La importancia de los cuidados 

Por EQUIPO AICTS / 7 de mayo de 2018


El pasado 30 de abril El País publicaba un interesante artículo sobre el papel de los cuidados en nuestra sociedad y su crisis bajo el título No nos cuidamos. A lo largo del mismo, se presentaban algunas investigaciones sobre la cuestión, publicaciones así como algunos indicadores de su situación. Algunos de los mismos son conocidos como el hecho de encontranos en no pocas ocasiones ante tareas no remuneradas, su peso en nuestra sociedad que ni es reconocido ni es visible, el mantenimiento de los roles de género (el peso de los cuidados sigue recayendo principalmente en la mujer), etc. Además, se hacía referencia a un estudio de próxima publicación sobre la cuestión a cargo de María Ángeles Durán que señala que las labores de cuidados, incluidas las tareas domésticas, equivaldrían a 28 millones de puestos de trabajo a tiempo completo. Igualmente, se incidía en la situación de crisis de los cuidados a través de los recortes y ajustes presupuestarios en los las políticas públicas y, especialmente, al individualismo imperante en nuestras sociedades posmodernas.

Desde AICTS, una de nuestras líneas de investigación centrales está vinculada precisamente a la cuestión de los cuidados a través de procesos como el envejecimiento de la población, encabezada por Laura Ponce de León (UNED), y a la importancia de las políticas públicas del Estado de Bienestar. No cabe duda que estamos ante una serie de transformaciones centrales que están afectando a los cuidados y que una serie de procesos, algunos de ellos bien formulados en el artículo señalado. En el mismo se hace también referencia a la externalización de los cuidados debido a la incorporación de la mujer al mercado de trabajo, pero este hecho nos lleva a dos cuestiones que también hemos planteado en otras ocasiones: la ya señalada en esta entrada sobre la brecha de género en los cuidados y la conciliación de la vida familiar y laboral. Mientras que no se avance, y se han dado muchos pasos positivos, en una corresponsabilidad total entre los dos integrantes de una pareja, las tareas domésticas, los cuidados, etc., seguirán cayendo en mayor medida del lado de la mujer. En cuanto a la conciliación, estamos ante una de las grandes debilidades de nuestra sociedad. No somos una sociedad que concilia de forma acertada la vida laboral y familiar. Al contrario y, además, la conciliación sigue estando más identificada con la mujer que con el hombre, lo que no hace sino reproducir la desigualdad de género en la cuestión de los cuidados. A todo ello hay que añadir los recortes en las políticas públicas, otro factor que contribuye de forma decisiva en esa crisis de los cuidados. Si la conocida como Ley de la Dependencia de 2006 reconocía la función de las cuidadoras y cuidadores, los sucesivos recortes y ajustes se llevaron por delante buena parte de estos avances.

Pero no debemos tampoco olvidar otro de los puntos a los que aludía el artículo: el individualismo de nuestra sociedad. Sin duda alguna nos encontramos ante un hecho en el que profundizar, la relación de esa crisis de los cuidados con los valores imperantes en nuestras sociedades. Las dos últimas décadas han dado lugar al dominio de valores individualistas, consumistas y materialistas. Y aunque la familia ha sido determinante, y continúa desempeñando esa función, al mitigar los efectos de la crisis y al seguir siendo una red de seguridad de primer orden, no es menos cierto que podemos señalar, como hipótesis, que tendrá muchas más dificultades en poder desempeñar esas funciones ya que ha sufrido un desgaste material (sus recursos disponibles y los que tendrán las siguientes generaciones) así como por esos nuevos valores dominantes. Ya no es sólo que esas redes se debiliten sino que parte de nuestra sociedad "compra" recetas de carácter neoliberal, recetas en las que prima el "sálvese quién pueda" y donde la solidaridad pasa ya no a un segundo plano sino a un tercero. Es necesario fortalecer y construir sobre los valores solidarios presentes y ser conscientes que, en un mundo dominado por el individualismo, todos y todas tenemos las de perder. La situación de los cuidados es un indicador más.