Pobreza infantil, vulnerabilidad y cuestiones de agenda  

Por EQUIPO AICTS / 4 de junio de 2017


La ONG Educo acaba de presentar un nuevo informe en el que se señala que en torno a 580.000 niños y niñas de toda España pasarán solos las tardes del verano. Los encargados de dicho estudio han indicado que el motivo se debe que sus padres y madres pertenecen al colectivo de los "trabajadores pobres" que no cuentan con recursos para poder pagar actividades extraescolares para sus hijos e hijas. Además, estos trabajadores y trabajadoras también cuentan con mayores posibilidades de encontrar empleo en el periodo estival dentro del sector turístico no cualificado, especialmente. Educo también indica que este grupo de niños y niñas en esa situación ha aumentado desde 2009, prácticamente se ha duplicado, y que son las redes familiares las que han mitigado el escenario. Además, también pone el acento en los denominados "niños de la llave", que a partir de los 11 o 12 años reciben la llave de su domicilio y están solos con los riesgos que supone en relación a conductas de riesgo vinculadas al alcohol y las drogas, la mala alimentación o la exposición a determinados contenidos en Internet.

Es evidente que en ocasiones se minusvalora el impacto en la infancia y los adolescentes de la falta de acceso a determinados recursos o actividades. Las familias de muchos niños y niñas en riesgo de pobreza y exclusión social no pueden permitirse el irse al menos una semana de vacaciones, o el participar en determinadas actividades extraescolares. Este hecho tiene un impacto en el proceso social del niño/a que, en otro orden cosas, nos lleva también a cuestiones vinculadas a los capitales sociales y culturales. Es interesante también constatar la situación de vulnerabilidad en la que quedan estos niños y niñas, estos adolescentes, que en ocasiones pasan mucho tiempo en soledad. Además, indicadores como el AROPE hacen hincapié en el peso de determinadas variables en las situaciones de exclusión social, entre ellas el poder irse de vacaciones al menos una semana al año o la diversidad de la alimentación.

Pero estos indicadores, y los procesos en los que ponen el acento entidades como Educo, Save the Children o Unicef, nos llevan a reflexionar sobre la cuestión de la pobreza infantil y su visibilidad. En un país como España en el que uno de cada tres niños se encuentra en esa situación, según datos de estos organismos, la pobreza infantil aparece en la agenda a partir de situaciones o datos como los publicados estos días por Educo, o también cuando se hizo hincapié en que muchos niños y niñas no iban a poder contar con una alimentación adecuada por el cierre de los comedores escolares en verano. La pobreza infantil es una de las principales problemáticas de nuestra sociedad porque este colectivo es vulnerable y absolutamente dependiente. Los niños y niñas dependen de la situación de su hogar, no cuentan con los medios para salir por sí solos de esa situación, al contrario. La crisis ha precarizado las condiciones de vida de buena parte de la sociedad, especialmente los colectivos que ya estaban en situación de vulnerabilidad antes de la crisis. Además, el recorte de las transferencias sociales supone la reducción de oportunidades de mitigar o corregir esa situación.

Es necesario retomar el papel de las políticas públicas para afrontar este escenario, teniendo en cuenta que la desigualdad, como la vulnerabilidad, genera más desigualdad y vulnerabilidad. No prestar la atención necesaria a este escenario, o hacerlo en un momento puntual cuando aparece una noticia alarmanente o impactante, es un grave error y también una muestra del tipo de sociedad que se está institucionalizando. Que también parte de la acción para luchar contra estos procesos quede en manos del Tercer Sector o las ONGs es un indicador de los tiempos que estamos viviendo. La presencia en la agenda pública de estas cuestiones debe ser constante y, aunque estemos "bombardeados" de datos e indicadores sobre ellas, aunque incluso ya las veamos como "lágrimas en la lluvia", no debemos dejar de prestar atención, analizar la situación, denunciarla y buscar soluciones.