Residencias

Por EQUIPO AICTS / 26 de febrero de 2024

A lo largo de estos últimos meses, las situación de las residencias de personas mayores ha vuelto a situarse como un asunto de actualidad. Condiciones de las mismas y personal disponible han sido los puntos claves, dentro de diversas polémicas. Ahora que se van a cumplir cuatro años de los momentos más duros de la pandemia del Covid-19, vuelve a comprobarse, como ha ocurrido por ejemplo con la Sanidad, que algunas cuestiones no se han solucionado sino que, al contrario, siguel igual e incluso han retrocedido. La cuestión de las residencias hay que vincularla, obviamente, a cómo una sociedad trata a sus personas mayores. Este hecho también hay que relacionarlo con otra serie de servicios, como son los centros de día o cualquier atención a la dependencia, sin olvidar las situaciones que se dan de soledad en no pocas personas mayores. Nuestras sociedades cada vez están más envejecidas, es una realidad. Es un hecho positivo, obviamente, porque son más personas las que llegan a edades más avanzadas, lo que es una muestra del desarrollo de las sociedades. Sin embargo, no todo el mundo lo hace de la misma forma y en similares concidiones. Por otra parte, estamos entrando ya en una fase de la estructura demográfica en la que son generaciones más numerosas las que están entrando en esta etapa de la vida. Son las que nacieron en el "baby boom", fundamentalmente.

La atención y el cuidado de las personas mayores entra de lleno dentro de las políticas del Estado de Bienestar, ese modelo de sociedad que no dejamos de reinvidicar desde este Blog. Sin embargo, como ocurre en países con Estados de Bienestar familistas, es precisamente el ámbito de los Servicios Sociales el que se convierte en el eslabón más débil y menos desarrollado. España no es una excepción, a pesar de los avances logrados. Sin duda alguna, la denominada "Ley de la dependencia" de 2006 fue un punto de inflexión, con la que incluso aquellas personas que habían sido cuidadores de familiares en situación de dependencia, la grandísima mayoría mujeres, y que no habían tenido un reconocimiento de su actividad, cotizaban. Luego, llegaría la crisis de 2008 y los recortes, aunque no es menos cierto que se produjeron recuperaciones de los mismos. A pesar de este escenario, y de los ya indicados avances, nuestro sistema precisa de un mayor desarrollo. En la actualidad, todavía muchas personas no pueden afrontar económicamente el coste de una residencia o un centro de día, a pesar de las ayudas y las plazas públicas y concertadas existentes. Además, hay listas de espera para acceder a las residencias. 

Pero son las situaciones en las que se encuentran las residencias las que preocupan en no pocos ámbitos. Recordemos que hay una regulación que implica la existencia de ratios de personal que atiende a los residentes, en función de las diferentes categorías y puestos ocupados. De esta forma, se garantizaría un servicio eficiente. Sin embargo, el sector de los cuidados ha estado también en escenarios de precariedad y existen no pocas dificultades para cubrir puestos de trabajo. Desde algunos ámbitos, se incide en las condiciones de trabajo de algunas de estas residencias, con bajos sueldos, horarios complejos, etc. Además, no son pocas las voces que también inciden en cuestiones vinculadas a las privatizaciones y a la falta de controles. 

No cabe duda de que esta es una cuestión que precisa una intervención más integral. En primer lugar, la demanda de más servicios vinculados a las personas mayores aumentará, por el envejecimiento de la población y por la estructura demográfica. En segundo lugar, generar más plazas públicas tambié será una necesidad, así como asegurarse de que las condiciones de las residencias sean dignas. Y, en tercer lugar, pero no menos importante, es fundamental dignificar el papel de los cuidados y de la atención a las personas mayores. Mejorar las condiciones laborales de los trabajadores y trabajadoras de este sector, en el que priman las segundas, es un hecho ineludible. Residencias, centros de día y otros servicios son un pilar indispensable de nuestras sociedades, unos servicios básicos. No debemos olvidarlo.