Sobre la pertinencia de las políticas redistributivas

Por EQUIPO AICTS / 25 de septiembre de 2023

El titular de la noticia de El País, "La desigualdad educativa causa más muertes que el tabaco en España", publicado el pasado 7 de septiembre y firmado por Pablo Linde, es suficientemente llamativo para despertar la curiosidad. La misma recoge los resultados de un estudio de Sergi Trias-Llimós, del Centro de Estudios Demográficos, y Unai Martin, de la Universidad del País Vasco, que a través del análisis de los datos de mortalidad que ofrece el Instituto Nacional de Estadística (INE), de las variables que la condicionan, y para el periodo 2016-2021, han mostrado cómo las condiciones socioeconómicas tienen un mayor impacto en las causas de la mortalidad que las vinculadas a la genética. De esta forma, habría una correlación entre el hecho de que las enfermedades cardiovasculares estuviesen más presentes entre los niveles socioeducativos más bajos, especialmente en el caso de los hombres. Por su parte, en relación a las mujeres se produce una mayor variabilidad en las causas de muerte y la relación con los niveles socioeducativos más bajos, pero también está presente.

Como decíamos, el titular es impactante, pero es relevante para poner de manifiesto el papel y la importancia de las políticas redistributivas y de la justicia social. No son una novedad estas conclusiones, pero sí que proceden de un informe de elevada potencia. A un mayor nivel educativo suele acompañarle un determinado origen, la posibilidad de conseguir un puesto de trabajo, o la posibilidad de vivir en una zona con mejores condiciones de vida. Además, también permite el acceso a una serie de recursos que pueden tener su incidencia en la esperanza de vida. El nivel educativo sigue siendo clave para la calidad de vida, a pesar de las dificultades del mercado de trabajo o de las disonancias que se producen en el mismo entre el nivel formativo alcanzado y el puesto de trabajo conseguido, hecho que está más vinculado a las características de la estructura productiva que a la educación. Pero, no cabe duda de que se da un proceso y una correlación que tiene, además, ejemplos en otras latitudes, como es el caso de Estados Unidos, con los problemas de salubilidad, por ejemplo la obesidad, entre los estratos más bajos de la población de ese país.

Este estudio nos lleva a poner de nuevo el foco en el valor de las políticas públicas redistributivas, vinculadas a la justicia social y al papel del Estado de Bienestar. Nos encontramos antes políticas que, en campos como la Educación, Sanidad o los Servicios Sociales, son no solo de carácter paliativo sino que, y especialmente, tienen un impacto a lo largo de la vida de las personas. La inversión en estos campos es determinante en la calidad de vida que alcanzan las personas en un momento dado, por ejemplo durante la escolarización, pero sus consecuencias y efectos van mucho más allá porque, en definitiva, pueden condicionar su futuro. El caso de la prevención en Salud es otro ejemplo importante ya que, por ejemplo, a través de las acciones que permitan implementar hábitos de vida saludables, o llevar a cabo revisiones, se pueden evitar enfermedades importantes que, además, tendrán un impacto en los sistemas sanitarios. Lo mismo ocurre con el envejecimiento de la población.

Nuestras sociedades han ido entrando en otros modelos, generándose una tensión entre el vinculado al Estado de Bienestar y las políticas públicas con sus Derechos Sociales, y el avance ya desde antes del final del siglo XX de visiones neoliberales que han ido socavando al Estado de Bienestar. Salvo contadas excepciones, además, las crisis económicas y de otros tipos han ido reduciendo el mismo. Pero, el papel del Estado sigue siendo fundamental también en relación a estas políticas redistributivas y a su papel para la cohesión social y la justicia social. Unas sociedades en las que prime el "sálvese quien pueda", en el que casi todo dependa de tu nivel socioeconómico o de tus orígenes, están lejísimos de esos ideales a los que se aspiraba y que no deben perderse.