Los efectos de la digitalización
Por EQUIPO AICTS / 02 de octubre de 2023
En las últimas semanas, se han intensificado los debates sobre la Inteligencia Artificial (IA) y sus consecuencias. Determinados sucesos, como por ejemplo el uso de la misma para manipular imágenes, o todo lo que ha venido señalándose acerca de ChatGPT y similares aplicaciones, están dando lugar a demandas, incluso desde sus propios creadores, de la regulación de la IA. Pero, por otro lado, no faltan las voces vinculadas al determinismo tecnológico que inciden en que sus beneficios son mucho mayores que los perjuicios que puedan generarse, y que no hay que dejar de lado el progreso, al contrario. En en lado contrario, no podemos hablar de que existan luditas contra las TIC, porque la grandísima mayoría de las personas aume que es el contexto en el que nos ha tocado vivir, amén de las consecuencias positivas de las tecnologías. Pero, obviamente, parece que hemos entrado en un nuevo estadio.
Como decíamos, este proceso se ha venido acelerando claramente en los últimos años. No cabe duda de que, tras dos décadas y media de universalización de Internet, y de su progresiva insititucionalización en todos los ámbitos de la vida, las ventajas son más elevadas que las desventajas, aunque no podemos negar que estas últimas existen y son muy profundas, como veremos. Internet y las TIC han permitido tantos avances que enumerarlos es rídiculo. Se han producido ingentes esfuerzos en una digitalización que, con la pandemia del Covid-19, se ha dado una aceleración de la misma. Es un punto de inflexión determinante y clave, como hemos visto en otros artículos de este Blog, y en el que también se produjeron enormes paradojas. Pero, algo cambió para siempre y el grado de implementación de las comunicaciones online (¿qué ha sido de Skype sustituido por Zoom, Teams y Google Meet?), del comercio online (Amazon como gran triunfador), o de las plataformas digitales (Netflix, Amazon Prime, Disney +, HBO Max, etc.), que han transformado nuestra forma de ocio en buena medida, de consumo de televisión y cine, es ya indiscutible. Claro que, de ahí a caer en un determinismo tecnológico, como se apunta desde diferentes ámbitos, algunos institucionales, hay varios saltos.
No es oro todo lo que reluce. Comenzando porque Internet no ha sido, hace mucho, ese paraíso de la libertad y de la interrelación directa, de la democracia en suma, que nos prometieron. Ahí están los cuestionamientos de la deriva de Internet a cargo de promotores y defensores de sus inicios, como Jaron Lanier o Douglas Rushkoff. Precisamente de este último acaba de salir traducido su último libro, La supervivencia de los más ricos (Capitán Swing), un recomendable recorrido por esas élites de Silicon Valley cuyas empresas están situadas entre las más importantes del mundo. A lo largo del mismo, lamenta la deriva de Internet y cómo su vinculación con el capitalismo ha dado lugar a un escenario imprevisible hace dos décadas y media. A estas cuestiones, habría que añadir todo lo relacionado con la privacidad, los datos, la seguridad, etc. Y todo lo vinculado a la robotización y digitalización de puestos de trabajo, otro punto determinante.
Especial importancia tiene la situación de los niños, adolescentes y jóvenes y su relación con las tecnologías. Nadie niega que es el mundo que les ha tocado vivir, con sus pros y contras como decimos. Es un hecho que, como señalan la mayoría de los análisis, son "nativos digitales", aunque habría que precisar ese término, hecho que no es objetivo de este artículo. Su mundo de interrelación y comunicación es el de las pantallas, la imagen y las Redes Sociales. El sistema educativo, que va por detrás de la sociedad (esto es una obviedad y, una vez más, pedir al sistema educativo que solucione todos los problemas, pues es imposible), está haciendo esfuerzos también en esa digitalización, aunque también sufra las consecuencias de la misma. Pero, como hemos indicado, en estos colectivos también se entra en situaciones de riesgo vinculadas al uso de las TIC, Internet, las Redes Sociales y ahora la IA. La alfabetización digital es fundamental para evitar estos escenarios, pero también parece imposible que se puedan superar ciertas situaciones que estamos viendo.
La digitalización también genera desigualdades, como venimos indicando desde hace tiempo. No es una novedad, pero no está de más volver a recordarlas. No todo el mundo está en igualdad de condiciones antes las TIC. Las barreras de acceso fueron superadas hace tiempo por las de uso, y eso que la pandemia del Covid-19 demostró que parte de las primeras todavía estaban presentes. Los procesos que estamos viviendo, la época en la que nos encontramos, acrecentarán estas desigualdades. Digitalización, robotización y uso de las tecnologías no llegan a todos los estratos por igual, aumentando las brechas dentro de la estructura social entre las partes de arriba y las de abajo, como muestra una reciente investigación en regiones europeas del Instituto INGENIO (CSIC-UPV) y la Universidad de Oslo, recogida en ETHIC. Numerosos dilemas y retos a los que hacer frente y, en ellos, tienen que desempeñar un papel central los Estados y las Administraciones Públicas.