Medidas para afrontar una nueva crisis

Por EQUIPO AICTS / 17 de octubre de 2022

Nuestra última década y media está siendo un tobogán de cambios acelerados y sucesos que condicionan y determinan el porvenir de sistemas, sociedades y ciudadanos. Como si la aceleración propia de nuestros tiempo se hubiese intensificado. Bauman y compañía tendrían importantes materiales para escribir y teorizar, aunque con las bases que nos dejaron tenemos numerosas herramientas. Globalización, neoliberalismo, revolución tecnológica, digitalización, cambio climático, etc., son algunos de los procesos que en esta década y media se han convertido en más presentes si cabe. No es que el pasado fuese un lugar al que volver, no es una cuestión nostálgica. Si el optimismo de la década de los noventa del siglo XX y de dos tercios de la primera del XXI nos hizo creer en ese modelo de avance permanente y creer en un progreso ilimitado, es también porque no supimos o no quisimos ver las señales de lo que estaba por venir. 

La crisis sistémica de 2008 supuso el primer golpe en la mesa de un sistema que parecía robusto pero que hacía aguas por muchos frentes. Una crisis financiera que derivó en algo más, mucho más. Una transformación de nuestras sociedades que supuso una especie de huida acelerando todavía mucho más los mecanismos que habían dado lugar a esa crisis. Fue un momento durísimo porque las medidas que se tomaron para atajarla abrazaban la ortodoxia económica y dejaban de lado el intervencionismo que había sido clave con la creación del Estado de Bienestar y el keynesianismo. El neoliberalismo también afectaba a los valores que iban marcando una época, con el individualismo y el consumismo como ejes vectores.

Si la crisis sistémica de 2008 contó con unas recetas que ahondaron más sus consecuencias, aunque el intervencionismo se produjo en favor del sistema bancario con el rescate al mismo, la pandemia del COVID-19 derivó en otras medidas. Era obvio que no podía volver a caerse en el mismo error, al contrario. En ese momento el camino debía ser otro. Aunque seguramente se podría haber llegado más lejos en unos cambios de carácter más estructural, no es menos cierto que las medidas que se tomaron contribuyeron a reducir el impacto de la crisis derivada por el COVID-19. Sin embargo, no hay que olvidar que las bases de las desigualdades ya estaban marcadas y que, en líneas generales, fueron sectores con trabajo muy estacional o temporal los más afectados por esta situación. En un país como España, el turismo por ejemplo fue uno de ellos.

Las medidas para afrontar el impacto de la pandemia fueron en la dirección de ese intervencionismo estatal demandado por los defensores de un modelo de sociedad más corresponsable. Aunque el camino del Estado de Bienestar no se puede comparar por ser dos momentos diferentes, no es menos cierto que en ese momento se precisaban actuaciones que recordaban al espíritu de su nacimiento y desarrollo. En el marco de los principios de sostenibilidad y digitalización se estructuraban algunas de las medidas, aunque cabía recordar que también las mismas contaban con sus riesgos y debilidades. Y, en ese sentido, se han puesto sobre la mesa las mismas. 

Con este escenario llegó 2022 y la invasión de Ucrania y todo lo que está conllevado. A su vez, también crisis energética, de suministro, cambio climático acelerado, etc. Y, de nuevo, las respuestas a esta crisis deben darse en una dirección o en otra. En una ortodoxia económica y en la austeridad o en unas medidas que aborden el escenario con valentía y que incidan en que la desigualdad no se dispare. Al contrario. Y en esas estamos, en un momento altamente complejo con un tablero geopolítico definido, para algunos una nueva guerra fría. Y con la globalización en el disparadero, con partidos y tendencias iliberales creciendo, con la precarización de las clases medias, etc. En definitiva, más cohesión social, sociedades que apuesten por principios que se ha demostrado que funcionan. Lo hemos señalado en otras ocasiones, son momentos diferentes, pero habrá que apostar por medidas que incidan en una salida que no pase por un neoliberalismo mucho más desbocado si cabe.