Vivienda y Universidad
Por EQUIPO AICTS / 30 de septiembre de 2024
La cuestión de la vivienda es estructural en España. En los últimos años, está ocupando un lugar relevante en la agenda pública y en los medios de comunicación. Sin embargo, las soluciones a un problema que se ha convertido en endémico, no aparecen por ninguna parte, ni siquiera desde los ámbitos institucionales. Parece que, como en tantas otras cuestiones, ya hemos asumido una realidad que nos supera y que implica que no pocas personas y familias vean limitadas, de forma muy directa, sus oportunidades en sus proyectos de vida. Dramática es la situación para los jóvenes que, con las dificultades del acceso a la vivienda, ven limitadas, cuando no negadas, las posibilidades de emancipación. De esta forma, como en tantas otras cuestiones, parece que dependemos una vez más de los orígenes sociales para poder acceder a la vivienda, bien a través de contar con otra vivienda, bien de ayudas de padres y madres, etc. El periodo actual, en relación a la vivienda, está marcado por la igualación de las dificultades para comprar y alquilar una vivienda. Este ha sido, sin duda alguna, un salto determinante en la cuestión de la vivienda. Si antes el acceso al alquiler era más factible y esta modalidad se veía determinada por una consideración en nuestro país del alquiler en términos de estatus, contar con una vivienda en propiedad era una "seguridad", en la actualidad el alquiler se ha disparado en todos los lugares. En segundo lugar, y causa de la situación descrita anteriormente, aparece la cuestión de la turistificación y de la transformación de los centros de las ciudades en una especie de parques temáticos turísticos. Pero, el aumento de los precios no se limita a estos barrios, donde ya no pueden residir las personas que trabajan en los mismos, sino que se extiende a los siguientes barrios. También es muy frecuente encontrarnos con el fenómeno de numerosas personas que comparten piso en las grandes ciudades, y en las no tan populosas, ante la imposibilidad de encontrar precios que puedan asumir.
Lo de la vivienda lleva décadas siendo un problema de primera necesidad. El recorrido de este proceso es fácil de deliminar. En la segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX, cuando las generaciones del "baby boom" iban alcanzando el acceso a la vivienda, se produjo un aumento de los precios. El incremento de la demanda y de la oferta, junto con una serie de medidas políticas que favorecían al mercado inmobiliario, dieron lugar a lo que se denominó la "burbuja inmobiliaria". Es una época en la que conseguir un crédito para comprar una vivienda era sencillo. De esta forma, los precios se incrementaban y las ciudades cambiaban sus fisonomías, con nuevos barrios periféricos. La Construcción se convirtió en un sector prioritario de la economía española. Pero, la crisis de 2008, hizo que todo se derrumbase como un castillo de naipes. Sin embargo, esta situación no sirvió para cambiar el modelo ni para generar políticas de vivienda que contribuyesen a la accesibilidad. Por lo que estamos viviendo en estos años, con nuevos procesos, que no son exclusivos de España, ha ocurrido lo contrario.
Con el comienzo de curso académico, las ciudades reciben a estudiantes universitarios. Una de las principales necesidades de los mismos, obviamente, es el alojamiento. Y es uno de los principales gastos que tienen que afrontar las familias y ellos mismos para poder cursar sus carreras fuera de sus localidades ya que, en la gran mayoría de los casos, esos estudios no están disponibles en las mismas. A lo largo de estos últimos años, y como consecuencia del incremento del precio de la vivienda, el acceso a un piso de estudiantes se ha complejizado al ser más caro. Y esto no solo ocurre en ciudades como Madrid y Barcelona, se da en todos los lugares. El País publicaba hace unas semanas un explícito reportaje en el que, con el título "La odisea de los universitarios por encontrar un piso: 'Me han pedido 1.100 euros por un zulo sin ventanas'", indicando que los precios de los alquileres en estos pisos habían subido un 14% en los barrios con más oferta de estas características en Madrid en el último año. La situación, como decíamos, no es exclusiva de las grandes ciudades, donde están las principales universidades y muchas carreras que solo pueden estudiarse en estos lugares. No, ocurre también en el resto. De esta forma, el acceso a los estudios superiores también se complejiza para no pocas familias que tienen que hacer un esfuerzo mayor para que sus hijos e hijas puedan estudiar la carrera que han elegido. Además, a todo ello, hay que sumar el aumento del coste de la vida, que también se suma a los gastos indirectos que afrontan las familias y los estudiantes. Igualmente, becas y ayudas no han crecido al mismo nivel que la vivienda y los gastos cotidianos.
Por lo tanto, la cuestión de la vivienda es una de las más relevantes en nuestras sociedades, con derivadas en todos los sentidos. Con familias y personas dedicando más de la mitad de sus ingresos a la compra de la vivienda o al alquiler, asistimos a un escenario insostenible. Llevado al ámbito de los universitarios y universitarias, supone que no pocas personas tengan todavía más dificultades para acceder a una serie de estudios que cuentan con gastos indirectos. Nada nuevo.
La cuestión de la vivienda es estructural en España. En los últimos años, está ocupando un lugar relevante en la agenda pública y en los medios de comunicación. Sin embargo, las soluciones a un problema que se ha convertido en endémico, no aparecen por ninguna parte, ni siquiera desde los ámbitos institucionales. Parece que, como en tantas otras cuestiones, ya hemos asumido una realidad que nos supera y que implica que no pocas personas y familias vean limitadas, de forma muy directa, sus oportunidades en sus proyectos de vida. Dramática es la situación para los jóvenes que, con las dificultades del acceso a la vivienda, ven limitadas, cuando no negadas, las posibilidades de emancipación. De esta forma, como en tantas otras cuestiones, parece que dependemos una vez más de los orígenes sociales para poder acceder a la vivienda, bien a través de contar con otra vivienda, bien de ayudas de padres y madres, etc. El periodo actual, en relación a la vivienda, está marcado por la igualación de las dificultades para comprar y alquilar una vivienda. Este ha sido, sin duda alguna, un salto determinante en la cuestión de la vivienda. Si antes el acceso al alquiler era más factible y esta modalidad se veía determinada por una consideración en nuestro país del alquiler en términos de estatus, contar con una vivienda en propiedad era una "seguridad", en la actualidad el alquiler se ha disparado en todos los lugares. En segundo lugar, y causa de la situación descrita anteriormente, aparece la cuestión de la turistificación y de la transformación de los centros de las ciudades en una especie de parques temáticos turísticos. Pero, el aumento de los precios no se limita a estos barrios, donde ya no pueden residir las personas que trabajan en los mismos, sino que se extiende a los siguientes barrios. También es muy frecuente encontrarnos con el fenómeno de numerosas personas que comparten piso en las grandes ciudades, y en las no tan populosas, ante la imposibilidad de encontrar precios que puedan asumir.
Lo de la vivienda lleva décadas siendo un problema de primera necesidad. El recorrido de este proceso es fácil de deliminar. En la segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX, cuando las generaciones del "baby boom" iban alcanzando el acceso a la vivienda, se produjo un aumento de los precios. El incremento de la demanda y de la oferta, junto con una serie de medidas políticas que favorecían al mercado inmobiliario, dieron lugar a lo que se denominó la "burbuja inmobiliaria". Es una época en la que conseguir un crédito para comprar una vivienda era sencillo. De esta forma, los precios se incrementaban y las ciudades cambiaban sus fisonomías, con nuevos barrios periféricos. La Construcción se convirtió en un sector prioritario de la economía española. Pero, la crisis de 2008, hizo que todo se derrumbase como un castillo de naipes. Sin embargo, esta situación no sirvió para cambiar el modelo ni para generar políticas de vivienda que contribuyesen a la accesibilidad. Por lo que estamos viviendo en estos años, con nuevos procesos, que no son exclusivos de España, ha ocurrido lo contrario.
Con el comienzo de curso académico, las ciudades reciben a estudiantes universitarios. Una de las principales necesidades de los mismos, obviamente, es el alojamiento. Y es uno de los principales gastos que tienen que afrontar las familias y ellos mismos para poder cursar sus carreras fuera de sus localidades ya que, en la gran mayoría de los casos, esos estudios no están disponibles en las mismas. A lo largo de estos últimos años, y como consecuencia del incremento del precio de la vivienda, el acceso a un piso de estudiantes se ha complejizado al ser más caro. Y esto no solo ocurre en ciudades como Madrid y Barcelona, se da en todos los lugares. El País publicaba hace unas semanas un explícito reportaje en el que, con el título "La odisea de los universitarios por encontrar un piso: 'Me han pedido 1.100 euros por un zulo sin ventanas'", indicando que los precios de los alquileres en estos pisos habían subido un 14% en los barrios con más oferta de estas características en Madrid en el último año. La situación, como decíamos, no es exclusiva de las grandes ciudades, donde están las principales universidades y muchas carreras que solo pueden estudiarse en estos lugares. No, ocurre también en el resto. De esta forma, el acceso a los estudios superiores también se complejiza para no pocas familias que tienen que hacer un esfuerzo mayor para que sus hijos e hijas puedan estudiar la carrera que han elegido. Además, a todo ello, hay que sumar el aumento del coste de la vida, que también se suma a los gastos indirectos que afrontan las familias y los estudiantes. Igualmente, becas y ayudas no han crecido al mismo nivel que la vivienda y los gastos cotidianos.
Por lo tanto, la cuestión de la vivienda es una de las más relevantes en nuestras sociedades, con derivadas en todos los sentidos. Con familias y personas dedicando más de la mitad de sus ingresos a la compra de la vivienda o al alquiler, asistimos a un escenario insostenible. Llevado al ámbito de los universitarios y universitarias, supone que no pocas personas tengan todavía más dificultades para acceder a una serie de estudios que cuentan con gastos indirectos. Nada nuevo.