarios de igualdad y equidad, pero hay nuevos factores en juego que han descompensado las posibilidades de la Educación para cumplir esta función.
Desafíos y retos, nuevos y seculares, para unos sistemas educativos cada vez más tensionados porque la sociedad les demanda un mayor número de funciones. Seguiremos analizando cuestiones vinculadas a dichas funciones, desigualdades, comunidad educativa, inclusión y diversidad, etc., en unos contextos cambiantes. Lo que sí parece haber ocurrido, y es para celebrarlo, es lo que señalaba el también sociólogo de la Educación, Xavier Martínez-Celorrio en El País, que "hablar mal de la Educación ya no vende", tras haber pasado una serie de años en los que se polarizó el debate educativo.
En el Blog de AICTS siempre nos gusta hacer referencia a los comienzos de curso escolar o académico. Por una parte, porque consideramos a la Educación como una las partes centrales de la sociedad. Por otra parte, porque nuestras líneas de investigación están vinculadas en buena medida con la Educación en sus diferentes niveles y etapas, además de todas las circunstancias que le rodean. Los comienzos de curso siempre son momentos importantes para, tras el parón vacacional de verano, analizar retos y desafíos, fortalezas y debilidades, de nuestros sistemas educativos. Aunque, lamentablemente, muchos de los problemas que se viven en el ámbito educativo pasan de año a año y no se solucionan. También debemos ser conscientes de que muchos de ellos no son exclusivos del sistema educativo sino del conjunto de la sociedad. Igualmente, a la Educación se le pide, además, que solucione todos problemas que existen, todo se arregla con "más Educación" y no, no es así únicamente. Que mejores dotaciones del sistema educativo son positivas, no cabe duda, pero que también precisan de acompañamiento en otras áreas, es indiscutible. El ejemplo más claro es el de las desigualdades sociales y educativas, en las que incidiremos más adelante.
Curso 2024/25, por lo tanto, y comienzo de un curso escolar que viene marcado por diferentes desafíos, algunos recurrentes. Lejos parecen quedar los efectos de la pandemia del Covid-19 que fueron determinantes en los cursos 2019/20, en que se cerraron los centros educativos, el 2020/21 y, en menor medida, el 2021/22. Sin duda alguna, habrá que estar atentos de nuevo a la cuestión de los impactos en la formación de los estudiantes durante aquellos años, especialmente en los dos primeros, y que podrán evidenciarse en diferentes pruebas. También se ha producido el paso a la nueva legislación educativa, la LOMLOE. Estos procesos siempre siembran incertidumbre en la comunidad educativa, aunque también van pasando. No cabe duda de que se produjeron adaptaciones en los cursos anteriores y, la pregunta, es hasta cuándo durará esta legislación en un país en el que, para cada cambio político, se producen cambios de legislación.
El sistema educativo está viéndose afectado por los diferentes cambios de la sociedad española, no podría ser de otro modo. La cuestión demográfica es clave en un país en el que la natalidad anda bajo mínimos y eso supone un impacto en un sistema educativo que se nutre de alumnos. El descenso de la natalidad se deja notar en una reducción de ratios, que es el camino más sencillo para afrontar este escenario. De esta forma, clases con menos niños y niñas, con la posibilidad de una atención más personalizada, que suponga un avance en la inclusión, se podrán producir. Pero, por otra parte, se observa desde diferentes voces, como por ejemplo el prestigioso sociólogo Mariano Fernández-Enguita, que hay otras medidas más eficientes que bajar las ratios para mejorar los sistemas educativos, por ejemplo la codocencia o la creación de equipos multidisciplinares, indicando además que España tiene ratios ligeramente menores que las medias de la OCDE para Primaria y Secundaria, como mostró en un artículo reciente en El País. Artículos como el señalado de Fernández-Enguita son necesarios para no caer en ciertos determinismos que, en no pocas ocasiones, nos llevan a repetir los mismos procesos.
Hablando de determinismos, la cuestión de las Tecnologías seguirá siendo uno de los puntos más relevantes en relación a los sistemas educativos. Aunque la popularización de la Inteligencia Artificial (IA) se ha producido de forma reciente, parece que lleva toda la vida entre nosotros. Se unió la cuestión de la IA a la digitalización y los debates sobre esta cuestión. El impacto de las TIC, de Internet, de las Redes Sociales, etc., en la sociedad y, particularmente, en niños, adolescentes y jóvenes, generó elevados y numerosos debates. Seguirán intensificándose y más en una cuestión que se caracteriza por una cierta paradoja. Por un lado, esos impactos que se han señalado. Por otro, los caminos hacia la digitalización, cada vez más intensificados e institucionalizados, se muestran imparables.
No menos importante es la cuestión mencionada en el primer párrafo, la referida a las desigualdades educativas y sociales. Es uno de los aspectos determinantes en relación a la Educación, en tanto en cuanto hace referencia a una de las funciones claves de la misma como es la reducción de las desigualdades sociales y el papel de la Educación en relación a la igualdad y la equidad. Obviamente, lo ocurrido en las dos últimas décadas, especialmente, ha dejado muy tocada a esta función cuando, especialmente en los últimos años, se ha puesto de manifiesto de nuevo el papel que puede desempeñar el origen socioeconómico en las trayectorias y oportunidades educativas. No vamos a incidir de nuevo en las cuestiones referidas en otras ocasiones al fin de la meritocracia, un debate extenso y con más aristas de la que parece, ni tampoco en otros factores señalados continuamente. Los sistemas educativos no pueden por sí solos afrontar las desigualdades educativas y sociales porque sus orígenes y evoluciones están marcados por variables de la estructura social. La Educación ha hecho mucho a través de su evolución para desarrollar escenarios de igualdad y equidad, pero hay nuevos factores en juego que han descompensado las posibilidades de la Educación para cumplir esta función.
Desafíos y retos, nuevos y seculares, para unos sistemas educativos cada vez más tensionados porque la sociedad les demanda un mayor número de funciones. Seguiremos analizando cuestiones vinculadas a dichas funciones, desigualdades, comunidad educativa, inclusión y diversidad, etc., en unos contextos cambiantes. Lo que sí parece haber ocurrido, y es para celebrarlo, es lo que señalaba el también sociólogo de la Educación, Xavier Martínez-Celorrio en El País, que "hablar mal de la Educación ya no vende", tras haber pasado una serie de años en los que se polarizó el debate educativo.