Las apuestas por la Formación Profesional

Por EQUIPO AICTS / 9 de agosto de 2021

Cada nueva ley educativa en España, la última la LOMLOE, cada relevo ministerial, cada cambio de gobierno... siempre aparece la apuesta por la Formación Profesional (FP). Es lógico y necesario. Pero, también se muestra el camino que queda por recorrer. No es menos cierto que se ha avanzado un largo trecho desde hace unas décadas. Esa FP de hace unas generaciones parece que va quedando atrás, aunque todavía se mantienen ciertos aspectos estigmatizadores. Los avances de la FP desde la LOGSE de 1990 hasta la actualidad son claros y evidentes. De aquella FP que quedaba relegada como un nivel de estudios secundario, para aquellos estudiantes que no llegaban a Bachillerato o para las clases populares, se avanzó hacia los Grados Medios y Superiores, hacia una mayor diversidad de titulaciones y con unas pasarelas con el Bachillerato y la Universidad que permitíam ampliar los estudios. Igualmente, la FP se integró en los Institutos de Educación Secundaria (IES), hecho que también servía para darle otro estatus.

La FP en España no había alcanzado la valoración y el nivel que tenía entre sus vecinos europeos. Nuestro país venía de un modelo industrial muy localizado y con debilidades que también se extendían hacia esa formación profesional. La misma se había incorporado a los centros de trabajo o a otras entidades, obreras y/o religiosas. Igualmente, la FP se presentó como una alternativa a los descendientes de las clases trabajadoras, produciéndose un sesgo de clase que ha lastrado a la FP durante décadas. Es decir, la movilidad social y el valor añadido se encontraba en el Bachillerato, especialmente en unas décadas en las que no pocas generaciones vieron a los estudios universitarios como una cuestión de estatus. Muchas personas recordarán cuando, en aquellas décadas de la EGB, la valoración de la FP. Al final, se entendía como el aprendizaje de un oficio para las personas que "no valían para estudiar" o no podían. Tremendo, pero cierto. 

Sin embargo, a lo largo de estas décadas de avance de la FP, no es menos cierto que han quedado por el camino algunos de esos sesgos, especialmente en lo referido a ver a la FP como la solución al abandono escolar temprano. Es lo que viene ocurriendo con el difícil y complicado encaje que cuentan programas como los de la Formación Profesional Básica en la actualidad, anteriormente los Programas de Cualificación Profesional (PCPI) y, todavía antes, los de Garantía Social. No cabe duda que nos encontramos ante uno de los grandes desafíos del sistema educativo, pero no corresponde únicamente a la FP ser su solución. 

Por otro lado, la labor de puesta en valor de la FP debe continuar en el sentido de que son estudios y profesiones con la misma dignidad que cualquier otra, y hay veces en los que parece que esto se olvida. Además, la integración en el mercado de trabajo de sus titulados es en no pocas ocasiones mejor que la de los egresados universitarios. Pero, también hay que ver todo en su conjunto. Por otra parte, hay que ser cuidadosos con superponer modelos que funcionan en otros lugares y que, por la situación y características del modelo español, tienen más complejidad. Nos estamos refiriendo a la Formación Profesional Dual que, verdaderamente, tiene una elevada complejidad en el caso de España, exceptuando algunas regiones como País Vasco y Navarra, y poco más.

En definitiva, una apuesta por la FP que es necesaria, que hay que intensificar, pero que no debe quedar en palabras vacías y huecas, en discursos que no vayan acompañados de inversiones. Y, especialmente, en una valoración social que debe ser trabajada en todos los niveles. Sin olvidar la situación de la Formación Profesional Básica y las funciones que cumple, que dejamos para otro artículo porque es una cuestión en la que profundizar.