Desigualdad cronificada  

Por EQUIPO AICTS / 27 de abril de 2017


El Instituto Nacional de Estadística (INE) acaba de publicar los datos relativos a 2015 de la "Encuesta de las Condiciones de Vida". Los mismos no muestran ninguna novedad sino que confirman las tendencias observadas desde el comienzo de la crisis sistémica en 2008. España ha visto cómo se ha cronificado la desigualdad a través de unos indicadores de pobreza y exclusión social que son alarmantes pero que ya no sorprenden porque llevamos casi una década en esta dirección. En 2015, el 5,8% de la población española se encontraba en una situación de pobreza severa, reduciéndose este porcentaje en relación con años anteriores, mientras que el 22,3% de los hogares se encontraba en una situación de riesgo de pobreza. Lo que también se constata es que la mejora de los indicadores macroeconómicos no han supuesto un gran avance en las condiciones de vida de buena parte de la sociedad y que el acceso al empleo, y dependiendo de las condiciones del mismo, no garantiza no encontrarse en riesgo de pobreza y exclusión social. 

Pero también hay que significar como esta desigualdad cronificada también tiene sus diferentes impactos. De esta forma, la tasa de riesgo de pobreza crece si hay niños en el hogar lo que sitúa en un escenario de vulnerabilidad mayor a los menores. La cuestión se torna todavía más complicada en el caso de los hogares monoparentales, generalmente encabezados por mujeres, en el que llega al 42,2%. El 48,5% de los parados también se encuentran en esa situación, especialmente en un momento en el que, como hemos visto en otros estudios, buena parte de los mismos ya han agotado todas sus prestaciones. Y de nuevo el nivel de estudios sigue siendo un indicador claramente diferenciador ya que los colectivos con menor formación cuentan con mayor riesgo. De hecho, el 10,3% de los que poseen educación superior se encuentran en esa situación frente al 29,2% de los que únicamente complementaron la primera etapa de Educación Secundaria. La población extranjera también es más vulnerable, un 52,1% del resto del mundo y un 40,3% de los procedentes de la Unión Europea, frente al 18,8% en el conjunto de los españoles. Finalmente, una de las grandes brechas de la desigualdad aparece una vez más a nivel regional. Mientras que en el norte y el eje del valle del Ebro sólo Aragón supera el 15% y País Vasco y Navarra se sitúan por debajo del 10%, seguidos de La Rioja con el 11,9%, en el sur de España la tasa de riesgo de pobreza se dispara superando el 30% en Castilla La Mancha, Islas Canarias, Extremadura, Andalucía y Ceuta, en estas dos últimas por encima del 35%, También Murcia y la Comunidad Valenciana están por encima de la media nacional. Estas diferencias obedecen, sin duda, a cuestiones estructurales de compleja o casi imposible solución.

En definitiva, nuevos datos sobre la situación de nuestra sociedad. Una sociedad cada vez más desigual y dualizada, una sociedad que ha ido perdiendo calidad de vida así como transferencias sociales a través de los recortes y ajustes de las políticas del Estado de Bienestar. Una sociedad en la que las bases de las futuras desigualdades cada vez son más fuertes y en la que las condiciones de partida son más determinantes, existiendo además menos elementos correctores a través de las señaladas políticas sociales. Nuevos indicadores con las mismas lecturas, nuevos datos que llamarán la atención un día o dos y que pasarán a la lista, a los archivos o a los trabajos de los investigadores que nos dedicamos a estas cuestiones, pero que ya se han normalizado. Una de las peores impresiones que podíamos tener.