Poner el acento en la situación de los jóvenes

Por EQUIPO AICTS / 25 de octubre de 2021

En las últimas semanas se han producido varias noticias que analizan y alertan de la situación de la juventud española. Es cierto que esta categoría es heterogénea y amplia, especialmente a la par que han ido cambiando los diferentes procesos y ritos de paso a la edad adulta, vinculados en nuestro sistema con la entrada en el mercado laboral y la emancipación residencial. Sin embargo, la realidad es que año tras año vamos analizando y reflejando un escenario que, lejos de mejorar, empeora. Y, lamentablemente, en ocasiones parece como si la solución fuese poco menos que imposible. La vulnerabilidad de los jóvenes es una constante que implica consecuencias tanto para los afectados como para la cuestión de los derechos, la ciudadanía y la cohesión social. Son numerosas las ocasiones en las que, en estos años, hemos escrito sobre los jóvenes en el Blog de AICTS. Con la pandemia de la covid-19, varios de los riesgos a los que se enfrentan se vieron acrecentados. 

Los jóvenes españoles se encuentran entre los que más paro cuentan en su entorno europeo, los que vienen de unas cifras más elevadas de fracaso escolar, los que poseen menores niveles de ingreso y más precariedad en el mercado de trabajo, de los que más dificultades encuentran en la emancipación y en el acceso a una vivienda en alquiler y en propiedad, consecuencia obviamente de ese mercado de trabajo que no les pone las cosas fáciles... Obviamente, como decíamos, la situación de los jóvenes es heterogénea, hay parte de los mismos que no responde a los patrones señalados, lo que nos lleva a señalar el peso de las condiciones de partida relacionadas con los orígenes socioeconómicos familiares. Pero, la mayoría de los jóvenes se enfrenta a la incertidumbre y la inestabilidad, lo cual dificulta y retrasa proyectos de vida. Luego, nos seguimos sorprendiendo de las bajas tasas de natalidad en un entorno que no lo pone nada fácil.

Hace unas semanas, El País recogía indicadores de un estudio de la OCDE y constataba que España contaba con el mayor número de jóvenes "ninis", un concepto que tiene no pocas connotaciones y que ha sido instrumentalizado en muchas ocasiones, superada únicamente por Italia. Lo cierto es que venimos, como se ha señalado al comienzo de este artículo, de unas elevadas tasas de fracaso escolar, aunque se han conseguido ir reduciendo en la última década, lo que da lugar a que haya muchos jóvenes que no estudian ni trabajan. Es una de las grandes debilidades de nuestro sistema educativo, que todavía no consigue reducir ese indicador a los niveles marcados por la Unión Europea. Un fracaso escolar que guarda también relación con variables socioeconómicas y de origen del alumnado afectado. Sin embargo, en el caso de los "ninis", también habría que observar cuántos de esos jóvenes identificados bajo esa categoría responden a situaciones de imposibilidad de encontrar un empleo.

Igual de relevante, o más, fue el estudio al que hacía referencia un artículo de El Confidencial sobre cómo los jóvenes tenían mayores niveles de ansiedad ante el riesgo de perder su empleo lo que implicaba una incertidumbre sobre su salario futuro. Este artículo recogía los datos de un interesante trabajo del Banco de España bajo el título Income Risk Inequality: Evidence from Spanish Administrative Record, que ha sido elaborado por un grupo de investigadores e investigadoras a partir de la Muestra Continua de Vidas Laborales de la Seguridad Social. Esta ansiedad e incertidumbre es una consecuencia lógica de un mercado laboral que penaliza a nuestros jóvenes y que dificulta sus pasos a la edad adulta, entendida como esos procesos institucionalizados y ritualizados en relación a los proyectos de vida. ¿Cómo los jóvenes no van a sentir incertidumbre ante un escenario que genera una vulnerabilidad y la reproduce? Empleos flexibles, salarios bajos, contratos temporales, etc., son una constante cuando se observa el mercado laboral en el que ingresa este colectivo. 

Cuando hace unos meses, Ana Iris Simón se convirtió en un fenómeno editorial con su recomendable novela Feria (Corazón de Tiza, 2020), lo hizo en buena medida por hacerse unas preguntas pertinentes para una persona que, comenzando la década de sus treinta años, observaba cómo esa precariedad de su vida era muy diferente a la situación que tenían sus padres en la década de los noventa del siglo pasado. Las soluciones a esta situación llegarán con mejores oportunidades laborales, con un mercado de trabajo que no penalice a este colectivo. Ciertamente, el escenario no es fácil para nadie, lo estamos viendo en la última década y media pero, una vez más, son los jóvenes los que están entre los grupos a la cabeza de esa vulnerabilidad.