Sobre los jóvenes

Por EQUIPO AICTS / 22 de agosto de 2022

Una de las cuestiones que más hemos tratado en el Blog de AICTS es la referida a la situación de la juventud. A lo largo de estos años hemos ido abordando aspectos de este colectivo y del escenario en el que se encuentran. En las dos últimas semanas, la polémica desatada por las declaraciones de la periodista Elisa Beni en Espejo Público de Antena 3, acerca de los motivos por los que los jóvenes no podían emanciparse, generaron numerosísimas críticas a la misma, especialmente en Redes Sociales. Los datos contradicen las afirmaciones de Beni en todos los sentidos, siendo respondidas por artículos y columnas de opinión en los que se hacía referencia a informes y datos contrastados. De esta forma, seguimos observando una realidad que no es muy halagüeña para buena parte de este colectivo.

Hay que partir del hecho de que a todo el mundo no le va igual, obviamente. Como también venimos observando regularmente, la estructura social y la posición en la misma marca, y cada día más. Estamos en unos contextos en los que las desigualdades crecen, y este hecho es otra realidad. Además, dependes cada vez más de las mochilas que puedas traer de casa, tanto desde el punto de vista económico como desde el capital relacional. En este sentido, Héctor García Barnés apuntaba un aspecto clave en El Confidencial sobre lal cultura del esfuerzo que viene a este caso, y es que en función de ese origen social también hay un peso distinto del esfuerzo. ¿Hay jóvenes que tienen una vida como la descrita por Beni? Claro, pero no son la mayoría y dependen en buena medida de ese origen socioeconómico. En el otro lado de la balanza, numerosos jóvenes que viven de trabajos precarios, de trabajos temporales y estacionales, medias jornada, falsos autónomos, empleos uberizados, etc. 

La emancipación ha sido uno de los aspectos más abordados estas semanas. Los indicadores no dejan lugar a dudas, como el reciente estudio del Consejo de la Juventud de España. Por no incidir en datos ya señalados, y a pesar del ligero aumento de la misma tras los dos años de pandemia, y con una trayectoria descendente de quince años (ojo, una década y media), los datos son demoledores. Cabe destacar que, con los salarios de los jóvenes, la mayoría no podrían cumplir con los requisitos de los bancos para acceder a la vivienda a través del endeudamiento, que es la única opción para la grandísima mayoría porque el alquiler también ha aumentado su coste. Igualmente, se produce una brecha de género en el sentido de que son más los hombres que se emancipan en solitario que las mujeres. Del aumento de los alquileres también cabe indicar situaciones y escenarios que se dan, especialmente en las grandes ciudades, por las que numerosas personas, jóvenes o no, que viven en pisos compartidos porque se no se pueden permitir otra opción.

Y esto nos lleva de nuevo a las condiciones materiales y laborales. La juventud está siendo uno de los colectivos más golpeados por las sucesivas crisis que vivimos en la última década y media. Hacer comparaciones con el pasado es prácticamente imposible porque las condiciones eran muy diferentes, partiendo de que las dificultades de acceso a la vivienda han sido secularmente complejas. Si tomamos el ejemplo de las generaciones justo anteriores a las actuales, las que entraron al mercado de la vivienda a partir de la segunda mitad de la década de los noventa del siglo XX hasta la crisis de 2008, sus escenarios eran distintos. Vivieron una burbuja inmobiliaria que encareció extraordinariamente el precio de la vivienda, lo que dificultó el acceso. Además, la cultura de nuestro país ha sido de propiedad, quedando en un segundo plano, incluso como una opción no planteable, el alquiler. Y hablamos de unos años en los que había diferencias entre compra y alquiler. Pero son generaciones que, partiendo de una emancipación más tardía que en los vecinos europeos, contaban en mayor medida con colchones familiares que les servían de apoyo, así como una inserción laboral más factible que la actual. De esta forma, su acceso a la vivienda era complejo, pero las tasas de emancipación han ido descendiendo desde entonces.

Por lo tanto, retornamos a esos escenarios complejos de la juventud, a esos escenarios que hay que seguir señalando y abordando porque estas generaciones son el futuro de nuestras sociedades y nos estamos jugando la cohesión social. Sería mejor no culpabilizar ni generalizar en relación a un colectivo que cada vez lo está teniendo peor, aunque haya una parte reducida de la juventud a la que le vaya muy muy bien. Pero, a la mayoría, no. Luego nos seguimos echando las manos a la cabeza en relación a numerosas cuestiones, comenzando por unos escenarios demográficos regresivos. En fin, que nada, seguimos sin aprender.