Los trabajos del pasado sin un futuro

Por EQUIPO AICTS / 12 de diciembre de 2022

Llevamos décadas con un mantra que nunca cesa: "los trabajos del futuro no han sido inventados". No sabríamos poner autor o autora a la cita porque esto lo llevamos escuchando tan reiteradamente que es algo que se da de forma continuada. Los que firmamos este Blog, desde la década de los noventa del siglo XX. Casi nada. Es obvio que los cambios del sistema productivo, las revoluciones tecnológicas, la automatización, el descenso de la Industria... y así podríamos seguir, iban a reconfigurar este mundo. Pero, por otra parte, nos encontramos numerosas disonancias y paradojas, fruto del mundo en el que nos movemos. Hace mucho que las certezas del pasado, vinculadas a la formación, la posibilidad de realizar una carrera, etc., se fueron. Ya lo escribieron muy bien Richard Sennett o Zygmunt Bauman, entre otros muchos. Ahora, y especiallmente para los grupos más jóvenes, pero no únicamente para ellos, la inclusión en el mercado laboral se ha hecho más complicada con situaciones de precariedad, incertidumbre, desempleo, etc. Lo que en el pasado se veía como una excepción o, cuando se daba, que también ocurría, como una etapa coyuntural, ahora es más estructural. Nuestro sistema productivo se ha ido terciarizando a gran velocidad, pero lo ha hecho en un sentido vinculado a la precarización de los salarios y de las condiciones laborales. De esta forma, lo que tendría que haber sido un avance en la dirección contraria, mejorar la situación de estos empleos... pero nada. 

Así, llevamos tres décadas por lo menos "viniéndonos arriba" con aquello de los trabajos del futuro que no han sido inventados. Vinculados no pocos de ellos al avance tecnológico, se pueden rastrear en numerosos artículos y reportajes. No es baladí que, además, al sistema educativo y formativo se le eche en cara continuamente que no forma a las personas para ese mercado laboral del futuro o del presente, que cada uno decida, ya que sus contenidos no responden a las demandas del mercado... Por cierto, que en estos mensajes también hay un contenido utilitarista pero eso es otra cuestión. En definitiva, trabajos que no han ido apareciendo, por mucho que en determinados ámbitos, por ejemplo la Formación Profesional y las ramas y familias que se han ido desarrollando, se esté produciendo una respuesta a esas necesidades de la sociedad. Y también desde la Universidad, pero a un ritmo más lento. Sin embargo, en esa visión que se nos muestra aparecen situaciones en las que no parece que vaya a ser muy necesaria una elevada cantidad de trabajadores y trabajadoras. Al contrario, con los procesos de automatización estos tienen cada vez una menor cabida, no habiéndose encontrado respuestas a esta situación. En consecuencia, los trabajos del futuro quedan lejos y no parecen que vayan a ser tantos como los necesarios.

Por otro lado, las nuevas formas de trabajo, el papel de las plataformas, la flexibilización y la inestabilidad van generando una precariedad e inestabilidad cada vez más amplia y que afecta a un mayor número de trabajadores y trabajadoras. Por un lado, la situación de los autónomos, convertidos hace tiempo en emprendedores. Se suele prestar atención a este colectivo de nuevo a partir de mensajes paradójicos y disonantes. Tras la visión del emprendimiento como un mantra de nuestro tiempo quedan escenarios de precariedad, de proyectos que no salen adelante, etc. Y qué decir de las plataformas, la "uberización" de empleos y sus consecuencias en todos los sentidos. Al final, la desigualdad se va acrecentando y va afectando a más capas sociales, especialmente como decíamos a unos jóvenes que tienen cada vez una situación más compleja para la inclusión laboral. O a los que les cuesta mucho más que antes llegar a una estabilidad que les permita un proyecto de vida.

Como decíamos al comienzo del artículo, los empleos del futuro nos están esperando pero no llegan y, si lo hacen, será para unos pocos. Unos pocos, precisamente, que cuenten con los medios para formase y con los capitales sociales y relacionales, para acceder a ellos. Necesitamos una sociedad que pueda ofrecer unas condiciones de trabajo dignas y que permitan proyectos de vida. En nuestras realidades, este escenario va cada vez en un mayor retroceso, afectando negativamente a la cohesión social. No cabe duda de que tenemos que imaginar un futuro mejor, y no solo imaginarlo, sino construirlo, pero hay condiciones estructurales que no ayudan.