Inflación y euríbor

Por EQUIPO AICTS / 10 de octubre de 2022

A lo largo del último año, aproximadamente, la desigualdad ha ido creciendo en nuestras sociedades a través del incremento de precios en todos los ámbitos. Al mismo se sumó el aumento del euríbor, el tipo de interés promedio que determina la variación de préstamos e hipotecas sometidos a revisión. El impacto de estos dos procesos sobre las rentas disponibles y la calidad de vida de ciudadanos y familias está siendo altamente significativa. De hecho, nos encontramos en un escenario en el que las desigualdades volverán a incrementarse y en el que muchos hogares se están viendo obligados a hacer recortes significativos en sus compras y necesidades. Como decíamos, es una cuestión de la que ya venimos escribiendo en los últimos meses, pero hay que seguir incidiendo en la misma.

La inflación se ha disparado hasta niveles desconocidos para algunas generaciones. De hecho, para muchas personas la inflación se recuerda como una noticia presente y recurrente en las décadas de los setenta y ochenta del siglo XX. A partir de la década de los noventa, la inflación tuvo una menor presencia en nuestra vida cotidiana, en el sentido de que estaba más controlada y se acompasaba con el aumento de las rentas disponibles. El aumento de los precios tuvo un momento importante con la implantación del euro, en 2001, cuando los mismos crecieron para adaptarse a la nueva moneda común. Sin embargo, la inflación no aparecía entre las preocupaciones de la sociedad.

El caso del euríbor muestra también una evolución marcada por el contexto. Recordemos toda la cuestión de la "burbuja inmobiliaria" ocurrida en España a finales de la década del siglo XX y parte de la primera del siglo XXI. Un momento en el que se produjo un acceso al mercado de la vivienda en propiedad de generaciones que vieron retrasada su emancipación, un momento en el que la construcción de viviendas se incrementó hasta límites insospechados, por encima de las necesidades del país. Y, tampoco puede olvidarse, un escenario en el que el acceso al crédito bancario se facilitó en buena medida para adquirir esas viviendas. Son momentos de un alto precio de la vivienda y de los intereses bancarios. Hipotecas suscritas a treinta años, o más, eran habituales. El esfuerzo de las familias para pagar sus hipotecas era elevado. 

La crisis de 2008 vino a sacar a colación numerosas debilidades de este sistema. Ciertamente, no hubo un impacto sobre la inflación pero sí sobre el ámbito de las hipotecas y del precio del dinero. Como recordamos, la cuestión de los desahucios se convirtió en una realidad cotidiana en España, debido a que muchas personas y familias no podían afrontar el pago de sus préstamos, hipotecas o alquileres. La crisis se llevó por delante esa "burbuja inmobiliaria", junto con numerosos puestos de trabajo. A su vez, la precarización de la vida aumentó, se flexibilizó el mercado de trabajo y las condiciones laborales en no pocos casos se vieron afectadas. En relación a las hipotecas y el euríbor, la situación fue otra ya que descendió en esos años posteriores a 2008, dando lugar a una situación en la que las familias no tuvieron que estar pendientes del "susto" que les podía dar esa variación al alza.

Pero si con la crisis sistémica de 2008 nos cansamos de hablar del concepto de "tormenta perfecta", en relación a todos los cambios que se fueron dando, en 2022 estamos de nuevo en un escenario similar. Ocurre que, en relacióna a 2008, estos cambios van a mayor velocidad. Junto con el punto de inflexión de la pandemia Covid-19, con sus consecuencias ya descritas, y las medidas tomadas para afrontarla, los cambios políticos, económicos y geoestratégicos están viniendo para quedarse. Y en este contexto, en el ámbito macro, es donde están dándose situaciones que están afectando a unas familias y ciudadanos que viven de nuevo en la incertidumbre y en un riesgo ampliado. Y, otra vez, los colectivos más vulnerables y en situación de exclusión social son los más afectados, pero también esas clases medias que habían visto como su ascensor social se cortaba en 2008. Ahora, el aumento de precios de los bienes básicos, de la energía y el incremento del euríbor supone un cóctel complejo que ha aumentado los gastos, reducido el dinero disponible y de nuevo recortado la capacidad de ahorro de buena parte de la población. El encarecimiento del euríbor da lugar a que las hipotecas sujetas a ese tipo de interés puedan encarecerse hasta 200 euros al mes. Casi nada.

Sin duda alguna, otro momento de inflexión que coincide con numerosos debates políticos y sociales sobre nuestros tipos de sociedades, con un impacto también en el ámbito ideológico. La desigualdad es el caldo de cultivo para que germinen propuestas que suponen retrocesos inimiganibles hace unas décadas. Son respuesta sistémicas también las que necesitamos, no parches ni tiritas.