Educación y ayudas

Por EQUIPO AICTS / 4 de julio de 2022

Seguro que la polémica por las ayudas del Gobierno de la Comunidad de Madrid en el ámbito educativo no han pasado desapercibidas para casi nadie. El gobierno madrileño ha aumentado el nivel de renta de las familias que pueden optar a ayudas para el estudio en centros privados. De esta forma, familias con rentas superiores a los 100.000 euros van a poder optar a las mismas, cuando anteriormente los límites eran mucho menores, hablamos de 30.000 euros para Bachillerato, 60.000 para Formación Profesional y 75.000 para Educación Infantil. La polémica está siendo elevadísima y las críticas al gobierno de Isabel Díaz Ayuso no se han hecho esperar. Es, sin duda alguna, una noticia que genera una elevada desazón en no pocos ámbitos por lo que supone en relación a la igualdad de oportunidades y la equidad.

El acceso a la Educación ha sido una de las grandes conquistas de nuestras sociedades, universalizando y ampliándose la superior a capas sociales para las que estaban vedadas o cuyo acceso era prácticamente imposible. Sin estos procesos, nuestras sociedades serían muy diferentes. Y para muchas personas procedentes de las clases trabajadoras y de las clases medias aspiracionales no hubiese sido posible llegar a la universidad sin becas y ayudas de las Administraciones Públicas. Becas y ayudas que sirvieron para pagar matrículas, para desplazarse a estudiar a otras ciudades y regiones, para poder elegir la licenciatura o el grado, etc. Becas y ayudas que sirvieron para consolidad una sociedad de clases medias y con un Estado de Bienestar como principio vector. Obviamente, sabemos que este escenario cambió con la crisis de 2008. Pero, la Educación siempre ha tenido como función clave la de la mejora de las oportunidades y, para muchos colectivos, sin ayudas y becas, es imposible, adquiriendo toda su dimensión el valor de lo público y de la corresponsabilidad. 

En los últimos años también se han producido cuestionamientos del sistema desde otros ámbitos, especialmente desde una parte de la izquierda, que cuestiona la meritocracia. También sabemos que la misma no existe, que ha sido una ilusión, o que incluso encierra no pocos mitos. Pero no cabe duda que muchas personas lograron sus objetivos a partir de premisas meritocráticas, en un contexto muy diferente. Posiblemente no podamos llamar al mismo ni siquiera meritocracia pero sí que el esfuerzo estuvo ahí y sus resultados. Que la meritocracia no existe es una realidad. Lo mismo que el esfuerzo también está presente para lograr una movilidad social cada día más complicada, más difícil, y con un ascensor social claramente roto. Son épocas muy diferentes, como decimos, y a nadie se le escapa que las condiciones de partida socioeconómicas son cada vez más importantes. Lo mismo que tampoco tenemos que dejar de lado la importancia de estudiar y formarse, claramente reflejado en las estadísticas e indicadores que muestran el impacto del nivel de estudios en el acceso al mercado de trabajo. 

De esta forma, la medida del gobierno madrileño lanza un mensaje muy negativo. Si a estas personas y familias, que ya parten de unas condiciones socioeconómicas favorables, se les beneficia todavía más con unas becas y ayudas que, en principio, tendrían que estar destinadas a otros colectivos, los cuales las necesitan sin duda alguna, el escenario que se genera ahonda en la desigualdad. No sabemos cuántas familias de esos niveles llegarán a solicitar ayudas y becas y les serán concedidas, el daño ya está hecho. Como decíamos, un mensaje que incide en la pérdida de la cohesión social y de la legitimidad y que va en contra de las premisas del Estado de Bienestar. Un modelo de sociedad que nos dio la fortaleza y que se está dinamitando en un contexto de cambio geoestratégico. Una pena.