Estudios universitarios 

Por EQUIPO AICTS / 28 de abril de 2019


IVIE y Fundación BBVA acaban de publicar la séptima edición del informe Indicadores Sintéticos de las Universidades Españolas y los medios de comunicación se han centrado en el elevado porcentaje de abandono de los estudios universitarios en España, incluido el cálculo del impacto económico de esa decisión. El primer indicador hace referencia a que uno de cada tres estudiantes universitarios abandonan el grado que comenzaron a pesar de haber realizado un curso o más, dándose un 27,4% de tasa de abandono, más presente en la universidad pública que en la privada. El mismo estudio señala que la estimación anual de este abandono para el Estado es de 680 millones de euros, mientras que para las familias se sitúan en 170 millones de euros.

Son cifras e indicadores que llevan a diferentes reflexiones en torno al sistema universitario español pero que seguramente serán aprovechados para cargar de nuevo contra el mismo, incluso para cuestionar el acceso de determinados colectivos. Con todas sus debilidades y déficits internos, con todos los ataques externos y con el impacto de la crisis sistémica de 2008 y la reducción presupuestaria, no debemos olvidar el papel que ha desempeñado la educación superior dentro del proceso de construcción del Estado de Bienestar en nuestro país. El acceso de las clases medias y de buena parte de las trabajadoras a unos niveles de estudios que antes estaban vetados para estos grupos, fue determinante para el aumento de la movilidad social y la reducción de las desigualdades sociales.

Sin embargo, lo ocurrido a partir de 2008 ha generado un escenario que ha parado la movilidad social y presenta nuevos medios, algunas veces directos y otras indirectos, para favorecer la igualdad y la equidad. Los indicadores presentados en este informe van en parte en esa dirección, el aumento de la precariedad y el papel de las becas y ayudas al estudio, tienen un impacto directo en el hecho de que una parte de los y las estudiantes tengan que abandonar sus estudios universitarios sin poder finalizarlos. Pero es una parte del problema, en el otro lado también hay que observar qué factores internos están provocando esta situación, qué parte de responsabilidad tiene el propio sistema universitario, que existe. Finalmente, tampoco debe olvidarse el peso de los factores vinculados a la motivación de los y las estudiantes, en ocasiones también relacionado con el proceso anterior.

Pero no nos cabe duda que estos indicadores, especialmente los vinculados al coste económico, no dejarán de ser empleados por aquellos grupos y actores que cuestionan la universalidad de la educación superior o que piensan que el sistema universitario español está inflado. El acceso a la educación superior también es un derecho y, como demuestran numerosos estudios, es determinante para contar con mejores empleos y condiciones de vida. 

Mientras tanto, otros indicadores muestran cómo muchos jóvenes siguen en los estudios antes un escenario laboral negativo, con precariedad y salarios muy bajos que no permiten el desarrollo y la consolidación de un proyecto de vida. Los y las jóvenes que se puedan permitir seguir estudiando no encuentran otra opción que continuar formándose a la espera de poder regresar a un mercado laboral y a un sistema productivo que se lo ha puesto muy difícil a este colectivo. Y muchos y muchas personas que continúen estudiando, haciendo esfuerzos de compaginar estudios y trabajo, también lo tendrán más difícil por la precarización del mercado de trabajo, los bajos salarios para los jóvenes, y la menor capacidad de apoyo de las familias. Los que no puedan seguir en el sistema educativo, por carecer de medios, se verán abocados a una mayor precariedad. En definitiva, la reproducción de la desigualdad sigue con parámetros que nos recuerdan cada vez más al pasado...y es que hemos ido para atrás.