La hucha familiar

Por EQUIPO AICTS / 16 de junio de 2025

Retomamos una cuestión que ha aparecido en el Blog de AICTS en otras ocasiones. Es el caso de la ayuda económica familiar, que ya hemos comentado en no pocas ocasiones la importancia que tiene a la hora de afrontar el escenario de deterioro de las condiciones de vida. La ayuda familiar, especialmente en sociedades como las nuestras, caracterizadas por el denominado Estado de Bienestar familista, en el que el apoyo de las redes familiares es vital para construir los proyectos de vida, se ha convertido en un hecho determinante desde la crisis sistémica de 2008. En ese momento, es evidente que el impacto de la crisis fue menor, con todo lo que implicó, desempleo y familias y personas en situaciones de vulnerabilidad, gracias a la ayuda familiar. Fue un periodo durísimo que, sin las aportaciones, sin los ahorros de muchas familias, hubiese contado con unas consecuencias mucho más duras. Esto se llevaba a todos los niveles. Desde las ayudas para afrontar los pagos de las hipotecas hasta cuestiones como completar la cesta de la compra o los materiales escolares de los nietos y nietas. Como ya hemos señalado desde hace mucho tiempo, las recuperaciones de la economía a nivel macro no se suelen reflejar en las condiciones de vida de muchos ciudadanos y ciudadanas. Al contrario, en estos momentos, llevamos un periodo de tiempo observando el deterioro de las mismas. Y, en este escenario, es la ayuda familiar la que ha vuelto a ser determinante, como hemos señalado en otros artículos recientes. Y este hecho no afecta únicamente a las clases y colectivos situados en la base de la estructura social sino que también a los colectivos ubicados en los otros escalones. Además, se ha visto el fenómeno claramente en casos como las clases medidas y medias - altas que, teniendo que ir a vivir a las grandes ciudades, y ante el aumento de los precios de la vivienda y la carestía de la vida, precisan de dicha ayuda. 

No era una novedad. La ayuda familiar ha sido determinante en nuestras sociedades. El ahorro fue posible para muchas familias que contaron con empleos bien remunerados, especialmente en el sector Secundario, a la vez que conseguían acceder a la vivienda sin necesidad de hipotecarse de por vida. La visión de estas generaciones estaba muy determinada por un concepto del progreso que implicaba también dejar a sus hijos e hijas un futuro mejor. El mismo pasaba por acceder a los estudios superiores, en no pocos casos también suponiendo desplazarse a estudiar a otras ciudades diferentes. Además, de la misma manera, se contaba con ahorros que permitían ayudar en la compra de la vivienda o en la emancipación. Había, por lo tanto, una serie de transferencias familiares que eran claves para entender en parte los procesos de movilidad social. Y hablamos de clases medias aspiracionales, que venían del éxodo rural o de la clase trabajadora. 

En 2025, tras todos los acontecimientos y procesos que venimos señalando desde la crisis sistémica de 2008, las ayudas familiares, y las herencias, siguen siendo claves. Esas herencias que, en no pocos casos, van adelantándose para afrontar los gastos del momento. Un reportaje de Álvaro Hermida en El Confidencial, "Una abuela, un hijo y un nieto están de acuerdo: España funciona gracias a las herencias", muestra a las claras esta situación. A través de la combinación de datos e indicadores sobre las herencias y de testimonios, se plantea el escenario de qué hacer con las herencias y de qué ocurrirá con cuestiones como las hipotecas inversas y otros mecanismos para afrontar la última etapa de la vida, con situaciones en las que hay personas que tendrán que ir a residencias de mayores y centros de día y tendrán que hacerlo con estos recursos. Pero, además, se plantea el caso de las ayudas y herencias a los descendientes. Como hemos venido indicando, estas transferencias son claves y, el futuro, es complejo porque la capacidad de ahorro prácticamente ha desaparecido para buena parte de la sociedad. En definitiva, un nuevo indicador de la estructura social que se ha ido generando. 





















 


































































 

 

 


 



 

 
















La desigualdad sanitaria

Por EQUIPO AICTS / 09 de junio de 2025

mdicosLa situación del Sistema de Salud español, o de sus sistemas sanitarios en tanto en cuanto es una de las competencias descentralizadas en el marco del Estado de las Autonomías, está yendo a peor. Este hecho se ha venido constatando en los últimos años, especialmente tras la pandemia del Covid-19. No hace falta recordar todo lo que se vivió en esos momentos, con una Sanidad tensionada y que salió adelante en buena medida gracias a los esfuerzos de los profesionales del sistema. También fue un golpe de realidad tras un periodo de tiempo en que pensamos que nuestro sistema sanitario estaba en la vanguardia mundial. Incluso habiendo pasado una crisis como la de 2008 cuando, con las políticas de ajustes y de recortes, la Sanidad española sufrió un repliegue del que, años después, se fue recuperando. Había motivos para la valoración que hacíamos de nuestro sistema sanitario. Veníamos de otras épocas y haber conseguido una sanidad prácticamente universal y un acceso generalizado era un gran logro de nuestro Estado de Bienestar. Atrás parecían quedar periodos en los que acceder a unos determinados servicios se vinculaba directamente al nivel de renta. Atrás parecían quedar los años en los que las colas en los Ambulatorios, luego Centros de Salud, eran interminables. No habíamos conseguido reducir más las listas de espera o el acceso a determinados servicios, la cuestión de la salud dental por ejemplo. Sin embargo, como decíamos, los motivos para valorar positivamente nuestro sistema sanitario estaban fundados. 

En la actualidad, y lo hemos abordado en otras entradas del Blog de AICTS, el sistema sanitario español, con independencia de la Comunidad Autónoma de la que hablemos, pero también con sus diferencias entre ellas, ha entrado en un escenario complejo. La variabilidad en las fechas para la Atención Primaria, base del sistema y de la prevención; las listas de espera; las dificultades para contar con médicos y una perspectiva de futuro complicada debido a las próximas jubilaciones; entre otras cuestiones son algunos de los indicadores que se están observando de forma cotidiana. De esta forma, El País recogía hace unas semanas los resultados de diferents informes que muestran cómo ha aumentado el gasto de las familias en la sanidad privada. El artículo, bajo el título de "Las familias gastan un 50% más en sanidad que hace dos décadas", mostraba este proceso. De esta forma, el acceso a la sanidad vuelve a estar, en parte, determinado por niveles de renta, o por los esfuerzos y sacrificios que las familias y las personas tienen que realizar para contar con un seguro privado. Es un escenario que, además, lleva una tendencia al alza ya que, cada vez más familias y personas están accediendo a la Sanidad privada, hecho que también está tensionando a estos servicios. Pero, como hemos señalado, de lo que no cabe duda es que el nivel de renta es el que condiciona en mayor medida el acceso a los mismos. 

La Sanidad pública, como decíamos uno de los grandes logros de nuestro Estado de Bienestar, cimentada en los años ochenta y noventa del siglo XX, es uno de los ámbitos a reivindicar y defender. En la actualidad, la misma se muestra asediada por diferentes frentes, también por políticas de privatizaciones en determinados territorios que implican un descenso de la inversión, pero no solo por ello. Que la Sanidad se ha deteriorado es un hecho, lamentablemente. Será necesario retormar caminos que parece que se han perdido. No invertir en la Sanidad pública implica, como hemos visto, dejar en manos del mercado una parte de la atención sanitaria y, obviamente, todo el mundo no está en igualdad de condiciones para acceder a la misma. Además, recordemos que la Sanidad es un Derecho Social básico, por si se ha olvidado. Igualmente, la Atención Primaria es clave y es necesario reforzar la misma, con todo lo que implica para la prevención. Y, otra cuestión, pero vinculada, es lo que ocurre con la falta de personal sanitario, pero para eso se precisaría otra entrada en el Blog de AICTS, que llegará. Pero, tampoco debemos perder de vista esta situación. 






















 


































































 

 

 


 



 

 
















Trabajar no da para vivir

Por EQUIPO AICTS / 02 de junio de 2025

Sabemos que, el equipo de AICTS en su blog, es muy reiterativo con algunas de las temáticas que aborda. Y, la que toca en estos momentos, ha aparecido recientemente. Pero, lamentablemente, la actualidad nos muestra esa realidad en la que venimos insistiendo y que nos ha lanzado a otras dinámicas y modelos de sociedad. Como hemos venido insistiendo, trabajar no para vivir para muchas personas. Y los datos que vamos a comentar en los siguientes párrafos, son una muestra de ese escenario. Pero, primero, vamos con un recuerdo. Hace ya unos años, posiblemente una década, leímos con detenimiento el impresionante libro de Barbara Ehrenreich Por cuatro duros. Cómo (no) apañárselas en Estados Unidos, que en España había publicado Capitán Swing. El libro era un trabajo de campo de la autora en el que accedía a empleos precarios y tenía que contar con varios empleos a la vez que le permitiesen completar un salario para llegar fin de mes de forma digna. Era un libro muy crudo y que mostraba cómo un colectivo creciente se encontraba en ese escenario, especialmente en empleos no cualificados, pero no solo. En España, y casi nos atreveríamos a decir que en el modelo europeo, generaba una enorme extrañeza por el papel que hemos dado al empleo como un medio de inclusión social. Y por la socialización sobre el mundo del trabajo en el marco del Estado de Bienestar, aunque ya hemos escrito de sobra que este proceso también se ha transformado. La situación de Estados Unidos, en relación a contar con varios empleos, era algo que también veíamos en las películas y series de televisión. Pero, se nos antojaba lejano, o lejanísimo, aunque realmente también había escenarios similares en nuestras sociedades, fundamentalmente en determinados ámbitos, como los autónomos. Pero, tal y como estaba articulado en Estados Unidos, era algo que se escapaba a nuestro modelo. Cuando tenías la oportunidad de ir a Estados Unidos, veías que era algo habitual y normalizado.

El problema es que, este modelo, se está institucionalizando en nuestro país y en Europa. Venimos escribiendo desde hace tiempo sobre la cuestión, y es una realidad que nos rodea. Precarización de mercado de trabajo y del empleo, descenso de salarios, flexibilidad e inestabilidad, junto a un aumento muy importante del coste de la vida, especialmente en las cuestiones de primera necesidad. De esta forma, un informe de Save The Children recogido por El País indicaba que el 17% de los hogares con empleo y con hijos se encuentraban en situación de pobreza laboral. Esta situación se hacía todavía más compleja en el caso de las familias monoparentales. Es decir, trabajar no da para vivir, como titulamos en el artículo, y esta situación no mejora. Además, otros indicadores que hemos podido ir viendo estos últimos años nos muestran las dificultades de los hogares para llegar a fin de mes, la imposibilidad de afrontar gastos imprevistos, no poder disfrutar de un viaje de vacaciones o, como escribíamos recientemente, precisar de la ayuda familiar, y no hablamos únicamente de colectivos, personas o familias en situación de vulnerabilidad y riesgo de exclusión social. 

El Confidencial, por su parte, llevaba a cabo otro reportaje que incidía en el hecho de que contar con varios empleos en España no daba para llegar a fin de mes. Vinculándolo a la temporalidad y la parcialidad, este artículo, con el título "España sigue los pasos del mercado laboral de EEUU: 'Tengo dos trabajos y cobro 900 €'". La trayectoria está muy marcada y sigue un proceso que ya sabemos cómo acaba. Solo hay que retomar el libro de Ehrenreich, pero también entablar conversación con las numerosas personas que encuentran en esas situaciones. E, insistimos, muchas de ellas en sectores no cualificados que, por otra parte, es el modelo por el que estamos apostando. De esta forma, regresamos a señalar las alertas que se están indicando, con una brecha ya secular en la cohesión social, con colectivos abocados a la precarización y a unas vidas vinculadas a diversos empleos a la vez, con su impacto en todos los sentidos. Y no parece que vayamos a salir de estas dinámicas. 




















 


































































 

 

 


 



 

 
















Pobreza infantil

Por EQUIPO AICTS / 26 de mayo de 2025

infanciaUn indicador más nos presenta la realidad, o una parte significativa al menos, a la que nos enfrentamos. Y no es un dato nuevo. Hace ya casi dos décadas que, a raíz de la crisis de 2008, nos fuimos familiarizando con indicadores y datos sobre pobreza y exclusión social. Hasta entonces, los mismos estaban muy enmarcados en otros ámbitos, los que estaban vinculados al trabajo y la atención con estos colectivos, así como académicos, investigadores, etc. Sin embargo, la crisis de 2008 hizo que, a lo largo de varios años, estos datos fuesen una realidad constante en nuestros medios de comunicación. Obviamente, los mismos evolucionaban en una tendencia al alza, con más colectivos incorporándose a la pobreza y al riesgo de exclusión social. Además, también cambiaba la mediana con la que se medía la tasa ya que, la sociedad en su conjunto, se empobrecía. El escenario fue muy duro, como bien sabemos, pero nos fuimos inmunizando con respecto a los datos e indicadores sobre la pobreza y la exclusión social. Era algo cotidiano y, además, no tenía visos de mejorar. Y, todo ello, en un país que siempre había contado con colectivos que, estructuralmente, se encontraban en ese escenario. Habíamos mejorado nuestro nivel de vida, habíamos cogido el ascensor social y, en definitiva, muchas personas, familias y colectivos habían progresado y salido del riesgo de exclusión social y pobreza. Incluso, la movilidad social había permitido el tránsito a otro estrato social. Pero, insistimos, había escenarios que no se habían solucionado y, además, se incorporaban otros colectivos, inmigrantes en situación de precariedad, que contaban con situaciones estructurales para ubicarse en ese grupo. 

Por grupos de edad, lógicamente, el impacto mayor estaba en el riesgo de pobreza y exclusión social infantil y juvenil. Especialmente en la franja de edad más joven, menores de 16 años, ya que dependen de la situación de su familia totalmente. Es decir, es un escenario en el que se producen situaciones de riesgo y vulnerabilidades que afectan a necesidades básicas así como a derechos básicos. A lo largo de estos años se han podido ir observando esos procesos y cómo, en ámbitos como la alimentación y la nutrición, la educación, la salud o el bienestar emocional, muchos niños y niñas en situación de pobreza y/o de riesgo de exclusión social, se encuentran en vulnerabilidades que, lamentablemente y tal cómo han ido evolucionando nuestras sociedades, cada vez tiene un mayor peso el origen socioeconómico una vez que el Estado de Bienestar se va debilitando y que la precarización del empleo es un hecho. Las dificultades de las personas jóvenes también son una realidad, ya comentada en otras entradas de este Blog. 

La evolución de estos años no está siendo tampoco todo lo positiva que sería deseable y, como ya hemos venido señalando en otras entradas recientes en el Blog de AICTS, no se produce una correspondencia entre el crecimiento de los indicadores macroeconómicos y la realidad de buena parte de las personas y familias. De esta forma, el último indicador sobre pobreza y exclusión social, teniendo en cuenta indicadores de Eurostat, muestra cómo España se ha situado a la cabeza de la Unión Europea en la tasa de riesgo pobreza infantil, menores de 18 años, con un 29,2% de este colectivo situado como población con una renta inferior al 60% de la mediana del conjunto del país. España, que siempre había estado en los primeros puestos de esta clasificación, ha adelantado a Rumanía para ponerse en cabeza. Las tendencias se intensifican y, además, en este indicador se observa una importante diferencia en la tasa de riesgo de pobreza entre la población española y la población inmigrante, que suele estar ocupada en empleos de baja cualificación y en mayor precariedad. Otro indicador más de la evolución de nuestra estructura social y del modelo productivo. Una situación que se cronifica y que, como hemos señalado anteriormente, se reproduce.

Como en tantas ocasiones, seguimos sin mejorar y, al contrario, vamos a peor. Escenario duro pero que, de nuevo, parece que tenemos asumido y que no encontramos las vías para solucionar la situación. La reducción de las desigualdades y la mejora de las condiciones de vida de la población pasa sin duda por la mejora de las condiciones de trabajo, como hemos señalado en otras entradas. Además, las medidas de atención y trabajo con estos colectivos vulnerables también tienen que intensificarse. Pero, de nuevo, no se observan salidas. 


















 


































































 

 

 


 



 

 
















¿Cómo salir de esta dinámica?

Por EQUIPO AICTS / 19 de mayo de 2025

pensandoLa pregunta no es nueva y es una cuestión que no es tampoco novedosa en las reflexiones que escribimos el equipo de AICTS en este Blog. Al contrario, es algo que está muy presente a lo largo de estos años. Además, es una dinámica que se repite. La cuestión es que, una vez más, los datos macroeconómicos de nuestro país muestran un crecimiento positivo, con previsiones todavía más al alza, en el Producto Interior Bruto (PIB), en empleo, etc. Pero, una vez más, este proceso no se refleja en las economías de buena parte de las personas y familias. La precarización del empleo es un hecho y el aumento del nivel de vida, del coste de la misma, también. Este escenario viene siendo reflejado continuamente, en artículos de prensa, en reportajes y en análisis. Y, obviamente, también lo vemos y lo vivimos. Seguramente habrá personas que puedan tacharnos de ingenuos e ingenuas porque, como veremos posteriormente, el crecimiento económico puede también basarse en la precarización del mundo del trabajo. Pero, hay más factores y cuestiones a considerar. Y es que, generalmente, la Historia nos mostraba cómo el crecimiento económico aparejaba un aumento de las condiciones de vida y una mejora del mundo del trabajo. Sí, ya sabemos que tendríamos mucho que debatir y cuestionar sobre los conceptos de crecimiento económico, lo que lo marca, e incluso del progreso. Pero, la relación causa - efecto, durante un periodo de tiempo, aquel que coincide con la constitución de sociedades basadas en el Estado de Bienestar, la socialdemocracia, la cohesión social y otras cuestiones clave, con sus contradicciones y cuestionamientos también, nos habían llevado a ese escenario. 

Volvemos, no podía ser de otra manera, a la crisis de 2008, el cambio de paradigma y el inicio de la transformación de nuestro sistema económico, social y podríamos decir que incluso político. En 2008, el sistema económico neoliberal llevó a cabo una aceleración sin precedentes, en un contexto de crisis, que supuso la ruptura de muchas convicciones que dábamos por supuestas. La base de la misma, ya estaba sembrada anteriormente, pero en 2008 se intensificó el declinar de un modelo que, insistiendo en sus contradicciones y limitaciones, había sido positivo y un modelo a seguir. Pero, dicho hundimiento y lo que vendría después, iba a condicionar también las respuestas en los diferentes ámbitos. La recuperación de la crisis nos ofreció una disonancia importante. Se crecía económicamente, la recuperación macroeconómica era una realidad, pero la precarización del empleo y el deterioro de las condiciones de vida seguían dándose, no había una correspondencia. El escenario era duro. La realidad es que, en parte, ese crecimiento también se basaba precisamente en el deterioro de las condiciones laborales. La apuesta y especialización de nuestro sistema productivo en determinados sectores no cualificados era una realidad. Cuando nos dijeron que íbamos a cambiar el modelo productivo, y de eso han pasado dos décadas, no pensábamos que iba a ser en esta dirección.

Luego llegó la pandemia del Covid-19, la respuesta institucional diferente, al menos aquí se observó que se había aprendido algo, pero cinco años después, hemos vuelto al mismo camino. Crecemos, vamos muy bien, nuestras sociedades son dinámicas, hay mucha actividad... pero... pero el nivel de vida sigue precarizándose, los jóvenes tienen enormes dificultades para emanciparse porque no pueden acceder a empleos de calidad hasta pasados más años que nunca, y la crisis de la vivienda es una realidad secular. Seguimos en la misma pregunta, con las mismas respuestas. Y, lo que no mejora empeora. Obviamente, cambios estructurales precisan de tiempo, de la noche a la mañana no vamos a cambiar de modelo. Tenemos una sociedad que cuenta con un importante contingente de población formada y cualificada. Tenemos oportunidades, también a través de esos sectores muchas veces menospreciados, que debemos aprovechar. Pero, seguimos por la senda que sabemos equivocada. Una vez más. 
















 


































































 

 

 


 



 

 
















El legado de los y las mayores

Por EQUIPO AICTS / 12 de mayo de 2025

mayoresEl envejecimiento de la población es una de las cuestiones de las que más escribimos en el Blog de AICTS. Tras casi una década en la que el equipo que conforma la entidad viene reflexionando sobre diferentes cuestiones, tanto de actualidad como las que afectan a los objetos de estudio y de investigación de sus integrantes, es muy seguro que las personas mayores ocupen un lugar prioritario en nuestras reflexiones. Por un lado, el proceso de envejecimiento que hemos señalado en el inicio de este artículo. Una realidad que suele verse de forma negativa, por sus implicaciones en la estructura social y demográfica, pero que precisa de interpretaciones más amplias que permitan ver la dimensión del escenario. Por un lado, porque este envejcimiento de la población viene marcado por el otro lado de la balanza, el hecho de que no se produzcan los nacimientos suficientes, lo que da lugar a que nuestras estructuras demográfica lleven a contar con crecimientos vegetativos incluso negativos, siendo mitigados por la inmigración. Este fenómeno es el que permite el incremento de la población. Por otro lado, el envejecimiento de la población también nos muestra cómo se ha producido un avance de la calidad de vida ya que, en definitiva, más personas consiguen llegar a vivir más años. La esperanza de vida ha crecido y aunque, obviamente, hay una enorme diversidad y heterogeneidad de situaciones y escenarios, en función de la forma de llegar a edades avanzadas, no es menos cierto que debemos ver este proceso de forma positiva. Sin embargo, esta situación también implica importantes retos y desafíos, los cuales están vinculados a la forma de atender a estos colectivos, especialmente en situaciones en las que se producen altas dependencias, discapacidades o todo lo vinculado a enfermedades como el Alzheimer o las demencias. Estas cuestiones las hemos tratado en numerosos artículos, especialmente durante las últimas entradas en relación a la situación de los cuidados, del personal de las residencias y de los centros de día, así como de los y las cuidadoras informales, las cuales son mayoritariamente mujeres. En definitiva, un escenario de gran complejidad que supone que los mecanismos del Estado de Bienestar y las políticas públicas, tan cuestionadas y vulnerables en las últimas décadas, deban ser cada vez más prioritarias. Además, se da la circunstancia de que en el caso español, es precisamente los Servicios Sociales, que se encargan de este ámbito, el pilar del Estado de Bienestar menos desarrollado. A pesar de los avances logrados, insistimos, el reto es complejísimo. 

Por otra parte, no es menos cierto que nuestras sociedades han sacralizado la juventud. Este es un hecho indiscutible y vinculado a una evolución de nuestros sistemas de valores que, en definitiva, ponen por delante de todo una juventud que, además, se ha expandido y uno no sabe ya cuál es la frontera entre ser joven o no serlo. Claro que la juventud es muy importante, y ya hemos escrito en numerosas ocasiones sobre su situación, pero la sacralización de la juventud es una situación que implica que todo el mundo es joven porque se siente joven. Y aquí tendríamos que diferenciar entre el ser y el sentir, pero esa es otra cuestión. En un contexto como el actual, en el que prima lo joven como ideal, y que se vincula no al ser sino al sentirse, las personas mayores se encuentran en una situación de desventaja. El edadismo es una realidad muy presente, sin olvidar también un adadanismo que, cada vez, es más difícil de sobrellevar, la verdad. 

De esta forma, estamos muy de acuerdo con el artículo publicado en ETHIC por Rafael Fernández bajo el título de "La generación que nos enseña a cerrar el círculo". En el mismo, el autor defiende el papel de las personas mayores como depositarios de una sabiduría y de una experiencia que no debemos dejar de tener en cuenta. Obviamente, no hay que negar la mayor, en el sentido que no todo ese legado puede ser de utilidad pero, en definitiva, no es menos cierto que las personas mayores cuentan con la experiencia y el haber vivido situaciones que, en no pocos casos, también nos vamos a encontrar. Otras, obviamente no, por la evolución y los cambios de las sociedades, pero muchas sí. Se habla, se escribe y se menciona continuamente, incluso con programas y actuaciones, del papel de los mayores, de no perder ese legado. Sin embargo, en muchas ocasiones, y con la vida tan rápida que llevamos todavía más, se queda en una intención loable. Por lo tanto, menos edadismo y menos adanismo, más ser consciente de que hay un colectivo de personas que nos pueden dar muchas enseñanzas sobre cómo desenvolvermos en contextos como los actuales, porque ellos y ellas lo vivieron antes. Por lo menos, debemos tenerlos en cuenta. 
















 


































































 

 

 


 



 

 
















Docentes

Por EQUIPO AICTS / 5 de mayo de 2025

docentesLa profesión docente lleva sometida durante mucho tiempo a numerosas tensiones y presiones. Habrá parte de la sociedad que señalará que no se pueden quejar de mucho, teniendo en cuenta las visiones e imágenes generales que están institucionalizadas: jornadas laborales que son cómodas, estabilidad en el empleo (especialmente si se es funcionario en el sistema educativo público), salarios por encima de la media y vacaciones (este es, sin duda alguna, uno de los principales mantras que están interiorizados). Sin embargo, la realidad es mucho más complicada, aunque haya personas que se acercan a la profesión docente con estas premisas y piensan que dedicarse a enseñar consiste en estos puntos. Luego, la realidad, es muy diferente. También hay que señalar que, como en todos los ámbitos de la vida, hay de todo. Pero, eso es otra cuestión. La realidad es que la profesión docente lleva sometida durante mucho tiempo sometida a tensiones y presiones, como decíamos al inicio del presente párrafo. Por un lado, los cambios sociales que se han producido y que afectan transversalmente a esta labor de enseñar y educar. Nuestras sociedades están pasando por diferentes cambios en todos los niveles y lo hacen de forma acelerada. Cambios en la estructura social, en los hogares, tecnológicos, culturales, demográficos, etc. Toda una amalgama de escenarios que son los que vivimos en el día a día pero que, en el ámbito educativo, cuentan con otras implicaciones por las funciones sociales de la Educación. También hay que considerar los cambios que se vienen produciendo en relación a la posición del sistema educativo y de sus profesionales, especialmente los docentes, que han visto cómo la misma ha variado. Y este hecho se ve claramente en las relaciones que se establecen tanto con el alumnado como con sus familias. Finalmente, pero no menos importante, si cabe más, hay que indicar que al sistema educativo y a la Educación, y a sus agentes, se les pide que sean una parte central en las respuestas a los cambios acelerados que se están produciendo en nuestras sociedades. De hecho, en no pocas ocasiones, se presenta un solucionismo educativo que genera una enorme tensión al sistema. Por mucho que quiera, la Educación no puede llegar a dar la solución a todos los problemas. Primero, porque no estaban entre sus funciones muchas de las que ha tenido que ir asumiendo, por esos cambios sociales. Segundo, porque le faltan los medios. Tercero, además, todo el mundo sabe de Educación, todo el mundo opina. 

En este contexto, la posición de los docentes es complicada y está sometida a debate. Hace tiempo que se vienen observando dos grandes tendencias en relación a la misma, vinculadas a postulados pedagógicos y didácticos que incluso van más allá, centrándose en el papel de la propia Educación. La primera corriente, centrada en movimientos pedagógicos que se definen como más innovadores y que se presentan como más centrados en el alumno. La segunda corriente, que incide en que estos procesos han ido demasiado lejos y que es necesario recuperar el foco en el aprendizaje de contenidos, así como en algunas de las funciones seculares de la Educación. El debate está muy enconado y no parece que haya un punto de encuentro en este sentido. Más allá de esta cuestión, que es significativa, recientes estudios han mostrado la situación de los docentes en nuestro país. Una encuesta a más de 1.000 profesores y profesoras encargada por Comisiones Obreras ha dado como resultado que la mitad de los mismos tiene un desgaste emocional en su trabajo. Igualmente, también se incide en la necesidad de reforzar la formación inicial del profesorado y el que, en los centros complejos, las retribuciones económicas sean mayores. A pesar de las dificultades, tres de cada cuatro docentes estarían satisfechos con su trabajo y únicamente un 7% piensan en abandonar esta profesión. En el otro lado de la balanza, y teniendo en cuenta el aumento de las bajas laborales por salud mental, que han crecido un 72% desde la pandemia y la tendencia sigue en alza, son precisamente donde más han crecido. Las causas que se señalan, desde determinados agentes educativos, son el aumento de la burocracia, la mayor diversidad y complejidad de los centros y la retroalimentación precisamente con los problemas de salud mental de los y las adolescentes. 

Los debates sobre la profesión docente, las implicaciones de las transformaciones que se están dando, y los impactos de las mismas, seguirán estando presentes. No cabe duda de que la Educación y la profesión docente tienen que ir adaptándose a las mismas. Pero, de nuevo, tampoco se le puede pedir al sistema educativo que vaya a ser la solución de todo. Es preciso encontrar un punto intermedio que pasa por tener en cuenta que el trabajo burocrático se ha incrementado exponencialmente, que la formación docente puede y debe mejorarse y que, en un contexto de reducción del alumnado por la baja natalidad, pueden darse nuevas fórmulas para mejorar el trabajo docente, aunque tampoco se deba caer en el determinismo marcado por el descenso de las ratios. 
















 


































































 

 

 


 



 

 
















Los cuidados

Por EQUIPO AICTS / 28 de abril de 2025

persona mayorRetornamos a otro de los principales temas que hemos abordado en estos años y que, en el último periodo, se había quedado en un segundo. Es la cuestión de los cuidados y de la situación de las personas que cumplen esa función. Hay que diferenciar a las personas cuidadoras formales y las informales. Las primeras, han crecido a lo largo de las últimas décadas debido al incremento de las personas mayores en situación de dependencia. De esta cuestión, hemos escrito recientemente en el sentido de la necesidad de poner en valor a estos trabajadores y trabajadoras, la mayoría mujeres y una parte muy relevante de este colectivo personas de origen extranjero, en residencias y centros de día, así como aquellas que llevan a cabo su labor en la atención a domicilio. En definitiva, es preciso seguir reivindicando la mejora de las condiciones de trabajo de estos trabajadores y trabajadoras.La cuestión de las personas cuidadoras informales es también compleja. La Ley de la Dependencia, que va a cumplir veinte años en breve, puso de relieve el papel de estas personas que, en su gran mayoría, eran mujeres que habían sacrificado sus vidas y trayectorias para cuidar a las personas dependientes de sus familias. Y, además, en el pasado, la red de centros de días y de residencias no estaba tan desarrollada, ni mucho menos. Desde entonces, se ha mejorado su situación con medidas y actuaciones que hacen referencia no solo a contar con más plazas y posibilidades en residencias y centros de día, sino también a las posibilidades de respiros.

Sin embargo, el escenario sigue siendo complicado, como hemos señalado. El País se hacía eco de diversos estudios sobre la situación de los cuidadores y cuidadoras en el artículo "'Burnout' o síndrome del cuidador quemado: qué es y cómo se padece", firmado por Juanjo Villalba. En el mismo, se recogen datos de Cruz Roja que muestran cómo más del 16% de los hogares españoles viven con una persona dependiente y el 80% de las personas que se ocupan de sus cuidados son mujeres. Igualmente, se hace referencia al hecho de que estos cuidadores y cuidadoras, reiteremos que son mayoría, cuentan con síntomas de "burnout" o estar quemado, incidiéndose en que son muestras de que han llegado al límite. De hecho, otras investigaciones, inciden en estos aspectos y se señala la necesidad de dotar de redes de cuidados para estas personas ya que, de no producirse las mismas, nos encontraremos con colectivos importantes que van a encontrarse en situación de vulnerabilidad, de riesgo de estrés y malestar emocional, depresiones y síntomas físicos como problemas estomacales, dolores de cabeza, etc. Un escenario que puede agravarse en el futuro ante el envejecimiento de la población ya que más personas llegarán a edades más elevadas y una parte importante de las mismas lo hará con dependencias.

La atención a la dependencia ha evolucionado positivamente en nuestro país en las dos últimas décadas, de eso no cabe duda. Pero, como hemos señalado a lo largo de los párrafos anteriores, se encuentra lejos de ser una cuestión solventada favorablemente, o todo lo que podría. Hay numerosas casuísticas, obviamente. En primer lugar, la diversidad de la dependencia y la heterogeneidad de situaciones. En segundo lugar, las posibilidades económicas de las familias, lo que implica que en no pocas ocasiones haya personas que no puedan plantearse que el/la dependiente que tienen a su cargo pueda ir a una residencia o un centro de día por no poder afrontar dicha situación. Han crecido las plazas, las ayudas, y las formas de abordarlas, pero no cabe duda de que todavía hay una barrera en este sentido. Y, finalmente, el hecho de que hay personas que quieren seguir manteniendo a las personas dependientes en su hogar, con ellos y ellas, proporcionándoles los cuidados y la atención que precisan, hasta que incluso ya no pueden más.

Prestar atención a las personas que cuidan a dependientes, tanto formal como informalmente, es una necesidad y debería estar más presente en el conjunto de los Servicios Sociales. Son colectivos que se encuentran en una posición compleja por el tipo de trabajo que desarrollan, los primeros, y por la situación en la que se encuentran los segundos, que en ocasiones incluso no están localizados. Es muy importante el papel de entidades y asociaciones que atienden y trabajan con este colectivo, que sirven de sustento y apoyo, que permiten también el otorgarles de herramientas para abordar las complicadas situaciones que tienen que vivir. Sin embargo, como decíamos, la asignatura no está superada del todo. 













 


































































 

 

 


 



 

 
















El cuidado de nuestros mayores

Por EQUIPO AICTS / 14 de abril de 2025

junior reis R1H2Y7T7m3I unsplashEl envejecimiento de la población se presenta como uno de los grandes retos y desafíos de nuestras sociedades. Es una realidad que nos muestra los avances de las mismas, en el sentido de que cada vez más personas llegan a edades más avanzadas. Las mejoras en las condiciones de vida y en la salud han sido un hecho y se observa en el aumento de la esperanza de vida. Además, no hay que olvidar el hecho de que es un colectivo muy heterogéneo que presenta situaciones diferentes, en función del estado en que se encuentre. Este hecho nos lleva a considerar la situación de su salud, su grado de dependencia en caso de contar con el mismo, y las condiciones socioeconómicas en las que se encuentran, entre otras variables. Una de las cuestiones clave es todo lo relacionado con un sistema de cuidados y de atención a este colectivo, relacionado con los Servicios Sociales como uno de los pilares básicos de nuestro Estado de Bienestar. Bien es cierto que, en el caso de España, es precisamente este aspecto el que ha sido menos desarrollado en el inicio del Estado de Bienestar, pero no es menos cierto también que los avances han sido importnates desde el comienzo del siglo XXI, especialmente con la Ley de Dependencia. Sin embargo, y ante las necesidades crecientes de este colectivo, y su incremento, todavía queda mucho camino por recorrer. 

Uno de los servicios clave para la atención y el cuidado de las personas mayores es la red de residencias y centros de día que cumplen una función clave y determinante. Sin embargo, el sistema se está mostrando insuficiente y cuenta con muchas dificultades a la hora de poder dar salida a una enorme demanda y creciente de personas que precisan una residencia y centros de día. Existe, por un lado, una carencia de plazas en residencias públicas, lo que también condiciona el acceso en función de la variable socioeconómica, a pesar de todo un sistema de conciertos con residencias privadas. Por otro lado, está la cuestión de las condiciones laborales de las personas que trabajan en las residencias y centros de día de las personas mayores, que también precisan de una revisión y de una puesta en mayor valor. Sobre esta cuestión, El Confidencial publicó el pasado mes de marzo un interesante reportaje. Con el título de "La vida secreta de quienes cuidan a tu padre: inmigrantes por 1.100 euros al mes y sin titulación", el mismo abordaba precisamente esas condiciones laborales y establecía un perfil de los trabajadores y trabajadores de estas residencias y centros de día. Obviamente, nos encontramos ante un escenario heterogéneo, pero no es menos cierto que es una situación generalizada la situación de precariedad que viven estos trabajadores y trabajadoras en no pocos casos, realizando una labor vital.

El reportaje de El Confidencial, firmado por Alfredo Herrera Sánchez, mostraba algunas cuestiones centrales en las condiciones laborales de este colectivo, centrándose especialmente en las residencias privadas. De esta forma, se había producido un aumento de la demanda de estos servicios, lo que implicaba una mayor necesidad de trabajadores y trabajadoras. Pero, también recogiéndose la voz de responsables de residencias, se señalaba la dificultad para encontrar personal cualificado y la elevada rotación del mismo. En el lado de trabajadores y trabajadoras, el perfil responde a personas de origen extranjero en su mayoria, que no cuentan con la titulación o cualificación para este tipo de trabajos en no pocos casos, así como con unos salarios bajos, incluso un poco superiores al SMI, así como con unas horarios complicados y amplios. Es un trabajo durísimo, tanto física como psicológicamente, que precisa de una puesta en valor mayor y de unas condiciones salariales y laborales más dignas. De este hecho también se hace eco el reportaje, recogiendo declaraciones de plataformas que lo reivindican.

La atención a las personas mayores, gerocultores y gerocultoras y otros profesionales, precisa de un reconocimiento mayor. Es necesario que el sector se dignifique todavía más, mejorando las condiciones laborales de este personal, así como su formación. Igualmente, es un hecho que se necesitan más plazas en residencias y que, con la estructura demográfica de España, la demanda será todavía mayor. No podemos permitirnos como sociedad, y por dignidad y reconocimiento tanto a trabajadores y trabajadoras como a las propias personas mayores, un sector tan precarizado y con unas condiciones de trabajo que, en no pocos casos, apenas llegan a los mínimos. Son comprensibles las dificultades para encontrar trabajadores y trabajadoras para las residencias y centros de día, pero seguramente una de las soluciones a las mismas, que no la única, será la mejora de esas condiciones laborales. 










 


































































 

 

 


 



 

 
















La transformación de la estructura de los hogares

Por EQUIPO AICTS / 07 de abril de 2025

viviendas espaaA lo largo de estos años, en el Blog de AICTS se han ido analizando los cambios que se están produciendo en nuestras sociedades. Muchos de ellos podemos considerarlos estructurales y dan lugar a unas transformaciones que implican que estas ya no responden a parámetros anteriores. Muchos de estos cambios son positivos, suponen una evolución de la sociedad. Otros, implican retos y desafíos que deben ser tenidos en cuenta para abordar los mismos. Y, finalmente, existen otras situaciones que tienen consecuencias muy claras en esa estructura social y de forma compleja. Algunos son muy explícitos, como la transformación del mundo del trabajo, generándose una situación que estamos analizando continuamente. También hay que destacar el escenario de la vivienda, la dificultad para acceder a la misma, en compra o en alquiler, para cada vez más capas de la población. El descenso de la natalidad, vinculado a las condiciones socioeconómicas, y todas sus consecuencias. Precisamente, en relación a la población abordamos un cambio que se viene produciendo en la estructura de los hogares, también relacionado con la situación de la vivienda y la evolución de las ciudades y municipios. La estructura de los hogares, las personas que conforman los mismos, es un indicador determinante para observar los cambios que se están produciendo en nuestras sociedades. Y los datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE) son bastante explícitos. El Confidencial publicó hace unas semanas el artículo "Retrato de la España que vive sola: más masculina, más joven y cada vez con más gastos"

La evolución de estos indicadores muestran cómo, en los últimos años, los hogares unipersonales son los que más están creciendo, con una serie de características y aspectos que reflejan precisamente la evolución de la sociedad. Si hace unas décadas, los hogares unipersonales se vinculaban a cuestiones como la emancipación, pero se vinculaba esta en mayor medida a formar una familia, y a las personas mayores que se habían quedado solas por el fallecimiento de uno de los dos cónyuges, en la actualidad los escenarios son en parte diferentes. De esta forma, en 2024, el 11,1% de la población vive en hogares unipersonales. La estimación, si siguen las tendencias actuales, es que en 2039, uno de cada tres hogares será unipersonal, lo que implica que se convierta en la categoría de hogares más frecuente. El artículo también muestra una serie de características sociodemográficas y económicas de estos hogares y de las personas que viven en los mismos. Se observa un incremento de hombres solos, de personas de 30 a 65 años, cuando antes estos hogares se encontraban más conformados por mujeres mayores de 65 años. Además, también se incide en que es en las grandes ciudades y en los municipios rurales donde se produce una mayor presencia de hogares unipersonales. Y, uno de los indicadores más relevantes, es el hecho de que en estos hogares se produce un incremento de gastos, lo que también limita a las personas que pueden vivir solos. De hecho, es muy reducido el número de personas que viven solas y que cuentan con menos de 30 años aunque quisieran, obviamente, ya que no pueden acceder a una vivienda ante la imposibilidad de poder costearla, sea en propiedad o en alquiler. Igualmente, también se observa la diferencia entre el hecho de que vivir solo sea una elección o una situación obligada, por ejemplo separaciones, divorcios o viudedad. 

Como hemos indicado anteriormente, estos datos nos muestran una serie de cambios de nuestras sociedades, donde se combinan factores que lo explican que van desde lo económico a los sociales. La situación de la vivienda, esa crisis estructural que parece no tiene solución, explica que muchas personas no puedan acceder a una vivienda para vivir solos, si quieren. Pero, también, los cambios derivados de los procesos que están ocurriendo en las estructuras familiares, con un incremento de separaciones y divorcios, con hogares unipersonales que ya no responden a esos criterios más clásicos. Son cambios que deben ser seguidos y analizados porque nos muestran transformaciones de las sociedades, y también nuevos retos y desafíos para dar respuesra a las consecuencias de los mismos. 






 


































































 

 

 


 



 

 
















El coste de tener hijos

Por EQUIPO AICTS / 31 de marzo de 2025

familiasLa situación de la natalidad en España se encuentra en el momento más bajo que se recuerda. En la actualidad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), el Índide de Fecundidad, número de hijos por mujer, se ha situado en 1,16, muy lejos de la Tasa de Reemplazo que es 2,1. Este escenario es una realidad desde hace décadas y las soluciones que se postulan no han dado resultado. Partiendo de la base de la transformación del sistema de valores de nuestras sociedades, superando el hecho de que la elección de tener hijos es eso, una elección, y no una "obligación" y que, por decisiones de proyectos de vida, hay personas que no van a tener hijos, y es legítimo, no es menos cierto que muchas personas que quieren tenerlos o tener más, no pueden hacerlo por las condiciones socioeconómicas. También hay que recordar que nuestra visión de la natalidad pasa, mayoritariamente, por la planificación, por decidir en qué momentos de nuestras vidas queremos tenerlos, y estos suelen estar vinculados con la consolidación laboral y profesional, con contar con una vivienda, y con una base que permita tener y criar hijos con una estabilidad y seguridad vital. Se ha llamado a este proceso "hijos de calidad", hecho que es contestado desde determinadas voces que indican que antes se tenían hijos sin considerar los escenarios económicos o de estabilidad, o que hay colectivos que sí que los tienen con independencia de si pueden o no. Pero, no cabe duda de que este proceso es un avance lógico, en el sentido de que padres y madres quieren darles a sus hijos e hijas toda la seguridad y estabilidad posibles, y más. Cuestionar que no se tengan hijos por motivos socioeconómicos tiene poca base. Más adelante volveremos sobre la cuestión.

Sobre transiciones y procesos demográficos se ha escrito y explicado todo de forma constante. Hay unanimidad en el diagnóstico, nuestras sociedades han evolucionado en relación a la transformación de los sistemas de valores y, como hemos señalado anteriormente, lo que era una "obligación", tener hijos, es una opción. Junto a ello, cuestiones centrales y clave como la emancipación de la mujer, los métodos anticonceptivos, etc. Tras el "baby boom" de las décadas de los 50 a finales de los 70 del siglo XX, que en España fue un poco más tardío, la Natalidad comenzó a caer paulatinamente en un descenso constante. Por ejemplo, en el caso español, ya en la década de los 80 del siglo XX se observa claramente, intensificándose en las décadas del siglo XXI. De hecho, si España ha conseguido que su población aumente significativamente en varios millones de personas desde finales del siglo XX es por la inmigración. La situación de la Natalidad ha dado lugar a un Crecimiento Vegetativo en no pocas ocasiones negativo. El aumento de la edad del primer hijo, ya por encima de los 30 años en el caso de las mujeres, también es un indicador de este escenario, lo que limita la posibilidad de un segundo hijo. Además, aunque los colectivos que son de origen extranjero, muy heterogéneos también en sus estrategias en relación a tener hijos, tienen fecundidades más elevadas, no es menos cierto que tampoco superan la Tasa de Reemplazo y que, a medida que se van consolidando las segundas y terceras generaciones, también se observa un descenso del Índice de Fecundidad.

Pero, de nuevo, debe insistirse que es la variable económica la que determina el hecho de que muchas personas que manifiestan que quieren tener hijos, o quieren tener más de los que tienen, no pueden. Este hecho queda claramente visibilizado en un estudio reciente de Save the Children que aborda estos aspectos y que muestra una situación compleja. A través de fuentes secundarias, basadas en las rentas de los hogares, en 2024, criar un hijo o hija en España tenía un coste de media de 758 euros. Y esta cifra había crecido un 13% con respecto a 2022 debido a la inflación. Además, el coste de la crianza es todavía mayor en la adolescencia. De esta forma, y siguiendo los resultados del informe, "1 de cada 2 familias con hijos o hijas en España debe destinar más de la mitad de su renta a los gastos de crianza, que cada vez ocupa una porción mayor de las rentas del hogar". Save the Children detalla y específica cada partida de gasto, incluyendo todos aquellos conceptos que están vinculados a la crianza, y también indica la evolución de los mismos, aumentando la gran mayoría de ellos, aunque alguno desciende como el transporte. Además, también señala algunas soluciones a esta situación como sería institucionalizar una prestación para la crianza, entre otras. Igualmente, se incide en el hecho de que este coste influye en el riesgo de pobreza y en la vulnerabilidad de niños y adolescentes. 

Los datos e indicadores que nos muestran este interesante informe no son una novedad, lamentablemente. Sin embargo, sí que nos permiten ver claramente, y poner cifras, a criar a hijos en España. Obviamente, son medias, hay importantes diferencias en función de las rentas disponibles de las familias y de la variable territorial. Pero, no cabe duda de que hay un incremento del coste de la crianza, a la vez que se ha producido una precarización del mundo del trabajo. Y, en este sentido, cobra también especial importancia el hecho de que muchas familias precisan de ayudas de sus padres y madres para estos gastos, como señalábamos en artículos anteriores. Las soluciones, si se quiere abordar este escenario en serio, pasan primero por una cuestión tan estructural, y que no puede ser en el corto plazo, como es el contar con mejores salarios y condiciones laborales. Esto, como decimos, no es inmediato. Mientras tanto, las Administraciones Públicas deben seguir trabajando en cuestiones como la conciliación, las ayudas e incluso la prestación que propone Save the Children. Sin embargo, no parece que ni a corto ni a medio plazo el escenario vaya a cambiar a un ascenso de la Natalidad. Más bien al contrario.