La importancia de la educación para adultos

Por EQUIPO AICTS / 17 de julio de 2023

No es una de las cuestiones en las que se ponga un mayor acento, desde los medios de comunicación y la agenda pública, pero es de vital importancia. La educación para adultos cumple numerosas funciones y es un ámbito que se ha desarrollado en las últimas décadas. Sin embargo, sus perspectivas no son las más idóneas. Por un lado, y siguiendo la noticia de El País sobre la cuestión publicada el pasado 3 de julio, en una década ha perdido la mitad de alumnos en una década. Por otra parte, el reciente informe de la OCDE sobre el estado de la educación en España, proponía dentro de sus mejoras el incidir en este nivel. 

Las estadísticas del Ministerio de Educación y Formación Profesional muestran cómo, en el curso 2022/23, había casi 200.000 alumnos y alumnas en enseñanzas formales y más de 312.000 en las no formales. Es decir, más de medio millón de estudiantes están cursando educación para adultos en sus diferentes vertientes. Hay que tener en consideración las diferencias internas que se dan dentro de este colectivo ya que se engloban las que tienen un carácter formal, como hemos señalado, las cuales son determinantes para el acceso a un certificado de estudios, de acceso a niveles formativos, o de completar unos estudios que mejoren la situación en el mercado laboral, con otras vinculadas a formaciones complementarias. En todo caso, la educación para adultos es un ámbito amplio y complejo, en el que se dan diversidad de situaciones.

También hay que considerar toda la cuestión de la formación permanente, aunque la misma se relaciona más con otros ámbitos, relacionados en no pocas ocasiones con el mercado de trabajo. En todo caso, la educación para adultos es determinante para procesos de equidad e igualdad de oportunidades. No son pocas las situaciones que se dan de personas que no completaron la Secundaria, o dejaron estudios a medias, y que han visto la necesidad de contar con sus credenciales y títulos para acceder al mercado laboral o permanecer en el mismo. Son escenarios que, en no pocos casos, están relacionados con variables socioeconómicas, escenarios de desigualdades sociales y educativas. 

Por otro lado, también es fundamental la educación para adultos en el caso de las personas de origen extranjero que llegan a nuestras sociedades con desconocimiento del idioma, con formaciones no reconocidas, o sin formación. Tanto formalmente como desde otras entidades, se ofrecen estas formaciones que van desde el aprendizaje del español o del resto de las lenguas oficiales, en función de la Comunidad Autónoma, a las TIC. En estos casos, cobra todavía más importancia si cabe esta educación para adultos ya que, obviamente, nos encontramos con personas que se encuentran ante la necesidad de formarse para integrarse en un mercado laboral. Y, como demuestran no pocas estadísticas, a menor formación, más riesgo de caer en situaciones de infraempleo o, directamente, encontrarse en desempleo.

Nos encontramos también con muchas personas que hacen un enorme esfuerzo por formarse, contando con situaciones familiares y laborales que implican dejar de dormir horas o no poder estar con sus hijos e hijas. Formaciones que precisan de esos sacrificios y que se dan, igualmente, para mejorar las posibilidades futuras de sus descendientes. No son pocos los casos en los que se dan situaciones de éxito, como el del artículo de El Paí señalado anteriormente, en el que se presentan casos en escuelas para adultos en barrios con altos índices de exclusión social. Pero, lamentablemente, también se dan los escenarios contrarios. 

Mejorar la educación para adultos es un reto de nuestro sistema educativo, especialmente en los ámbitos vinculados a las desigualdades sociales y educativas. La pérdida de estudiantes puede deberse, en parte, al impacto de la pandemia del Covid-19. Pero no es la única causa. Hay que incidir en este nivel educativo porque es una cuestión de justicia social y equidad.