Sostenibilidad y digitalización

Por EQUIPO AICTS / 1 de agosto de 2022

Los últimos años están siendo marcados por dos principios que rigen todos los planes y estrategias de nuestras sociedades: sostenibilidad y digitalización. Desde los fondos europeos de los Next Generation hasta los planes de reconstrucción vinculados al impacto de la covid-19, hay un proceso de transformación que está vinculado a estos dos ámbitos. No hay nada que discutir en relación al fondo de la cuestión. Por un lado, la sostenibilidad es una cuestión central y determinante, en sus tres dimensiones: medioambiental, económica y social. La crisis climática es una realidad que se ha acelerado enormemente. Las olas de calor que estamos viviendo en estos veranos, los incendios vinculados a los mismos, los fenómenos metereológicos extremos y las consecuencias de los mismos, están a la orden del día. De esta forma, nuestro mundo precisa de una transformación global pero está lejos de poder darse, y especialmente en un contexto como el actual con la crisis geopolítica derivada de la guerra de Ucrania. Sin embargo, la sostenibilidad es un principio que debe ser central para nuestro presente y futuro, así como para el planeta que dejemos para las siguientes generaciones.

La digitalización también aparece en todos los planes. No cabe duda que nuestro mundo también ha acelerado la misma, especialmente en el contexto de la pandemia covid-19. De esta forma, la implementación en todos los niveles de nuestra vida de lo digital es otra realidad indiscutible. Va teniendo sus ventajas, todos lo hemos podido observar. Nos permitió en su momento teletrabajar, permite reuniones digitales, agiliza no pocos trámites burocráticos y administrativos, entre otras cuestiones. La digitalización, como decíamos, se presenta también como un horizonte necesario y fundamental, en ocasiones también se señala como la solución a no pocos desequilibrios, como los territoriales o la despoblación del medio rural.

De acuerdo pero, ¿hay caras b de estos procesos? Sí, y lo importante es cómo se tienen que evitar las mismas. Que las consecuencias de las medidas tomadas en relación a la sostenibilidad y la digitalización, y las que se vayan a realizar, no afecten negativamente a los colectivos más vulnerables y en posiciones de mayor desigualdad. Y, de nuevo, esa parece la dirección en la que nos encontramos. La digitalización ya está dejando personas y colectivos que se van quedando atrás. Si la brecha digital avanzó del acceso al uso, se consolida en mayor medida en relación a la segunda. De esta forma, lo ocurrido con los servicios bancarios y las personas mayores, que se extiende a la Administración y las sedes electrónicas correspondientes, puede profundizarse. 

En relación a la sostenibilidad, los datos e indicadores también son claros, como lo muestran numerosos estudios e informes. La rentas más bajas son las más perjudicadas por las medidas tomadas en ese sentido, así como se agudizan los desequilibrios territoriales. Y es que no son pocos colectivos y empleos los que se ven más penalizados por ellas, por ejemplo en todo lo relacionado con el transporte y la dependencia de los combustibles fósiles. Es decir, no todas las personas están en la misma posición y situación para abordar este escenario, el cual también se verá intensificado por el aumento de los precios que ya estamos viviendo claramente.

Sostenibilidad y digitalización son los caminos trazados pero hay que ir generando los mecanismos para evitar los impactos de los mismos en los colectivos más vulnerables frente a dichas medidas. De otra forma, se intensificarán las desigualdades y se perderá la legitimidad de ciertas medidas a tomar para una parte de la sociedad. Diagnósticos y planificación son cada vez más necesarios, especialmente ante los escenarios complejos y cambiantes en los que nos encontramos.