Sobre la pertinencia de las políticas redistributivas

Por EQUIPO AICTS / 25 de septiembre de 2023

El titular de la noticia de El País, "La desigualdad educativa causa más muertes que el tabaco en España", publicado el pasado 7 de septiembre y firmado por Pablo Linde, es suficientemente llamativo para despertar la curiosidad. La misma recoge los resultados de un estudio de Sergi Trias-Llimós, del Centro de Estudios Demográficos, y Unai Martin, de la Universidad del País Vasco, que a través del análisis de los datos de mortalidad que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), de las variables que la condicionan, y para el periodo 2016-2021, han mostrado cómo las condiciones socioeconómicas tienen un mayor impacto en las causas de la mortalidad que las vinculadas a la genética. De esta forma, habría una correlación entre el hecho de que las enfermedades cardiovasculares estuviesen más presentes entre los niveles socioeducativos más bajos, especialmente en el caso de los hombres. Por su parte, en relación a las mujeres se produce una mayor variabilidad en las causas de muerte y la relación con los niveles socioeducativos más bajos, pero también está presente.

Como decíamos, el titular es impactante, pero es relevante para poner de manifiesto el papel y la importancia de las políticas redistributivas y de la justicia social. No son una novedad estas conclusiones, pero sí que proceden de un informe de elevada potencia. A un mayor nivel educativo suele acompañarle un determinado origen, la posibilidad de conseguir un puesto de trabajo, o la posibilidad de vivir en una zona con mejores condiciones de vida. Además, también permite el acceso a una serie de recursos que pueden tener su incidencia en la esperanza de vida. El nivel educativo sigue siendo clave para la calidad de vida, a pesar de las dificultades del mercado de trabajo o de las disonancias que se producen en el mismo entre el nivel formativo alcanzado y el puesto de trabajo conseguido, hecho que está más vinculado a las características de la estructura productiva que a la educación. Pero, no cabe duda de que se da un proceso y una correlación que tiene, además, ejemplos en otras latitudes, como es el caso de Estados Unidos, con los problemas de salubilidad, por ejemplo la obesidad, entre los estratos más bajos de la población de ese país.

Este estudio nos lleva a poner de nuevo el foco en el valor de las políticas públicas redistributivas, vinculadas a la justicia social y al papel del Estado de Bienestar. Nos encontramos antes políticas que, en campos como la Educación, Sanidad o los Servicios Sociales, son no solo de carácter paliativo sino que, y especialmente, tienen un impacto a lo largo de la vida de las personas. La inversión en estos campos es determinante en la calidad de vida que alcanzan las personas en un momento dado, por ejemplo durante la escolarización, pero sus consecuencias y efectos van mucho más allá porque, en definitiva, pueden condicionar su futuro. El caso de la prevención en Salud es otro ejemplo importante ya que, por ejemplo, a través de las acciones que permitan implementar hábitos de vida saludables, o llevar a cabo revisiones, se pueden evitar enfermedades importantes que, además, tendrán un impacto en los sistemas sanitarios. Lo mismo ocurre con el envejecimiento de la población.

Nuestras sociedades han ido entrando en otros modelos, generándose una tensión entre el vinculado al Estado de Bienestar y las políticas públicas con sus Derechos Sociales, y el avance ya desde antes del final del siglo XX de visiones neoliberales que han ido socavando al Estado de Bienestar. Salvo contadas excepciones, además, las crisis económicas y de otros tipos han ido reduciendo el mismo. Pero, el papel del Estado sigue siendo fundamental también en relación a estas políticas redistributivas y a su papel para la cohesión social y la justicia social. Unas sociedades en las que prime el "sálvese quien pueda", en el que casi todo dependa de tu nivel socioeconómico o de tus orígenes, están lejísimos de esos ideales a los que se aspiraba y que no deben perderse. 


























 



 
















Llega septiembre y... la vuelta al cole

Por EQUIPO AICTS / 18 de septiembre de 2023

La vuelta al cole es un clásico que abordan los medios de comunicación cada vez que termina agosto y comienza septiembre. No podía ser de otra manera, y se pone el foco en el impacto económico para las familias de este momento. Los informes y encuestas que se muestran sobre la cuestión cuentan con variaciones, porque hay que tener en cuenta que el coste económico de la vuelta al colegio no es el mismo para todas las familias. Depende de los gastos directos e indirectos, aunque en el caso de los primeros suponen un coste más elevado para las familias que escolarizan a los hijos en centros privados no concertados. Pero, es en los gastos indirectos donde se va buena parte del presupuesto: libros, material escolar, y uniforme, en el caso de que el centro cuente con el mismo. Además, también hay que ir preparando la hucha para los gastos que vengan a lo largo del curso a modo de actividades complementarias, comedor escolar, servicio de madrugadores, extraescolares, transporte. Es decir, los capítulos de gasto son numerosos y no todas las familias están en la misma posición para abordarlos. En este sentido, siempre hay que tener en cuenta más que la media que se ofrece, la horquilla en la que se mueven las familias, ya que también hay diferencias debido a las ayudas públicas, gratuidad de libros de texto, etc. 

Pero, como decíamos, es el inicio de curso y aparecen los datos sobre el impacto del coste de la vuelta al cole en las economías familiares. Y uno de los datos más relevantes que ha aparecido en estas fechas es el relativo al Informe Europeo de Pagos de Consumidores, elaborado por Intrum y que ha sido analizado por diferentes medios de comunicación, entre ellos la Cadena SER. El dato es relevador ya que, según dicho informe, el 83% de las familias españolas tienen que endeudarse para hacer frente a estos gastos. Casi nada. Es un hecho que nos muestra el escenario en el que nos desenvolvemos, con el impacto de la inflación y de la subida de los precios del último año y medio, así como el incremento del Euríbor que ha supuesto un duro impacto para numerosas economías familiares. De esta forma, también son muchas las familias que acuden al mercado de segunda mano para la compra de los libros escolares, por ejemplo.

Este escenario no es una novedad, al contrario, y lo que supone es el incremento y cronificación de las desigualdades. Esto no supone minusvalorar el valor y el papel del sistema educativo en nuestro país, al contrario. Es un sistema educativo que cuenta con mecanismos y herramientas para una educación que llegue a todo el mundo. Pero, obviamente, también posee los que pueden dar lugar a una reproducción de las desigualdades. Y no es menos cierto que el contexto no es el más beneficioso, como hemos ido señalando en otros artículos de este Blog. Es en los costes indirectos ya referidos en donde se incrementa esa brecha y la desigualdad se reproduce, ya que hay parte de los mismos a los que acceden una serie de familias y colectivos, y otros se quedan fuera. Y, por supuesto, sin olvidar que existen situaciones relacionadas con la segregación escolar y con la escolarización de colectivos en riesgo de exclusión social, concentrados en no pocos casos en una serie de centros, también en función de la zona de residencia, que supone un duro impacto para la igualdad de oportunidades. 

Son las políticas públicas las que tienen que ir avanzando en esfuerzos para conseguir un sistema educativo más equitativo, a pesar de que España es uno de los países de la OCDE en el que menor impacto tiene el origen socioeconómico y de que las diferencias se dan entre los dos extremos de centros, entre aquellos en los que se escolarizan los colectivos en riesgo de exclusión social en mayor medida y los que podríamos definir como elitistas. Pero, como hemos comentado en otras entradas del Blog, hay una reproducción de las desigualdades que está creciendo y, en el caso de la Educación, no iba a ser una excepción. No será directamente, pero sí a través de otras vías. Es una realidad. 























 



 
















Las dificultades para arreglar el ascensor social

Por EQUIPO AICTS / 11 de septiembre de 2023

No es la primera vez, ni será la última, pero tenemos que volver a referirnos a la movilidad y al ascensor social. Es un hecho que, en 2023, esta cuestión ya se ha institucionalizado prácticamente como perdida. No es para menos, tras el cambio de sistema que ha supuesto el capitalismo neoliberal globalizado y el deterioro del Estado de Bienestar, en aquellos países en los que se había institucionalizado. La crisis de 2008 supuso un punto de inflexión y transformó la realidad en relación a la movilidad social. Es el momento en el que buena parte de las clases medias vivieron lo contrario de su trayectoria hasta el momento, que se había caracterizado por una evolución positiva. Sus padres y madres, abuelos y abuelas, habían pertenecido a la clase obrera o al campesinado, protagonizando el éxodo rural, y sus hijos y nietos habían ascendido socialmente, gracias especialmente al aumento del nivel de estudios, así como a los mecanismos del Estado de Bienestar y las transferencias sociales derivadas de los Derechos Sociales. Es un periodo en el que se asume que el ascensor social se ha roto y que la movilidad social se ha puesto mucho más difícil. Lo ocurrido en los próximos años, va a confirmar este escenario, que se institucionaliza.

El 22 de agosto, Carlos Sánchez publicó en El Confidencial el artículo "La igualdad de oportunidades se hunde y detiene el ascensor social", basado en datos de un estudio de Sara Ayllón, Pablo Brugarolas y Samuel Lado de la Universidad de Girona bajo el título The level of inequality of opportunity in Spain: an estimation using Artificial Intelligence, disponible en el Instituto de Estudios Fiscales del Ministerio de Hacienda y Función Pública. Los resultados no dejan lugar a dudas y el escenario no es solamente que esa movilidad social se haya parado sino que la igualdad de oportunidades, uno de los grandes ideales y objetivos de no pocas ideologías y modelos de sociedad, también está en crisis, obvia y consecuentemente. Los autores y autoras analizan la información recogida de diferentes indicadores y muestran cómo está desigualdad de oportunidades ha crecido de forma alarmante en una década y media en España, comparándola con los datos de otros países europeos. De esta forma, España se sitúa en la cola de la igualdad de oportunidades en Europa entre los países analizados, siendo superada únicamente por Bulgaria, Rumanía y Serbia (que no pertenece a a la Unión Europea). El artículo también incide en calificar al escenario como estructural, así como en el hecho de que no se hubiesen aprovechado los momentos de crecimiento económico, especialmente tras la crisis de 2008, para abordar una reducción de las desigualdades, especialmente en aspectos como el sistema impositivo y fiscal, que tendría que estar más enfocado a la generación de políticas más igualitarias desde la infancia.

Es un hecho que, como bien se señala en el estudio comentado, hay un escenario en relación a las desigualdades que, en España, es estructural. No debe olvidarse el camino llevado a cabo por nuestro país en un corto espacio de tiempo, apenas unas décadas, en las que se construyó el Estado de Bienestar. Un Estado de Bienestar que venía con limitaciones derivadas de haberse incorporado al modelo con retraso con respecto a sus vecinos europeos, así como por las características de la economía española. Sin embargo, el éxito de este proceso se produjo y la movilidad social para una parte muy importante de la población fue una realidad. Pero, en su conjunto, en España siempre se cronificó una desigualdad que afectaba a clases trabajadoras, especialmente en grandes áreas urbanas, así como se cronificaban importantes desigualdades territoriales que se han ido reproduciendo. La apuesta por determinados modelos productivos y sectores no hizo otra cosa que incidir en las condiciones que podían dar lugar a mayores desigualdades. Si la Construcción estalló con la "burbuja inmobiliaria", el Turismo también contaba con sus elevados riesgos, siendo un sector con una actividad de alta estacionalidad y no pocos empleos con bajas condiciones económicas. 

Lo ocurrido en la última década y media, entre crisis, pandemias y cambios geopolíticos, ha incidido en una precarización de las clases medias y trabajadoras, con la igualdad de oportunidades en una situación como la descrita en el informe señalado. De esta forma, la posición social es más estática y depende en buena medida del origen socioeconómico y de los diferentes capitales que se puedan acumular (económicos, sociales, culturales, relacionales). Los aspectos estructurales se van consolidando y reproduciendo, cronificándose unos escenarios diversos y heterogéneos en los que, una vez más, las personas, familias y colectivos en una situación de riesgo de exclusión social más evidente, se encuentran cada vez en posiciones más difíciles. Además, también se pierden las expectativas de mejora, con lo que se entra en una situación de deslegitimación del sistema.

La cuestión es si estamos dispuestos a arreglar este escenario o ya hemos asumido el cambio de modelo señalado. No cabe duda de que las tendencias generales apuntan en la segunda dirección, pero no es menos cierto que se han superado otras épocas y situaciones. La cuestión es volver a apostar por una cohesión social que se centre en la igualdad de oportunidades y en la reducción de desigualdades. Si no se aborda desde esta perspectiva, el presente y el futuro van a ser muy complicados. 
























 



 
















Sistema educativo y descenso de la natalidad

Por EQUIPO AICTS / 4 de septiembre de 2023

El pasado 28 de agosto, El País publicaba un artículo a cargo de Ignacio Zafra bajo el título "La caída de los nacimientos abre un agujero en la escuela: 300.000 alumnos menos de infantil y primaria en cinco años". La noticia, no por esperada, no deja lugar a dudas. Uno de los grandes retos a los que se tendrá que enfrentar el sistema educativo a corto y medio plazo es el hecho de serán menos niños y niñas los que acudirán a la misma debido al descenso de la natalidad, un proceso estructural en España, así como en la mayoría de los países de su entorno. El artículo aborda esta cuestión así como el mayor impacto de los cierres de escuela en la red pública que en la privada y concertada. Uno de los factores que explican este hecho es el que la escuela en el medio rural está en la red pública. Y es que, una elevadísima cantidad de los centros cerrados están en este ámbito, aunque también se dan casos en áreas urbanas. De la misma forma, también hay un descenso de alumnado en la escuela concertada. El artículo culmina con una serie de preguntas y reflexiones sobre la sostenibilidad del sistema, destacando la cuestión de la reducción de ratios como una forma de afrontar la situación, así como el hecho de que habrá escuelas con muy pocos estudiantes que serán difíciles de mantener. 

La Educación es uno de los principales de nuestras sociedades. El mismo cumple con una serie de funciones determinantes, habiendo ampliado las mismas debido a los cambios que se han dado en las últimas décadas. No se trata únicamente de las clásicas, como son la formación, la socialización como ciudadanos, la preparación para el mercado de trabajo, o aquellas que estaban vinculadas a la reducción de las desigualdades y la equidad, ahora cuestionadas por la crítica a la meritocracia. Otras han ido apareciendo como son las relacionadas con la preparación de para adaptarse a los cambios sociales; el papel que desempeñan en la guardia y custodia de niños y adolescentes, con la ampliación de servicios de comedor, de madrugadores, de extraescolares, etc.; o el hecho que las familias cada vez demanden más a dicho sistema educativo en relación a cuestiones con la educación que antes estaban en el ámbito más familiar. En este sentido, la Educación y sus profesionales están cada vez más presionados y, además, a la Educación se le hace responsable en no pocas ocasiones de lo que "no funciona", o se señala que "hace falta más Educación". 

En el plano cuantitativo, las Enseñanzas Obligatorias del Régimen General contaban en el curso 2022/23 con 8.309.480 estudiantes matriculados. En cuanto al profesorado, en ese mismo curso se situaba en 770.018 docentes, según datos en ambos casos del Ministerio de Educación y Formación Profesional. Además, hay que sumar todas las personas que trabajan en la Educación como Personal de Administración y Servicios, junto a todos los empleos vinculados a la actividad educativa formal e informal. Y sin olvidar el concepto de comunidad educativa, en el que obviamente se incluyen a las familias. Es decir, el volumen de personas vinculadas a la Educación afecta a más de la mitad de la población, y eso sin contar las Enseñanzas no Obligatorias y las Universitarias. 

Que el descenso de la Natalidad tenía que tener un efecto sobre el sistema educativo es un hecho. Es evidente que el mismo se va adaptando a los diferentes cambios que se van produciendo, y los demográficos no son una excepción. Afortunadamente, lejos quedan aquellos centros educativos en los que las aulas contaban con hasta 45 estudiantes. También eran años en los que veníamos del "baby boom" y el crecimiento demográfico se dejaba ver en un sistema que no estaba tan desarrollado como en la actualidad. La LOGSE y su reforma comprensiva redujo las ratios, sin duda uno de sus principales avances. Con el paso de las décadas y el descenso de los nacimientos, las ratios han ido adaptándose paulatinamente, aunque todavía quedaría margen de mejora.

Cuestión aparte es la escuela en el medio rural, como se ha mencionado. Aquí ya no es una cuestión de descenso de la Natalidad sino también de la despoblación de estas zonas. En el medio rural se han hecho importantes esfuerzos desde las Administraciones Públicas para mantener escuelas, evitando así desplazamientos. En algunos casos, se ha llegado a contar centros con cuatro estudiantes, por ejemplo. Pero, la combinación de los procesos de despoblación con las bajas natalidades parecen ir condenando a un importante número de centros educativos en estas zonas al cierre, con todos los impactos que implica. Pero, estos cierres no pueden darse únicamente en el caso de las zonas rurales, también hay escuelas en las ciudades, especialmente centros en especial dificultad o con una alta presencia de inmigrantes y/o alumnado en situación de riesgo de exclusión social que también han visto cómo va descendiendo su número de alumnos, llegando incluso al cierre. En el caso de la concertada, habría que analizar el proceso de unidades concertadas, hecho que depende de las políticas educativsa de las Comunidades Autónomas. 

En definitiva, un gran desafío para nuestro sistema educativo derivado del descenso de la natalidad y de un cada vez menor número de estudiantes que ingresan en el mismo. El reto para las políticas públicas es determinante porque, por un lado, el descenso de las ratios será una realidad cada vez mayor. Pero, por otro lado y como bien refleja el artículo de El País, habrá decisiones que valorar. En todo caso, esta reducción de la Natalidad también debe tenerse en cuenta desde el punto de vista de que el escenario no se convierta en una competición entre centros educativos por estudiantes. Sí, esto ya se da, es un hecho, y hay lógicas de mercado y de mercantización muy institucionalizadas en el sistema educativo. Lamentablemente, el descenso de la Natalidad puede acelerar este proceso. 























 



 
















Jóvenes y futuro

Por EQUIPO AICTS / 31 de julio de 2023

Ha finalizado un curso tremendo en todos los sentidos. Comenzando con el escenario político de España, con unas Elecciones Generales del 23J que dejan la gobernabilidad del país en una situación compleja, siendo uno de los posibles horizontes la repetición de las mismas en unos meses. Una situación que, por otra parte, era factible debido al proceso que está llevando la vida política española. La otra opción, la continuidad del gobierno actual con las coaliciones y apoyos que se dieron en la anterior legislatura. Pero, ese hecho tampoco está claro. En el plano económico, el curso 2022/23 comenzó con una serie de incerditumbres y hechos que hemos venido analizando en este Blog. Veníamos de la pandemia del Covid-19, que se superaba y se abordaban los planes de reconstrucción. Pero, la invasión de Ucrania por parte de Rusia nos sumía en un cambio geopolítico de primer orden que cuestionaba la Globalización. Además, Europa se veía en una posición de inferioridad frente a Estados Unidos y China. Mientras tanto, también subían los precios, así como los tipos de interés, golpeando a las economías familiares e igualmente a pequeñas y medianas empresas. Pero, en el ámbito económico, los últimos meses nos han lanzado una serie de indicadores positivos como son el control de la inflación, de los tipos de intéres no y ni se le espera, así como unos datos de empleo y desempleo no vistos en España desde antes de la crisis de 2008. Es decir, unos indicadores macro que muestran una tendencia positiva, aunque no se reflejen en los niveles de vida de buena parte de los ciudadanos y ciudadanas. Además, también se observa cómo el futuro, a nivel europeo, va a venir marcado por políticas de contención del gasto y reducción de déficit y deuda. Es decir, un retorno a una austeridad que tanto daño hizo en la crisis de 2008 y que, afortunadamente, no se tomó como receta en 2020 con la pandemia del Covid-19.

Estas situaciones, con independencia de mensajes triunfalistas o catastrofistas, llevan a una incertidumbre general que se ha instalado en nuestras sociedades. Se han perdido no pocos de los resortes estructurales y sólidos, relacionados con el papel del empleo, las condiciones de trabajo o el peso de las políticas vinculadas al Estado de Bienestar. Allí donde se mantiene con más fuerza, también lo hace disminuido. Y es que, no son las condiciones en las que nos encontrábamos en las décadas centrales del Estado de Bienestar, con un modelo basado en la norma social del empleo. En la actualidad, las bases que determinaban el mismo se han transformado con la evolución del capitalismo hacia el neoliberalismo, en el contexto de la Globalización, apoyada por la evolución de las tecnologías.

Y, en esta evolución, se hace más necesario que nunca incidir en la situación de los jóvenes, como también hemos venido analizando en este Blog desde su nacimiento. Hace unas semanas, ETHIC publicaba "La juventud en la era de la incertidumbre", que firmaba Pelayo de las Heras. En dicho artículo, se analizaba, tanto a partir de datos cuantitativos como de la valoración de expertos, el escenario de la juventud, y las conclusiones no son nada positivas. Pérdida de poder adquisitivo, dificultades para acceder al mercado laboral, o el consiguiente impacto en la salud mental, eran algunas de las cuestiones que se planteaban en dicho texto. Un escenario que, ciertamente, en el caso de España no es una novedad, pero que ha ido complicándose cada vez más para este colectivo en los últimos quince años, desde la crisis sistémica de 2008. Los jóvenes, por lo tanto, tendrían más difícil que sus generaciones anteriores, lograr esa emancipación a través del mercado laboral, en nuestra sociedad no hay otra forma, y ni siquiera pueden agarrarse a promesas vinculadas a la cualificación y formación, a las cuales sí pudieron hacerlo otras generaciones anteriores, prácticamente hasta comienzos del siglo XXI. Además, los apoyos familiares se han reducido, debido a que sus padres y madres, en la mayor parte de los casos, no han tenido la estabilidad laboral y la posibilidad de ahorrar de generaciones anteriores. Son apoyos que fueron clave para poder estudiar sin necesidad de compatibilizarlo con trabajar, para ser ayudados en el acceso a la compra de la vivienda, o incluso en momentos de dificultad, como los que se dieron en la crisis de 2008, en la cual el apoyo familiar desempeñó un papel determinante. Obviamente, otras familias y jóvenes no están en esa situación, lo que nos lleva a la reproducción de las desigualdades y de la estructura social, a la permanencia e intensificación del "efecto Mateo", a los cierres de clase que se observan claramente con la formación, etc.

Como bien acierta a señalar el artículo de Pelayo de las Heras, hay que tener en cuenta el impacto futuro para nuestra sociedad de este escenario. El peaje a pagar será alto si no se generan políticas que aborden, en serio, esta situación, y ya vamos con retraso. Seguimos aplicando recetas que no funcionan, lanzando a los jóvenes a un mercado laboral precarizado, con unos precios de la vivienda, en alquiler y propiedad, inabordables. La situación está ahí, su impacto en el futuro, complicado.
























 



 
















Conciliación y verano

Por EQUIPO AICTS / 24 de julio de 2023

A finales de junio y comienzos de julio, los medios de comunicación recogían testimonios sobre las dificultades de conciliación de la vida familiar y laboral en el periodo estival. Nada nuevo bajo el sol, al contrario, con mayores dificultades porque el periodo vacacional del sistema educativo y de toda una estructura de actividades extraescolares, clases complementarias y actividades deportivas que realizan los niños y niñas. Si durante el curso académico, la conciliación entre el trabajo de los dos integrantes de la pareja, en el caso de las familias monoparentales (encabezados generalmente por mujeres) se complica mucho más, en verano es más complicado si cabe. Obviamente, hay numerosas circunstancias y casuísticas, vinculadas a variables como el tipo de trabajo desarrollado, los horarios del mismo, la cercanía de red familiar que pueda apoyar a las parejas, relacionado con el lugar de residencia, y, obviamente, el nivel socioeconómico.

De esta forma, la oferta de servicios de ludotecas, públicas y privadas, han crecido exponencialmente en la última década. Así como toda clase de campus deportivos, de estudios, etc., en el que participan numerosas entidades. Estos servicios son determinantes para familias y personas que, en no pocos casos, no cuentan con vacaciones, o solo disponen de una semana o quince días, en función de la organización de los calendarios laborales. Y es que, en no pocas ocasiones, tenemos visiones un tanto distorsinadas de las realidades que nos rodean. Hay trabajadores y trabajadoras que pueden disfrutar de un mes de vacaciones, seguro que algunas personas que lean este artículo ponen en primer lugar a los docentes, los cuales cuentan con casi dos meses (aunque haya gente que piense que son tres, pero no). Pero, son mayoría los que tienen unas vacaciones más limitadas, trabajos y empleos no cualificados, de servicios, etc. Y, en un país como España, con la presencia del sector turístico, esto alcanza otras dimensiones porque son numerosos los trabajadores que se emplean en hostelería, restauración, etc., siendo los meses de verano cuando tienen más oportunidades de trabajo. Si tienen hijos e hijas, también precisan de conciliación, obviamente.

Y aquí entra en juego la variable socioeconómica porque, como durante el curso, no todo el mundo está en las mismas condiciones para poder acceder a estos servicios. En el caso de los públicos, los precios son más reducidos, pero las plazas son limitadas. En el caso de los que oferta el mercado, el abanico es amplio, pero todas las familias no están en las mismas condiciones para poder acceder a esta oferta. En un contexto de precariedad, con un mercado laboral con salarios bajos y con un incremento del coste de la vida, acceder a estos servicios no está al alcance de la mano de todas las familias.

Siguen existiendo redes familiares que desempeñan un apoyo fundamental. No son pocas las familias que llevan a sus hijos e hijas con sus abuelos y abuelas, a los pueblos o ciudades de origen incluso. O, si residen en la misma localidad, que no siempre es el caso, cuidan de ellos durante las jornadas laborales. Es una constante aunque, como se viene observando en la última década, las redes de apoyo familiar, que siguen siendo indispensable y fuertes, se van debilitando. Por un lado, porque estas sufrieron un fuerte impacto y tensión con la crisis sistémica de 2008. Por otro lado, porque también se han producido cambios en el grupo de nuestras personas mayores. 

Septiembre regresará con las rutinas de siempre, en una vida acelerada que llevamos. Y volverá el debate sobre la conciliación durante el curso, cuyas responsabilidades caen en mayor medida en las mujeres, como en verano. De esta forma, seguiremos con un problema sin solución, que se va enquistando. Y así seguimos, sin encontrar la tecla, lanzando cada vez más funciones al sistema educativo, haciendo que las posibilidades para conciliar dependan cada vez más del nivel socioeconómico, y ampliando desigualdades también por esa vía. Sí, muchos trabajadores son cualificados, pero hay muchos que tienen empleos de alta temporalidad, antes hemos hablado del turismo, estacionales, de fin se semana, etc. Seguimos sin soluciones. 





















 



 
















La importancia de la educación para adultos

Por EQUIPO AICTS / 17 de julio de 2023

No es una de las cuestiones en las que se ponga un mayor acento, desde los medios de comunicación y la agenda pública, pero es de vital importancia. La educación para adultos cumple numerosas funciones y es un ámbito que se ha desarrollado en las últimas décadas. Sin embargo, sus perspectivas no son las más idóneas. Por un lado, y siguiendo la noticia de El País sobre la cuestión publicada el pasado 3 de julio, en una década ha perdido la mitad de alumnos en una década. Por otra parte, el reciente informe de la OCDE sobre el estado de la educación en España, proponía dentro de sus mejoras el incidir en este nivel. 

Las estadísticas del Ministerio de Educación y Formación Profesional muestran cómo, en el curso 2022/23, había casi 200.000 alumnos y alumnas en enseñanzas formales y más de 312.000 en las no formales. Es decir, más de medio millón de estudiantes están cursando educación para adultos en sus diferentes vertientes. Hay que tener en consideración las diferencias internas que se dan dentro de este colectivo ya que se engloban las que tienen un carácter formal, como hemos señalado, las cuales son determinantes para el acceso a un certificado de estudios, de acceso a niveles formativos, o de completar unos estudios que mejoren la situación en el mercado laboral, con otras vinculadas a formaciones complementarias. En todo caso, la educación para adultos es un ámbito amplio y complejo, en el que se dan diversidad de situaciones.

También hay que considerar toda la cuestión de la formación permanente, aunque la misma se relaciona más con otros ámbitos, relacionados en no pocas ocasiones con el mercado de trabajo. En todo caso, la educación para adultos es determinante para procesos de equidad e igualdad de oportunidades. No son pocas las situaciones que se dan de personas que no completaron la Secundaria, o dejaron estudios a medias, y que han visto la necesidad de contar con sus credenciales y títulos para acceder al mercado laboral o permanecer en el mismo. Son escenarios que, en no pocos casos, están relacionados con variables socioeconómicas, escenarios de desigualdades sociales y educativas. 

Por otro lado, también es fundamental la educación para adultos en el caso de las personas de origen extranjero que llegan a nuestras sociedades con desconocimiento del idioma, con formaciones no reconocidas, o sin formación. Tanto formalmente como desde otras entidades, se ofrecen estas formaciones que van desde el aprendizaje del español o del resto de las lenguas oficiales, en función de la Comunidad Autónoma, a las TIC. En estos casos, cobra todavía más importancia si cabe esta educación para adultos ya que, obviamente, nos encontramos con personas que se encuentran ante la necesidad de formarse para integrarse en un mercado laboral. Y, como demuestran no pocas estadísticas, a menor formación, más riesgo de caer en situaciones de infraempleo o, directamente, encontrarse en desempleo.

Nos encontramos también con muchas personas que hacen un enorme esfuerzo por formarse, contando con situaciones familiares y laborales que implican dejar de dormir horas o no poder estar con sus hijos e hijas. Formaciones que precisan de esos sacrificios y que se dan, igualmente, para mejorar las posibilidades futuras de sus descendientes. No son pocos los casos en los que se dan situaciones de éxito, como el del artículo de El Paí señalado anteriormente, en el que se presentan casos en escuelas para adultos en barrios con altos índices de exclusión social. Pero, lamentablemente, también se dan los escenarios contrarios. 

Mejorar la educación para adultos es un reto de nuestro sistema educativo, especialmente en los ámbitos vinculados a las desigualdades sociales y educativas. La pérdida de estudiantes puede deberse, en parte, al impacto de la pandemia del Covid-19. Pero no es la única causa. Hay que incidir en este nivel educativo porque es una cuestión de justicia social y equidad. 




















 



 
















Edadismo

Por EQUIPO AICTS / 10 de julio de 2023

En los últimos años ha ido incorporándose a la agenda pública la palabra "edadismo", que significa la discriminación por edad de las personas mayores, pero que también se amplia a cualquier grupo de edad cuando la variable edad es la determinante en unos comportamientos o actitudes hacia esas personas, el ejemplo más claro serían los jóvenes. Aunque no es un fenómeno nuevo, hay que entenderlo en todo el proceso de evolución demográfica de nuestras sociedades, en las que se produce un envejecimiento de la población, con cada vez un mayor porcentaje de edad que alcanza y supera los 65 años. Esta situación da lugar a numerosos retos y desafíos, en todos los sentidos, como veremos más adelante. En no pocas ocasiones, se señala al envejecimiento de la población como un fenómeno negativo ya que no se ve acompañado de un reemplazo generacional. Y es que nos seguimos moviendo en tasas de natalidad e índices de fecundidad muy bajos, como hemos señalado en otros artículos del presente Blog. En el otro lado, hay que indicar que es todo un éxito de nuestras sociedades y sistemas de bienestar que cada vez más personas lleguen a los 65 años, y los superen, alcanzando incluso edades que van por encima de los 80 y 90 años. La esperanza de vida ha crecido gracias a factores vinculados al ya mencionado bienestar, a los avances de la medicina, etc. 

Sin embargo, no debemos tampoco dejar de ver que este colectivo, al que como a la mayoría se le presenta como homogéneo, no lo es. Hay una enorme diversidad de situaciones en las personas mayores que afectan a diferentes ámbitos. El más importante, sin duda alguna, es el que hace referencia a la salud y a las condiciones físicas en el que se encuentran las personas mayores. Aquí, las diferencias son mayúsculas y dependen de las enfermedades que se hayan desarrollado y de la vida que se haya llevado. También es fundamental la red de contactos con los que cuentan las personas mayores, especialmente en un momento en el que nos encontramos en una crisis de salud mental, afectando a personas pertenecientes a este colectivo que se encuentran sin relaciones familiares y sociales, en situaciones de aislamiento social. Esta es una cuestión de las más preocupantes en relación a las personas mayores y de la que ya hemos escrito en este Blog. En un contexto como el actual, en el que todo va muy rápido, en el que las exigencias del sistema productivo son mayores, etc., muchas personas mayores tienen menos contactos con sus hijos e hijas y nietos y nietas. Finalmente, pero no menos importante, el papel de la clase social o del origen socioeconómico con respecto a la situación de las personas mayores. Hay unas diferencias de clase social que también inciden en el tipo de servicios a los que pueden acceder las personas mayores, en el tipo de actividades que realizan, incluso en si se pueden permitir una residencia o un centro de día en caso de necesidad, o precisarán de la atención y cuidados de su pareja, en caso de que sea posible, o de algún familiar, generalmente hijas. En definitiva, varios factores que están interrelacionados y que determinan que el colectivo de las personas mayores no es homogéneo, sino todo lo contrario.

En este contexto, con un grupo cada vez más alto, como señalábamos, y con más personas que llegan a estas edades con calidad de vida y en plenas condiciones, hay que considerar el señalado "edadismo". Un artículo reciente de El País, firmado por Pablo Linde, y bajo el título "Edadismo: cómo la discriminación por cumplir años perjudica la salud", recogía diversos resultados de estudios y encuestas que ponían el foco en la cuestión, y que también la llevaban al impacto en la salud, centrándose en la percepción de que las personas mayores la tienen peor por cumplir años, hecho que se relaciona con la heterogeneidad que hemos mencionado; o también con el aislamiento social que hemos comentado, en el sentido de que se producidía también la asunción de que esta etapa de la vida es un momento de soledad. Y no, no es así, como han demostrado numerosos estudios e investigaciones, entre ellos algunos en los que han formado parte integrantes de AICTS, como por ejemplo Laura Ponce de León, en esta etapa de la vida también se puede, y se debe dar un envejecimiento activo. Y el mismo pasaría por un trabajo más comunitario y por una mayor integración de las personas mayores en la comunidad. Es cierto que se han dado numerosos pasos, pero queda camino por hacer. Además, tampoco se debe perder el caudal de experiencia y conocimiento que poseen las personas mayores, un valor que nuestras sociedades no deben perder por lo que representa y por una cuestión de justicia.

Hace unos meses, el "edadismo" fue un concepto que estuvo muy presente en los medios de comunicación debido al anuncio de que Joe Biden, de 80 años, se presentaría a la reeleción como Presidente de Estados Unidos. En frente, teóricamente, estará Donald Trump, de 77 años. No fueron pocas las voces que indicaron si estas personas, especialmente Biden, estaban en condiciones de poder afrontar dicha responsabilidad con la edad que tenían. Y, seguramente, muchas personas lo pensaron de forma insconsciente, o consciente. Fue todo un ejemplo de "edadismo". En definitiva, es necesario no solo seguir poniendo en valor a las personas mayores sino que, y especialmente, incidir en una cuestión vinculada a los Derechos y a la ciudadanía. 




















 



 
















Sobre los horarios de trabajo

Por EQUIPO AICTS / 03 de julio de 2023

De nuevo, otra cuestión que suele aparecer de vez en cuando en la agenda, bien porque se produzca algún estudio sobre el tema, se realicen algunas comparaciones, o aparezca en el horizonte electoral. Le ha tocado el turno estos días a los horarios de trabajo en España, que suelen quedar muy mal parados en la comparación con los países europeos. El País ha publicado un artículo con datos de Eurostat sobre la jornada laboral, firmado por Emilio Sánchez Hidalgo y con el título de "Los horarios locos que 'roban vida' a miles de trabajadores españoles". En el mismo, se señala que en España se trabaja una media de 36,4 horas a la semana, siendo la media europea de 36,2, y encontrándose España en situación similar a Francia o Italia, y con menor carga de trabajo que Portugal. Sin embargo, cuando la comparación es con los países nórdicos, con Estados de Bienestar más desarrollados, la situación cambia y las diferencias se van a cinco horas con Noruega y Dinamarca, así como con Países Bajos y Alemania, aunque varía el número de horas de diferencia. 

Pero la diferencia es más acusada en el trabajo a partir de las 18:00 horas, señalándose que en España se trabaja de forma más diseminada que en el resto de Europa. De esta forma, casi un 30% de trabajadores y trabajadoras, según la fuente de Eurostat, está en su puesto laboral a partir de las 18:00 horas, siendo el país europeo con diferencia en el que más se da esa situación. Las consecuencias, en todos los sentidos, son relevantes y también nos hablan de algunas características estructurales de nuestro modelo productivo y de otras tendencias generales. En el primer caso, no cabe duda de que estamos también ante las consecuencias del peso del turismo y del comercio en España. Los horarios de una buena parte de estos trabajadores y trabajadoras están condicionados, obviamente, a las franjas horarias en las que se realizan parte de estas actividades. La restauración y la hostelería son un ejemplo en ese sentido, y la apuesta por este modelo se ha incrementado en las dos últimas décadas. En el caso de la actividad comercial, nos encontramos en situaciones casi similares, con unos centros de las ciudades que se han convertido en un escaparate comercial homogéneo, todas las ciudades son prácticamente iguales en ese sentido, y con una flexibilización de horarios comerciales en no pocos casos que tienen consecuencias en condiciones laborales. El segundo factor es más general y hace referencia al incremento de las exigencias en la mayor parte de los empleos, un aumento de la productividad que afecta tanto a empleos cualificados como no cualificados. Es un factor que se ha acelerado tras la pandemia del Covid-19 y al que la digitalización está empujando en una dirección cada vez más clara. No faltan los artículos y reportajes que abordan estas cuestiones, especialmente en profesiones cualificadas, afectando también a trabajadores y trabajadoras autonómos, que en ese sentido estarían en una posición más precaria. Y, finalmente, no podemos olvidar, y vinculado a estas cuestiones, una cierta "cultura empresarial" que se da en España, no tenemos indicadores sobre este hecho, más allá de una cierta "intuición sociológica", que nos muestra cómo se valora la mayor presencia en el puesto de trabajo, como un elemento relacionado con el compromiso. Esto ha generado no pocas disfunciones a lo largo del tiempo, hecho que estaba más interiorizado en una serie de generaciones que veían ese compromiso como un valor en sí mismo.

Estos horarios, y sus factores asociados, tienen sus consecuencias en dos aspectos clave, entre otros. En primer lugar, en las desigualdades. Uno de los elementos determinantes para las desigualdades es el uso del tiempo y, obviamente, esa mayor disponibilidad de tiempo para la vida personal, familiar o el ocio, está fundamentada en buena medida por el nivel socioeconómico. Se podrá decir que esto no encajaría con uno de los aspectos que hemos señalado en el párrafo anterior, los trabajadores y trabajadoras cualificadas sometidas a una elevada presión por la productividad y el rendimiento. Pero, en este sentido entraría una nueva variable a ese factor como es la calidad del tiempo. Además, como hemos visto en otras entradas del Blog, no son pocos los trabajadores y trabajadoras que pasan una parte de su tiempo diario en desplazamientos al lugar de trabajo, hecho acentuado por la gentrificación de los centros de las ciudades que da lugar a que cada vez más personas, especialmente ocupadas en empleos no cualificados, no puedan vivir cerca de donde trabajan. Aquí, la brecha es enorme. Y, en segundo lugar, la conciliación de la vida familiar y laboral, debate transversal y estructural, lejos de solucionarse, que implica con estos horarios que la conciliación sea muy complicada. De esta forma, se demanda un aumento de la natalidad pero, con estas condiciones de empleo, incluidos los horarios, se hace más difícil.

En definitiva, una cuestión que no hay que dejar de lado, los tiempos y horarios de trabajo, pero unas transformaciones que en España cuentan con unas barreras y resistencias enormes. Una cuestión que tiene impactos determinantes en las desigualdades y que se ve cruzada por las variables socioeconómicas, y que se reproducen. 





















 



 
















La pérdida de calidad de vida

Por EQUIPO AICTS / 26 de junio de 2023

Si en la entrada de la semana pasada poníamos el foco en el sistema educativo y sus necesidades, enfocadas a su mejora para dar mayor respuesta a las necesidades educativas, desde una perspectiva de la equidad y la igualdad de oportunidades, en la entrada de esta semana regresamos a otra de las cuestiones centrales en el caso del Blog de AICTS: el nivel y calidad de vida de nuestras sociedades. A lo largo de estos años de Blog, el impacto de las sucesivas crisis y las transformaciones estructurales de la sociedad, especialmente en el ámbito del mercado laboral y del trabajo, han determinado un cambio en la estructura social. Igualmente, en el último año, el incremento de la inflación, de los precios, del interés de los préstamos, etc., ha ido impactando en las familias y personas. Obviamente, los colectivos en situación de riesgo de exclusión social y en precariedad han ido todavía en mayor medida a peor.

Como decíamos en el párrafo anterior, es un cambio de paradigma vinculado a la crisis estructural del modelo basado en el Estado de Bienestar, que había generado, con sus contradicciones y debilidades, unas sociedades más cohesionadas. Sin embargo, el avance del neoliberalismo a partir de la década de los setenta del siglo XX, la Globalización y sus consecuencias negativas (también se han dado las positivas), y otras cuestiones como los avances en automatización y digitalización, y las nuevas formas de trabajo basadas en la flexibilidad, el fenómeno de la "uberizació" es determinante, han ido marcando estas décadas, acelerándose en la última y media. Si la estructura social tenía entre sus principios la movilidad social y la mejora permanente de cada generación con respecto a la anterior, todo esto se ha roto.

España no ha sido una excepción en este proceso, dentro del mundo occidental, al contrario. Somos uno de los países, por nuestras características estructurales y por la situación en la que nos encontramos, en el que los impactos de estos cambios son más amplios. Con un sistema productivo basado en una baja industrialización, las transformaciones derivadas de la Globalización dieron lugar a no pocas deslocalizaciones y a una apuesta por la terciariación precarizada, teniendo en el turismo la punta de lanza de parte de la economía española. Además, somos un país, como todos, con grandes desequilibrios territoriales y sociales, que se siguen reproduciendo e intensificando. En el caso del Estado de Bienestar, llegamos tarde, no fue hasta la década de los ochenta del siglo XX cuando se construyó el mismo y se consolidó, partindo de una serie de debilidades como el hecho de ser un país con un modelo más familista. Llegar tarde también supuso que la crisis del Estado de Bienestar se desarrollase más tarde, pero sus impactos fueron determinantes, como se pudo comprobar con la crisis de 2008.

La crisis de 2008, la pandemia del Covid-19 y los cambios geopolíticos de los últimos dos años, con un viraje indeterminado en la Globalización, han mostrado un nuevo escenario con diferentes respuestas. Si en 2008 se aplicaron recetas neoliberales, en 2020 los esfuerzos fueron en otra dirección. Sin embargo, las dinámicas macroeconómicas, que están siendo positivas, no están llegando a la mayor parte de la sociedad, con una población que está pasando por una precarización de sus condiciones de vida. Este hecho no niega que se hayan desarrollado políticas y acciones desde las Administraciones Públicas que han sido necesarias para abordar situaciones de crisis, pero no están siendo suficientes. Tampoco lo son propuestas neoliberales de nuevo, promesas de reducciones de impuestos ante ciclos electorales, etc., que lejos de llegar a las clases trabajadoras y medias, las perjudican. 

La entidad Fuhem acaba de publicar un interesante trabajo, el I Informe Ecosocial Calidad de Vida en España. Balance, Tendencias y Desafíos. El mismo es una radiografía bastante completa de nuestro país, teniendo en consideración igualmente la variable medioambiental y el impacto del cambio climático. Las conclusiones, también recogidas en el artículo de Esther Peñas en Ethic, no dejan lugar a dudas. La exclusión social crece, la desigualdad también; los trabajadores pobres que, pese a contar con un empleo, lo mismo; las desigualdades territoriales se extienden; se destina a la vivienda un porcentaje cada vez más elevado de los ingresos, debido al aumento del interés del dinero y de los precios de los alquileres... En fin, un panorama desalentador que no es una excepción en nuestro entorno. Los retos y desafíos son mayúsculos y no debemos cerrar los ojos, ni hacernos trampas al solitario, ante esta situación que nos muestra una sociedad cada vez menos cohesionada. Las soluciones vendrán con nuevos paradigmas que pongan el foco en la equidad y la igualdad. No vendrán desde recetas neoliberales o populistas. Se ha recorrido un larguísimo camino en estas décadas para ir perdiéndolo a pasos agigantados. 





















 



 
















Las necesidades del sistema educativo español, según la OCDE

Por EQUIPO AICTS / 19 de junio de 2023

En el Blog de AICTS regresamos a una de las principales líneas de trabajo e investigación que desarrollamos: la educación. A lo largo de estos años, hemos ido publicando numerosas entradas que han ido analizando aspectos vinculados al sistema educativo, su situación, su evolución, etc. En todos los casos, uno de los aspectos más importantes es el que hace referencia a las desigualdades en educación, derivadas por un lado de las sociales y, por otra parte, generadas directa o indirectamente por el propio sistema educativo. Recordemos que una de las funciones de la educación hace referencia a la igualdad de oportunidades y a la equidad. En este sentido, el sistema educativo se encontraría en una situación paradójica ya que, a la par que reproduce y genera desigualdades, no es menos cierto que es un ámbito en el diversos colectivos y personas, tienen mayores oportunidades. Obviamente, la meritocracia no existe y lo que funcionó hace unas generaciones, un tiempo en el que la oferta de trabajos y ocupaciones permitía que, a través de la formación se llegase a la movilidad social, se rompió especialmente con la crisis de 2008, aunque las bases de este proceso ya venían de antes. 

El sistema educativo español cuenta con algunas debilidades muy significativas. Algunas de ellas hacen referencia a sus elevadas tasas de abandono escolar temprano y de fracaso escolar. Aunque en la última década y media se ha conseguido reducir, llegando a acercarse a niveles europeos, no es menos cierto que venimos de una trayectoria en la que estos indicadores eran muy elevados, especialmente a comienzos del siglo XXI. También las desigualdades en educación siguen siendo persistentes, aunque también es verdad que somos uno de los países más equitativos. Pero, eso no quita para que haya colectivos en situación de riesgo de exclusión social y vulnerabilidad que cuentan con menos posibilidades de alcanzar un rendimiento escolar óptimo o que puedan aprovechar las oportunidades que ofrece la educación. Las variables socioeconómicas y culturales siguen pesando en un sistema educativo en el que existen centros de difícil desempeño, fundamentalmente determinados por su ubicación en barrios en los que el nivel de renta es bajo, y que se produzcan concentraciones de alumnado de origen extranjero, etnia gitana o de bajo nivel socioeconómico en estos centros, mayoritariamente públicos. Igualmente, los costes indirectos y las clases extraescolares se han consolidado como un elemento central para la reproducción de las desigualdades educativas.

Hace unos días, la OCDE publicó un informe con algunas indicaciones sobre las mejoras que precisa el sistema educativo español. Este informe, con unas conclusiones ya conocidas, hacía hincapié en las tasas de ababono escolar temprano y, especialmente, en cuestiones vinculadas a los colectivos vulnerables y a las situaciones de segregación que se producían. De esta forma, las acciones a desarrollar se centraban en procesos que eviten la concentración del alumnado en situación de desventaja, así como la dotación de más recursos para una inclusión más efectiva de este colectivo. Las medidas también pasaban por un trabajo a nivel de comunidad educativa que cuenta con el entorno, el barrio o la localidad. Y, una de las propuestas recomendadas que más controversia ha levantado es la que hace referencia a la recuperación de la jornada partida frente a la continua. En las dos últimas décadas, en España, se ha ido institucionalizando la jornada continua en detrimento de la partida. Autores como Mariano Fernández Enguita o Rafael Feito han incidido en las consecuencias negativas de esta evolución, centrándose especialmente en el rendimiento de los alumnos. En el lado contrario, se indica que se aprovechan más las horas y no se produce una ruptura al mediodía. Además, también se insiste en la cuestión de la conciliación. Sin embargo, el informe de la OCDE hace referencia a que no, que hay unas consecuencias negativas especialmente para los colectivos más vulnerables, que saldrían de clase a las 14:00 horas y no tendrían posibilidades de acceder a actividades extraescolares y de refuerzo por las tardes. Estas clases han aumentado en los últimos años, como también han incidido diferentes estudios de ESADE. Pero, en el caso de los colectivos vulnerables, no cabe duda de que la jornada continua supone un impacto negativo, aunque los centros tienen la obligación de ofrecer actividades complementarias hasta las 17 horas. Además, tampoco todo el mundo tiene la misma jornada laboral y es cierto que para ciertos tipos de trabajos, generalmente más cualificados, la jornada continua ofrece más posibilidades. Pero, hay otras muchas personas que trabajan a turnos, en jornadas partidas, etc. Y hay que ser consciente que nuestra sociedad no es la misma que hace cuatro décadas, afortunadamente, cuando la mujer no estaba tan incorporada al mercado de trabajo. También es cierto que la escuela y la educación han incorporado más funciones por los cambios que se han producido en la sociedad.

Interesante informe de la OCDE que, como señalábamos, no descubre nada nuevo, pero que hay que tener en cuenta. Y, a destacar, esa última cuestión que hemos tratado, que hace referencia a las formas de organización del sistema escolar y cómo deben evitarse aquellas situaciones que contribuyan a generar desventajas educativas y sociales.