"Estos empleos no son para ti" y el cierre de clase 

Por EQUIPO AICTS / 29 de julio de 2019


En la anterior entrada del Blog de AICTS establecíamos una relación la movilidad social y la educación superior y cómo se había transformado este binomio, especialmente en la última década. Vinculada a esta cuestión, no está de mása ahondar en ciertos cambios que están operando de forma acelerada igualmente y que afectan a ciertas profesiones y empleos, su acceso y las personas que pueden llegar a las mismas, vinculado a la clase social de procedencia y pertenencia. Hace apenas un mes, Esteban Hernández presentaba la cuestión en El Confidencial con el artículo "El efecto llamada: por qué te contratan y cómo te ascienden en los buenos trabajos", haciendo referencia a un estudio británico sobre la cuestión que incidía en un aspecto que ya se había reflejado hace unos años en relación al acceso a la profesión de actor. También Owen Jones, entre otros, había alertado sobre la cuestión en su libro El establishment: la casta al desnudo (Seix Barral, 2015).

El escenario es muy relevante porque incide en varios puntos definitorios de la sociedad occidental, del Estado de Bienestar, de las políticas públicas y de la movilidad social y vuelve a poner el énfasis en los orígenes de clase y estatus social. Esto no es una novedad, y funcionó durante buena parte de la segunda mitad del siglo XX de forma más sutil, pero con la crisis sistémica de 2008 ha pasado a hacerlo de forma más directa. Si autores como Pierre Bourdieu, con sus limitaciones, se especializaron en la primera parte de la cuestión, el siglo XXI nos está trasladando a un escenario pretérito. El acceso a determinadas formaciones y profesiones va a estar centrada en aquellas clases sociales que tengan recursos para abordar su formación y el largo y precario camino hacia la estabilidad laboral. Afecta a todo lo relacionado con el Arte y las profesiones creativas, que precisan una formación en tiempo y lugar muy determinadas, hay que trasladarse a vivir a grandes ciudades donde se desarrolla la acción, pero no sólo eso, también a buena parte de las antiguas "profesiones liberales", y el periodismo y la Universidad son dos muestras de ello.

El mundo de la Universidad seguramente sea uno de los más desconocidos en ese sentido, pero de los más explícitos. La Universidad, con todo su aura de conocimiento y saber, de vanguardia de la sociedad, así como su significado para la movilidad social por el acceso de las clases trabajadoras y medias a la misma, ha sufrido una transformación sin precedentes en la carrera académica, docente e investigadora. Ser integrante de la Universidad es una larga carrera de obstáculos que precisa de un capital económico, simbólico y cultural, especialmente el primero. Para ello, una persona tiene que asumir que va a pasar años haciendo sus currículum y eso significa precariedad y altos costes para construir una carrera que te permita la opción, no te lo asegura, de entrar en la Academia. Publicación de artículos, estancias en centros extranjeros, etc., son necesarios para llegar a la misma, así como la importancia de contar con una serie de redes. 

Pero no es sólo la Universidad, al contrario, ocurre en casi todo. Y esto nos lleva de nuevo al "engaño" de la meritocracia y al cambio de reglas del juego. No, no queremos ser pesimistas ni pintarlo todo negativo, pero la realidad es esta. Nos cuentan que es factible, que se puede conseguir, pero cada vez somos más conscientes que en la gran mayoría de los casos es una quimera. Nuestras generaciones, las que se vieron inmersas en el Estado del Bienestar y en la movilidad social que propició fueron afortunadas. Muchos y muchas "outsiders" se colaron en determinados lugares y espacios que "no les correspondían" pero ese tiempo ya ha pasado. Puede haber excepciones, seguro que sí, pero en general las excepciones son reducidas. Y todo se complejiza, observemos la situación de la vivienda, no sólo en las grandes ciudades, la precariedad del empleo, su flexibilización, etc. Actores y actrices, cantantes, profesores y profesoras de Universidad, periodistas, escritores y escritoras, etc...van en esa dirección, y todo es susceptible de empeorar.