Familias monoparentales y vulnerabilidad

Por EQUIPO AICTS / 22 de noviembre de 2021

Uno de los colectivos vulnerables y en riesgo de exclusión social lo forman las familias monoparentales, especialmente si están encabezados por una mujer, como suele ser la realidad. En el año 2020, la Encuesta Continua de Hogares, publicada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), recogía casi dos millones de hogares monoparentales, de los cuales el 81,35% estaban encabezados por mujeres. Con respecto al conjunto de los hogares, los monoparentales representaban el 10,41%. Es decir, uno de cada diez. Es un fenómeno creciente ya que, desde 2014, cuando se recoge el primer dato de dicha encuestta, los mismos eran el 9,54%. En cuanto al número de hogares monoparentales, estos han aumentado un 11,72% en el periodo 2014 - 2020. Una realidad que, como decíamos, afecta en mucha mayor medida a las mujeres que, especialmente en situaciones de separaciones y divorcios, se hacen cargo en mayor medida de las custodias de los hijos. 

La vulnerabilidad de este colectivo lleva tiempo siendo analizada ya que, en general aunque de nuevo hay que incidir en que nos encontramos ante un fenómeno heterogéneo, cuando en un hogar solo hay un ingreso y una persona que realiza las tareas domésticas, las dificultades son mayores. En este sentido, ya estaba identificado el grupo de mujeres cabeza de familias monoparentales como uno de esos grupos en los que mayor riesgo existe de entrar en la vulnerabilidad socia. Se mezclan diferentes factores, además de los mencionados, ya que aparece también una mayor presencia de empleos precarios e inestables. También existen muchas más dificultades en relación a la atención de los hijos e hijas ya que las funciones que realizan dos personas tienen que ser llevadas a cabo por una sola. De esta forma, por ejemplo en el ámbito educativo, esta persona tiene que multiplicarse. En definitiva, una situación más compleja reivindicándose continuamente una mayor atención por parte de las políticas públicas.

El impacto de la covid-19 ha sido todavía mayor para el colectivo de las familias monoparentales, con independencia de su sexo, en el sentido de aumentar su vulnerabilidad social. El País recogía hace unas semanas los resultados de un informe que había llevado a cabo EAPN España. Los resultados no podían ser más concluyentes. Una de cada siete personas que criaban solas a sus hijos sufrieron durante 2020 carencias graves en su hogar. Los testimonios son elocuentes, mujeres que señalan su experiencia de la crianza en solitario de sus hijos a lo largo del confinamiento y escenarios de pérdida de empleo, por ejemplo. De esta forma, la vulnerabilidad, como decíamos, se incrementa.

Sin duda alguna, las características de este colectivo suponen un importante factor de riesgo de exclusión social, como bien reflejan estudios como el señalado. Es un colectivo heterogéneo, lógicamente, y habrá personas que no respondan a este perfil, pero es un hecho que su escenario es complejo. Son necesarias políticas públicas que avancen en sistemas de protección más profundos, especialmente en colectivos más vulnerables. Sin embargo, no es menos cierto que volvemos a encontrarnos con una desigualdad de naturaleza estructural que se va incrementando a medida que el mercado de trabajo se precariza en mayor medida o que aumentan los precios de la vivienda, en propiedad o en alquiler como ya hemos señalado en otros artículos de este blog