El otoño

Por EQUIPO AICTS / 11 de julio de 2022

A día de hoy, 11 de julio, cuando publicamos este post, puede parecer un poco osado hablar del otoño, de septiembre incluso. Un verano en el que se han regresado a los hábitos de hace tres años, tras dos dos "suspendidos" por la pandemia de la covid-19. Un verano en el que han vuelto las vacaciones, en el que numerosas personas y familias han retornado a sus rutinas vacacionales. Bueno, no todo el mundo porque hay un porcentaje nada desdeñable de la población que no se puede permitir las mismas. Solo hay que acudir a los datos de la Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística que señalan que el 32,7% de la población no podía permitirse irse al menos una semana de vacaciones al año. Las tendencias de los últimos meses no favorecen tampoco, bien porque han impedido a personas disfrutar de dicho derecho, bien porque el endeudamiento será mayor con el incremento de los costes de vida. 

Y, mientras tanto, los pronósticos, tanto los oficiales como los de los expertos, nos muestran un escenario de futuro a corto plazo, otoño, que se complejiza y se hace duro apoyado en las transformaciones geoestratégicas en las que nos encontramos. La Unión Europea, el Gobierno de España, y otros organismos, presentan mensajes que son muy duros en relación a los grandes datos macroeconómicos, por ejemplo la inflación (que vivimos a diario), un menor crecimiento del esperado, la deuda y el déficit, etc. Frente a esta situación, muy compleja, y con el fondo de la crisis de las materias primas y el contexto derivado de la guerra de Ucrania, las soluciones vuelven a situarse en los polos entre un mayor intervencionismo del Estado y una mayor ortodoxia económica que nos devolvería a modelos y parámetros de 2008. Y eso sí que sería un enorme error. Por otra parte, tampoco parece que los fondos de reconstrucción europeos estén dando el impulso necesario, lastrados en parte por una planificación mejorable y en parte por ese contexto derivado de los cambios geoestratégicos.

Por otro lado, y en función de este escenario, no son pocas las voces que alertan de un verano que será como una especie de "vivir el momento" ante lo que venga. Un aprovechar esta oportunidad porque el otoño, y los años venideros, no serán positivos. Aquí se aplicaría un "carpe diem" que también se ve lastrado por lo se ha señalado de la inflación, del aumento de los precios, etc. En definitiva, coger aire porque lo que venga después es de una gran incertidumbre. Y es precisamente ese hecho, la incertidumbre, un escenario que está lastrando las expectativas de unas sociedades y sistemas agotadas. Con una juventud cuyas expectativas de vida son complejas y que van retrasando su inclusión sociolaboral y sus proyectos de vida. Una sociedad en la que las desigualdades son cada vez más estructurales.

Y, frente a esta situación, necesitamos proyectos, planificación, estrategias, pero realistas y que no consistan en "vender humos". Una vez se fue capaz de hacerlo. Como hemos señalado en otros artículos, fue con la creación del Estado de Bienestar. Hay que regresar a la mejora de las condiciones materiales de la población, de las condiciones de trabajo, de unos mecanismos que permitan que las sociedades sean más equitativas y cohesionadas. De acuerdo, no estamos en la segunda mitad del siglo XX, las condiciones son otras, pero hay que retornar a "lo común", como también escribimos hace unas semanas. La cohesión da legitimidad a las sociedades, o contribuye decisivamente a ello, y no nos podemos permitir el lujo, no debemos tampoco, de abandonar ambas cuestiones. Queda claro que los esfuerzos serán de todos, pero no deben caer los mismos en los hombros de los de siempre. De esta forma, nos podemos ir despidiendo de buena parte de lo que tanto costó conquistar y construir. Pero, como se ha señalado, es la hora de los nuevos proyectos que vayan en esa dirección, no en la superficialidad y banalidad de muchas propuestas actuales. Fuimos capaces de hacerlo, hay que repetir.