Costes indirectos en Educación y desigualdad

Por EQUIPO AICTS / 31 de enero de 2022

En las últimas semanas se ha publicado el informe "Educación en la sombra en España": Cómo las clases particulares se están convirtiendo en un bien de primera necesidad de Juan Manuel Moreno (UNED) y publicado por ESADE dentro de la línea de investigación de Educación que dirige Lucas Gortazar. Este trabajo ha tenido una importante repercusión en medios de comunicación, con una tribuna incluida en El País a cargo de los propios Gortazar y Moreno sobre la necesidad de ampliar la oferta pública de estas clases. Este informe muestra una realidad muy importante desde el punto de vista del sistema educativo, de la equidad y de la reducción de las desigualdades como es la reproducción de la estructura social a través de estos mecanismos. El aumento de las clases particulares en los últimos años y la capacidad de las familias para acceder a las mismas pueden tener un importante efecto en las trayectorias educativas y son las familias vulnerables y situadas en los niveles más bajos de la estructura social las que cuentan con menos oportunidades para acceder a ellas. Además, y en línea con lo señalado en otro artículo en El Confidencial por Esteban Hernández, no hay que dejar de lado el peso que tienen estos procesos en el credencialismo y en la reproducción del sistema y de sus elites. Sin duda alguna, otra derivada muy interesante de la cuestión sobre la que será necesario volver con más detenimiento. 

A raíz de la crisis de 2008 se constató el importante aumento de las familias en los gastos educativos. Hay que recordar que en dicho proceso incidía el descenso de los presupuestos educativos durante el periodo que duró aquella crisis, incidiendo en cuestiones como el descenso de medidas que incidían en la igualdad de oportunidades y el aumento de las tasas universitarias, entre otras. De esta forma, las familias tuvieron que salir al mercado a proveerse de algunos servicios que ofrecía el sistema educativo, pero el escenario no era igual para todas. Además, este aumento de los gastos en Educación es determinante para entender cómo funciona la reproducción de las desigualdades a través del mismo. Es cierto que la Educación ha sido uno de los principales baluartes del Estado de Bienestar, y sigue siéndolo, y que en las últimas décadas se han dado reformas comprensivas que han incidido en el aumento de la igualdad de oportunidades y que han permitido la movilidad social a grupos sociales que procedían de clases trabajadoras. Son décadas, especialmente a finales del siglo XX, en las cuales se institucionaliza una meritocracia que parece funcionar, pero solo lo parece porque es muy imperfecta. A partir de la crisis de 2008, la promesa meritocrática se rompe y pierde su valor debido a que se manifiesta de forma explítica el peso de los orígenes sociales y económicos. 

Ciertamente, el acceso a la Educación es gratuito y universal y hay mecanismos, a través de becas y ayudas, que permiten avanzar en el mismo hasta los niveles superiores. Pero la realidad es mucho más compleja. Primero, porque puede haber una igualdad de acceso pero no hay una igualdad de permanencia y continuidad. Segundo, porque el sistema educativo se encuentra siempre en una situación paradójica y contradictoria, una esencia del mismo, que es la capacidad que tiene para reproducir, e incluso generar, desigualdades sociales pero, a la vez, es el mecanismo más potente para la movilidad social y la generación de procesos de igualdad y equidad. Sin embargo, el primer escenario y la reproducción de las desigualdades está marcado en buena medida por esos costes indirectos y por el "efecto Mateo" que se procuce en la Educación.

Y es que, ni todos los alumnos, ni todas las familias, ni todos los colectivos están en la misma situación y cuentan con las mismas oportunidades para aprovechar las posibilidades que ofrece el sistema educativo. Al contrario, y siguiendo en parte las teorías de Bourdieu, nos encontramos con una reproducción de una estructura social basada en los capitales disponibles y en el habitus. De esta forma, hay familias que tienen mayor capacidad de elección de centro que otras. Hay familias que disponen de recursos para poder afrontar clases particulares como las señaladas, o para poder acceder sin problema a los materiales escolares. Hay familias que cuentan con los medios para poder pagar actividades complementarias determinadas, y otras que no, lo que determina incluso programaciones de no pocos centros. Hay familias que también pueden abordar unas actividades extraescolares y otras no, hecho que también está siendo considerado como un elemento de desigualdad. Y sí, hay becas y ayudas para materiales y libros, hay programas de refuerzo y apoyo educativo para colectivos en situación de vulnerabilidad, y hay políticas y medidas que abordan estos escenarios, pero no son suficientes. Al contrario, aparecen nuevas brechas y se agrandan las existentes, como por ejemplo hemos visto con el covid-19 con la cuestión de las TIC o con estos apoyos que estamos señaland. 

En definitiva, no debemos perder de vista el papel de la Educación en la equidad y en la reducción de las desigualdades, pero siendo conscientes de que no puede llegar a solucionarlas todas ellas, evitando caer en un cierto determinismo educativo por el cual todo tiene que ser abordado por el sistema educativo, sin tener en cuenta el resto de factores. Y es necesario incidir en que la Educación no puede ni debe reproducir las desigualdades, no puede generar escenarios de exclusión que impida que el origen socioeconómico de las familias sea tan determinante que impida el aprovechamiento de las oportunidades que ofrece el sistema educativo. En caso contrario, el camino es el que señala Esteban Hernández de forma acertada en su artículo, la vía del credencialismo, de la reproducción y del cierre de la estructura social, todavía más si cabe.