Pobreza, desigualdades y territorios

Por EQUIPO AICTS / 21 de octubre de 2024

EAPN España acaba de publicar el XIV Informe El Estado de la Pobreza. Pobreza y Territorio. Comunidades Autónomas y Europa, que complementa el XIV Informe El Estado de la Pobreza en España. A lo largo de las dos últimas décadas, los informes anuales de EAPN son un indicador fiable del escenario en el que se desenvuelven nuestras sociedades en relación a la situación de las desigualdades, la exclusión y vulnerabilidad socia, los colectivos a los que afecta la misma, así como su evolución. No cabe duda de que, desde la crisis sistémica de 2008, se ha prestado una mayor atención a estos informes y estudios, que también se generan en otras entidades. El informe presentado hace unos días, no dejaba lugar a dudas. Los indicadores, no por conocidos, inciden en las tendencias que se vienen desarrollando en nuestras sociedades, con una cronificación de la pobreza y la exclusión social, el aumento de las desigualdades, el hecho de que contar con un empleo no implica salir fuera de la vulnerabilidad y la exclusión social, así como los factores y variables que inciden en las cuestiones planteadas. Igualmente, se señala el papel de las Administraciones Públicas para evitar que más personas, familias y colectivos entren en el escenario de vulnerabilidad. El dato, no deja de ser alarmante: sin las ayudas y prestaciones, más de diez millones de personas en España entrarían en situación de pobreza, hecho que se daría en la gran mayoría de las Comunidades Autónomas donde, de no existir las transferencias sociales, la pobreza se incrementaría en más de un 50%. Sin embargo, en el caso español, las medidas son inferiores para reducir la pobreza que en países de nuestro entorno, una muestra de las limitaciones de nuestro modelo de Estado de Bienestar. No cabe duda de que, al hilo de estos datos e indicadores, hay que resaltar y poner en valor de nuevo las políticas del Estado de Bienestar y sus funciones en la cohesión social y en la mitigación de las desigualdades. Pero, este hecho no implica negar la realidad de que, en la actualidad, con los cambios que se han producido en los diferentes tableros y en la estructura social, estas medidas no llegan a cubrir todas las necesidades en las que nos encontramos. El Estado de Bienestar, en una crisis permanente, tiene sus contradicciones pero, hasta la fecha, ha sido el modelo que mejor ha abordado las desigualdades y la cohesión social.

Igualmente interesantes resultan los datos sobre las desigualdades territoriales. La pobreza y vulnerabilidad han aumentado en la gran mayoría de las Comunidades Autónomas españolas, destacando de nuevo las diferencias entre el norte y el sur de España. Esta realidad, a pesar del crecimiento económico, no es una novedad, obviamente, pero incide en que las brechas estructurales no solo no se reducen sino que se amplifican. Es importante señalar que, una vez más, nos encontramos ante un escenario en el que crece la Economía y las variables macroeconómicas pero que, ese crecimiento, no se traslada a la mayor parte de los ciudadanos y ciudadanas. Ocurrió lo mismo con la salida de la crisis sistémica de 2008 pero, en la actualidad, el tablero ha cambiado lo suficiente como para que, además, no se hayan corregido esas situaciones. Al contrario, ya estamos en un nuevo sistema. Además, en el caso de España, volvemos a observar cómo el sistema productivo se centra en actividades cuyos empleos cuentan con malas condiciones y salarios en no pocos casos. Como en otras ocasiones, seguimos sin aprender.

La cuestión territorial adquiere unas dimensiones relevantes, como venimos indicando desde hace unos años. El territorio importa y se convierte en una variable determinante en las condiciones y nivel de vida. Si, hasta hace un par de décadas, se pensaba que el mismo no era tan relevante, la realidad de este periodo está basada en buena medida en el peso de la variable territorial. Y es que, los desequilibrios internos en los países occidentales se han manifestado con toda su crudeza. Desequilibrios que, en buena medida, ya estaban ahí, pero ahora se han hecho explícitos. Reino Unido, Estados Unidos, Francia, Alemania... todos los países tienen unas desigualdades territoriales estructurales que, con los cambios de las dos últimas décadas, están dando lugar a otras dinámicas económicas, políticas, sociales y culturales. Desindustrialización, élites deslocalizadas, apuestas por sectores como el turismo, emigración de jóvenes, envejecimiento, etc., son indicadores de cómo estas zonas se van quedando relegadas. Y, en el caso de España, norte y sur sigue siendo una brecha determinante pero, no hay que olvidar las regiones periférocas que se van quedando relegadas. Es lo que ocurre en territorios como Castilla y León, buena parte de Aragón, las zonas de Castilla - La Mancha que no colindan con Madrid, Extremadura, el norte de Andalucía, Cantabria, Asturias, La Rioja, Galicia... Un drama. Y, todo ello, sin olvidar que en las zonas más dinámicas, en las grandes ciudades, también se da una desigualdad estructural. El estudio de EAPN, una vez más, vuelve a poner de manifiesto el papel de las políticas públicas, como se ha señalado pero también cómo, las mismas, precisan de ser ampliadas.