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La transformación de la estructura de los hogares
Por EQUIPO AICTS / 07 de abril de 2025
A lo largo de estos años, en el Blog de AICTS se han ido analizando los cambios que se están produciendo en nuestras sociedades. Muchos de ellos podemos considerarlos estructurales y dan lugar a unas transformaciones que implican que estas ya no responden a parámetros anteriores. Muchos de estos cambios son positivos, suponen una evolución de la sociedad. Otros, implican retos y desafíos que deben ser tenidos en cuenta para abordar los mismos. Y, finalmente, existen otras situaciones que tienen consecuencias muy claras en esa estructura social y de forma compleja. Algunos son muy explícitos, como la transformación del mundo del trabajo, generándose una situación que estamos analizando continuamente. También hay que destacar el escenario de la vivienda, la dificultad para acceder a la misma, en compra o en alquiler, para cada vez más capas de la población. El descenso de la natalidad, vinculado a las condiciones socioeconómicas, y todas sus consecuencias. Precisamente, en relación a la población abordamos un cambio que se viene produciendo en la estructura de los hogares, también relacionado con la situación de la vivienda y la evolución de las ciudades y municipios. La estructura de los hogares, las personas que conforman los mismos, es un indicador determinante para observar los cambios que se están produciendo en nuestras sociedades. Y los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) son bastante explícitos. El Confidencial publicó hace unas semanas el artículo "Retrato de la España que vive sola: más masculina, más joven y cada vez con más gastos".
La evolución de estos indicadores muestran cómo, en los últimos años, los hogares unipersonales son los que más están creciendo, con una serie de características y aspectos que reflejan precisamente la evolución de la sociedad. Si hace unas décadas, los hogares unipersonales se vinculaban a cuestiones como la emancipación, pero se vinculaba esta en mayor medida a formar una familia, y a las personas mayores que se habían quedado solas por el fallecimiento de uno de los dos cónyuges, en la actualidad los escenarios son en parte diferentes. De esta forma, en 2024, el 11,1% de la población vive en hogares unipersonales. La estimación, si siguen las tendencias actuales, es que en 2039, uno de cada tres hogares será unipersonal, lo que implica que se convierta en la categoría de hogares más frecuente. El artículo también muestra una serie de características sociodemográficas y económicas de estos hogares y de las personas que viven en los mismos. Se observa un incremento de hombres solos, de personas de 30 a 65 años, cuando antes estos hogares se encontraban más conformados por mujeres mayores de 65 años. Además, también se incide en que es en las grandes ciudades y en los municipios rurales donde se produce una mayor presencia de hogares unipersonales. Y, uno de los indicadores más relevantes, es el hecho de que en estos hogares se produce un incremento de gastos, lo que también limita a las personas que pueden vivir solos. De hecho, es muy reducido el número de personas que viven solas y que cuentan con menos de 30 años aunque quisieran, obviamente, ya que no pueden acceder a una vivienda ante la imposibilidad de poder costearla, sea en propiedad o en alquiler. Igualmente, también se observa la diferencia entre el hecho de que vivir solo sea una elección o una situación obligada, por ejemplo separaciones, divorcios o viudedad.
Como hemos indicado anteriormente, estos datos nos muestran una serie de cambios de nuestras sociedades, donde se combinan factores que lo explican que van desde lo económico a los sociales. La situación de la vivienda, esa crisis estructural que parece no tiene solución, explica que muchas personas no puedan acceder a una vivienda para vivir solos, si quieren. Pero, también, los cambios derivados de los procesos que están ocurriendo en las estructuras familiares, con un incremento de separaciones y divorcios, con hogares unipersonales que ya no responden a esos criterios más clásicos. Son cambios que deben ser seguidos y analizados porque nos muestran transformaciones de las sociedades, y también nuevos retos y desafíos para dar respuesra a las consecuencias de los mismos.