La situación del sector agrario

Por EQUIPO AICTS / 12 de febrero de 2024

El mes de febrero ha estado marcado, hasta la fecha, por la movilización del sector agrario en España. No es ninguna novedad en relación al contexto europeo, donde estos procesos han sido recurrentes desde hace años, especialmente en Francia. Tampoco en el caso de España, aunque no es menos cierto que no se había dado un salto como así ha ocurrido en estas semanas. Hace dos años, ya se produjeron tractoradas con el objetivo de incidir en la situación del sector primario. Es una cuestión que viene de lejos y que, como tampoco podía ser de otra manera, ha levantado no pocas polémicas y visiones sobre este escenario. De lo que no cabe duda es que la situación del sector primario es muy compleja y que se encuentra con respiración asistida desde hace décadas.

Lo ocurrido en el campo español, como en buena parte del resto de Europa, responde a procesos globales y de la división internacional del trabajo. Además, los acontecimientos de las últimas décadas han afectado negativamente a su situación. El medio rural español se encontraba en unos cambios que Luis Camarero ha descrito de forma acertada en no pocos artículos, siendo una de las voces más autorizadas sobre la cuestión. La desagrarización, descampesinización y desfamiliarización del mismo ha dado lugar a un escenario totalmente diferente. La integración de España en la Unión Europea también implicó una transformación del medio rural y del sector primario, encuadrado en ese marco. La Globalización no hizo otra cosa que acentuar este proceso. El sector primario, por lo tanto, iba reduciéndose paulatinamente, acuciado por la falta de un relevo generacional que, en la actualidad, ya se antoja casi imposible. No es menos cierto que, en un país como España, también se había minusvalorado el medio rural y el sector primario, como un estadio a superar. Ha costado mucho superar este relato, aunque no es menos cierto que la lucha contra la despoblación del medio rural no está teniendo los resultados deseados, así como genera disonancias en relación a la situación del sector primario.

Con la Unión Europea y la Política Agraria Común (PAC), las regulaciones sobre la agricultura y la ganadería quedaban sujetas a las mismas, lo que daba lugar a algunas paradojas. Las ayudas comenzaron a ocupar un lugar determinante en las economías de los agricultores y ganaderos que, hace tiempo, trabajan a pérdidas. Es decir, la ratio coste-beneficio del producto en sí mismo, sin las ayudas, es deficitaria. Igualmente, hay que tener en cuenta que el medio rural y el sector agrario español es bastante heterogéneo, presentando una elevada diversidad en función de los territorios. Así como hay zonas que son latifundistas, otras están basadas en pequeños propietarios. Es este modelo el que está más en cuestión ya que además de las dificultades para vivir del sector primario, hay que tener en cuenta los procesos de concentración de tierras y propiedades en pocas manos, no pocas de ellas ajenas al territorio. De esta forma, se produce un desarraigo profundo que está transformando el mapa agrario español. En el caso de la ganadería, la situación es todavía más complicada.

Las reivindicaciones del sector primario pasan por esa situación de trabajar a pérdidas, con un descenso de los precios de sus productos y un aumento de los costes. Estos últimos han sido más relevantes en los dos últimos años con el aumento de la inflación, de los combustibles, etc. Además, se acusa a otros países de una competencia desleal, en tanto en cuanto no tienen que asumir el elevado número de controles que impone la Unión Europea. Si bien no se niega la necesidad de los mismos, no es menos cierto que genera una situación de desigualdad. Igualmente, la burocratización y digitalización, así como el marco de la sostenibilidad, que no es negado tampoco, pero que no tiene en cuenta ciertos impactos, son cuestiones que están encima de la mesa. En definitiva, como señalaba Esteban Hernández, es un escenario en el que un sector parece quedarse fuera del tiempo y no tiene futuro.

En esta situación, las respuestas que se han venido dando desde las Administraciones Públicas no han servido tampoco para detener o corregir el proceso. Sí, se habla de los productos de proximidad pero no se articulan soluciones para que tengan más posibilidades. Se hace mucho hincapié en la despoblación del medio rural, pero no es menos cierto que no son pocas las ocasiones en las que se centran en la idealización del mismo, generándose marcos como las nuevas ruralidades. De esta forma, también debe reseñarse que no faltan discursos que acusan a agricultores y ganaderos de la situación, de no saber adaptarse, o de ser de una determinada ideología. Solo hay que darse una vuelta por las Redes Sociales para leer ciertos discursos y afirmaciones en esa dirección. Otra cuestión es que haya partidos políticos y ciertos movimientos, especialmente la extrema derecha, que estén intentando instrumentalizar estos movimientos, como ha ocurrido en otros países. Pero, como ha demostrado la experiencia, tampoco ofrecen una solución a esta situación. Sin embargo, lo que debe llevar a la reflexión es si hemos dejado de lado estos sectores y estos colectivos, y cómo no se ha sido capaz de generar otras respuestas a la situación.

Lo que está ocurriendo en el sector primario en nuestras sociedades no es sino un indicador de los tiempos que estamos viviendo. Es cierto que el sector primario contaba con unas condiciones de partida más complicadas si cabe. La última década no ha sido sino una aceleración del proceso, como en otros tantos casos. Luego, se generan instrumentalizaciones y disputas sobre el relato. Y, por el camino, un colectivo al que no se le dan respuestas. Uno más.