El cambio de modelo social y de sociedad

Por EQUIPO AICTS / 4 de diciembre de 2018


El periodista de El Confidencial Esteban Hernández ha escrito uno de los artículos del año: "Todos los males de nuestra época, sintetizados en una muerte". En el mismo, Hernández parte del suicidio de una vecina del barrio madrileño de Chamberí, Alicia V.M., que iba a ser desahuciada de su domicilio. El escenario no es nuevo y, a través de este horrible hecho, el autor disecciona las causas globales y estructurales del mismo. Es decir, y a diferencia de otros análisis a los que estamos acostumbrados, no se queda en esa situación concreta sino que aborda los factores que le han determinado. En general, muestra la evolución de una sociedad que ha visto cómo el peso de la Economía se ha impuesto, que ha tenido un impacto determinante en el acceso y situación de la vivienda, pero que va más allá, indicando cómo se encuentran las políticas públicas tras años de recortes y ajustes, y volviendo la mirada hacia el estado de soledad e indefensión de los individuos en un mundo posmoderno individualista en el que los lazos afectivos se han ido reduciendo y/o debilitando.

La habilidad de Hernández para interrelacionar todos estos factores nos pone frente a una transformación no solo del modelo social sino de la propia sociedad. Desde AICTS hemos venido analizando estas situaciones desde hace unos años y la realidad es mucho más compleja de lo que a simple vista puede parecer. Más allá de los grandes datos macroeconómicos, más allá de la incapacidad de las alternativas para dar salida a esta situación, cuando se plantean porque en ocasiones ni están ni se les esperan, la realidad es que la situación de buena parte de los ciudadanos y ciudadanas es peor que hace una década. Imbuidos en un individualismo y consumismo dominante, el día a día muestra las dificultades para llegar a fin de mes, la precariedad del trabajo, la exigencia del sistema ya no para progresar sino para sobrevivir, las dudas sobre el futuro de nuestros hijos y nietos, el escenario de los colectivos más vulnerables, etc. Los desahucios, y sus extremas consecuencias como el caso de Alicia V.M., son una de las caras de este proceso.

La realidad es que el futuro se presenta mucho más complejo todavía. Aunque hay corrientes que tratan de evitar este proceso, o al menos corregirlo, no está claro que puedan ser suficientes frente a las fuerzas globalizadoras y neoliberales por un lado y, por el otro, al crecimiento de discursos populistas extremistas que presentan soluciones que no se pueden llevar a cabo pero que van calando en una parte de la sociedad, agarrada como un clavo ardiendo a una posible tabla de salvación. Curiosamente, dos polos que van en dirección contraria se encuentran en la misma consecuencia y las corrientes que dieron lugar al modelo social del Estado de Bienestar, de cohesión social y de corresponsabilidad se encuentran hace mucho tiempo en retirada, tanto por sus contradicciones internas como por las poderosas fuerzas externas que las han desplazado.

Hernández plantea además un hecho fundamental como son los lazos entre los individuos. Esta cuestión no es anecdótica, al contrario. Alicia V.M. vivía sola, los últimos indicadores y proyecciones del Instituto Nacionall de Estadística (INE) muestran el aumento de los hogares unipersonales. Vivimos en sociedades y en un modelo que deja de lado el valor de los lazos afectivos y emocionales entre los individuos. Vale que la modernidad se basaba en parte en el individualismo, en la potencia del individuo y sus posibilidades, y en la ruptura de los lazos comunitarios tradicionales que, en no pocas ocasiones, habían sido restrictivos. Pero de ahí se paso a un individualismo consumista de la posmodernidad y en la entronización de un narcisismo atosigante. Del ser al tener nunca tuvo tanto sentido. En la actualidad, como apunta Hernández, se reducen los contactos familiares y las personas viven más aisladas las unas de las otras, en un modelo que no deja espacios ni tiempos para el encuentro entre las personas. Sí, la familia fue la clave para evitar mayores consecuencias de la crisis, pero puede que fuese su canto del cisne en ese sentido porque las siguientes generaciones no contarán con los recursos de sus padres y abuelos, no habrán podido ahorrar por contar con un mercado de trabajo más inestable. Y las familias se reducen, sólo hay que ver la situación de la fecundidad y la diferencia entre el número de hijos tenido y el deseado, como también apuntaba Héctor G. Barnés en el mismo El Confidencial. El debilitamiento de los lazos afectivos entre las personas también ha tenido estos meses un ejemplo muy interesante en la nueva novela de Isaac Rosa, Feliz final (Seix Barral), sobre las consecuencias del mundo en el que vivimos y de la inestabilidad económica sobre las relaciones de pareja, dando lugar a una visión muy esclarecedora sobre la situación.

El escenario es muy complejo, mucho más de lo que parece a simple vista. El mundo acelerado en el que nos encontramos no da pausa, al contrario, nos lleva a no pararnos a mirar a nuestro alrededor y observar qué está pasando y cómo nos está afectando. Mientras tanto, seguimos en un proceso demencial al que se unen, inevitablemente, el descenso de las políticas sociales y la reducción de las transferencias sociales. El modelo de cohesión social que representaba el Estadode Bienestar, con sus limitaciones y contradicciones, ha sido una excepción en el devenir de la Historia, pero no debemos permitir que se quede en eso, en una excepción, sino que debemos retomar la senda del mismo y adaptarlo a los nuevos tiempos. De lo contrario, las desigualdades, que nunca se fueron, seguirán aumentando como lo están haciendo en los últimos años.