Open Arms

Por EQUIPO AICTS / 22 de agosto de 2019


Durante las últimas semanas nos hemos vistos inmersos en la polémica generada por la situación del barco Open Arms, perteneciente a la ONG del mismo nombre y que se dedica a recoger naúfragos y embarcaciones a la deriva en el Mediterráneo. El pasado 21 de agosto llegó al puerto de Lampedusa (Italia), donde desembarcaron las personas que quedaban en el barco para, en los próximos días, ser trasladados a España. La crisis del Open Arms ha mostrado a las claras la situación de las políticas migratorias de la Unión Europea y de sus Estados miembros. La frontera sur de Europa es uno de los lugares más complejos en las redes de inmigración del mundo. Miles de personas se juegan su vida, y la pierden en el mar, para lograr un mejor proyecto de vida y unas expectivas de futuro que en sus países se ven frustradas por la pobreza, los conflictos bélicos o los desastres naturales. Siria, Libia, la situación de no pocos países subsaharianos, son escenarios que sólo tienen una opción: la salida.

Europa, la misma Europa que alumbró la democracia, que fue clave en el desarrollo de los Derechos Humanos, cierra los ojos ante una realidad que nos sacude cotidianamente. No han pasado ni cuatro años de aquella imagen del pequeño niño Aylan de tres años ahogado en una playa de Turquía. Se dijo entonces que cambiaría la situación, que se levantarían conciencias, que las políticas se flexibilizarían...no, no pasó. Ha pasado poco más de un año de otra crisis de características similares a la actual, la del Aquariusresuelta de forma presta por el recién estrenado en ese momento ejecutivo de Pedro Sánchez. También se puso el foco en el Mediterráneo, en la política italiana con Salvini a la cabeza, y en la necesidad de buscar soluciones...no, no pasó nada. Y, de cara a la concienciación, tampoco hay que dejar de señalar el Salvados de Jordi Évole en septiembre de 2016, Astral, estremecedor e imprescindible documental que dejaba sin palabras, sólo con las miradas de las personas que iban a bordo.

No cabe duda que gestionar esta situación es muy complejo. No cabe duda que hay lugares muy sensibles como Ceuta, Melilla, las costas de Andalucía, Lampedusa, islas de Grecia, etc. Es necesaria una política común en la Unión Europea que tenga en cuenta la situación de estas zonas y de los países del sur. Como hemos señalado en otros artículos, los inmigrantes, desplazados, refugiados, etc., son personas que se han visto abocadas a dejar sus países, sus raíces, sus familias. No contar con empatía nos lleva a preguntarnos el tipo de sociedades que hemos conformado. Que políticos como Salvini, algunas actitudes contra la inmigración en los llamados países de Visegrado, el crecimiento del nacionalpopulismo de extrema derecha, sean protagonistas principales es un muy mal indicador. Inmigrantes y desplazamientos siempre se han producido, y más que pueden darse con las tendencias presentes. Que suponen retos para las sociedades receptoras, también, pero nuestra mirada tiene que ir más allá porque, en definitiva, estamos hablando de vidas humanas.