Soluciones

Por EQUIPO AICTS / 02 de mayo de 2022

Los resultados de las elecciones francesas del pasado 24 de abril, en los que la ultraderecha de Marine Le Pen alcanzó sus mejores resultados, aunque Emmanuel Macron logró una victoria holgada con más de diecisiete puntos de ventaja sobre dicha candidata, han levantado todas las alarmas y análisis sobre el escenario en el que se encuentra la Unión Europea y el avance de estas fuerzas políticas. No nos encontramos ante una situación novedosa, al contrario, ya se ha vivido el ascenso de Trump en Estados Unidos, el Brexit en Reino Unido y la presencia de esta clase de formaciones en gobiernos como los de Polonia y Hungría, sin olvidar lo ocurrido en Italia con la Lega y Salvini o el avance de VOX en España, entrando en el gobierno de Castilla y León y consolidándose como tercer partido político. Es un escenario del que se viene alertando desde hace mucho tiempo y cuyos análisis se centran en parte, especialmente en países como los occidentales, en la canalización del descontento y de la incertidumbre en la que vivimos. Es evidente que estas formaciones políticas comparten algunos elementos pero también tienen sus importantes diferencias, centradas en los aspectos en los que ponen el foco, en su carácter sistémico o antisistémico, en su relación con la Unión Europea, etc. Pero, también no cabe duda que es por esa vía por la que se está canalizando un descontento social, un escenario que ha cerrado vías de progreso a numerosas capas sociales, como también están demostrando las tendencias de voto. En definitiva, algo está pasando para que estas formaciones estén siendo quienes capitalicen buena parte de ese descontento. 

Sin embargo, en los últimos años nos encontramos sumidos en un ciclo de análisis del descontento y de las causas de esta situación, también nosotros, y a veces las soluciones que se plantean suelen ser de trazo más grueso. En definitiva, es fundamental que se avance en un planteamiento que aborde el escenario a partir de esas soluciones que puedan dar opciones a las capas sociales que ven cómo están perdiendo posiciones, que se quedan sin posibilidades de avanzar en una movilidad social que se ha roto, que sufren en mayor medida las consecuencias negativas de los escenarios globales y sistémicos que estamos viviendo: crisis de 2008, pandemia covid-19, guerra de Ucrania, crisis de la cadena de suministros, inflación, etc. Seguramente pintamos un escenario negativo pero es el que estamos viviendo y el que sienta las bases para un descontento que da lugar a consecuencias no deseadas. En este sentido, es preciso como decíamos avanzar en esas soluciones que impliquen una mirada más amplia y estructural a la situación, la cual no se quede en cuatro formulaciones básicas y que no cuente con estructuras de plausibilidad para una buena parte de la población, como estamos observando.

Lo cierto es que abordar esta situación ya se ha hecho en el pasado, aunque con un contexto diferente, obviamente. Fue la construcción de un modelo de sociedad basado en el Estado de Bienestar, en unas políticas públicas que se centrasen en los Derechos Sociales, en cubrir esas necesidades básicas y en ofrecer unas ideas de progreso y mejora. Un modelo que también tiene sus limitaciones y contradicciones, obviamente, y de las cuales somos conscientes, pero que nos muestra cómo hemos sido capaces de hacerlo en otras ocasiones. Un modelo que se convirtió en ejemplo y aspiración para el resto del mundo pero que se ha va quedando por el camino. Insistimos, somos conscientes de que no se puede extrapolar un contexto como el que dio lugar al Estado de Bienestar al actual, la política y la economía han cambiado tantísimo, pero también podríamos aprender más del mismo. También surgen críticas afirmando que el hecho de contar con un Estado de Bienestar tan potente como el francés no ha evitado el ascenso del populismo, o que no vale únicamente con expander el gasto social, sino que hay ir más allá

Abordar este escenario debe tener en consideración también estos aspectos y ser conscientes de lo que haya fallado el modelo, de las contradicciones que se han generado o del papel otorgado a determinadas políticas, especialmente lo ocurrido con la implementación de un sistema neoliberal en el contexto de la Globalización. Pero el Estado de Bienestar y las políticas públicas ligadas al mismo pueden ser una buena guía para intentar salir de este escenario y evitar el ascenso de esos movimientos populistas que ya están instalados en el sistema y que también van determinando parte del discurso de los partidos sistémicos. Nos ha fallado pedagogía para enseñar el papel y la importancia del Estado de Bienestar y de sus políticas. Nos ha fallado hacer entender que esas transferencias sociales han sido clave para alcanzar un nivel de vida sin parangón en la Historia. Que, tanto por un lado como por el otro del espectro ideológico, no se entienda, o no se quiera entender, que somos lo que somos en parte por este contexto supone una tragedia. Las soluciones son complicadísimas y hace falta decisiones valientes, que tampoco serán a corto plazo, al contrario. Un nuevo consenso social que se centre en la cohesión en todos los niveles y que devuelva esa capacidad de repensar el presente y el futuro. En caso contrario, el camino ya lo estamos viendo.