Perdiendo capital humano
Por EQUIPO AICTS / 26 de diciembre de 2023
No cabe duda de que, en el contexto actual, las migraciones están marcadas por la división internacional del trabajo institucionalizada con la Globalización. De esta forma, las tres últimas décadas han dado lugar a unos escenarios claramente delimitados por este proceso y su aceleración neoliberal con la crisis de 2008 y su respuesta a la misma. Así, los países y sus economías se han especializado en determinadas funciones, aunque se están dando cambios en el contexto de la desglobalización y de un mundo más multipolar. La pandemia del Covid-19 y la invasión de Ucrania por parte de Rusia contribuyeron a esta evolución que, debido a estos acontecimientos, se aceleró. El papel de China, la guerra comercial entre este país y Estados Unido, la pérdida de relevancia de Occidente, la situación de la Unión Europea, etc., son algunos indicadores de la situación en la que nos desenvolvemos.
Antes, el mapa ya había quedado claramente dibujado, fundamentalmente en el ámbito de la Unión Europea, pero también en el interior de sus países, así como en otros del ámbito occidental. De esta forma, el sur de Europa fue perdiendo su músculo industrial a través de las políticas de desindustrialización y deslocalizaciones. Una situación que antes se había dado en otros países, y de los que en parte los del sur de Europa fueron beneficiarios. Pero, en este nuevo contexto, el proceso se hacía más dramático. Además, desde el sur de Europa se compró esta receta, en general de forma acrítica. A fin de cuentas, el ser moderno era dejar de lado el mundo del pasado, identificado con la industria. Se encajaba con un nuevo modelo que se centraba en el Sector Servicios, en unas socieadades más cualificadas, en la tecnología e Internet, en el I+D+i. Por el camino, también se dejaba de lado el sector primario. Y, en todos los casos, se aludía a la falta de competitividad. En el otro lado de la balanza, no había problema porque el neoliberalismo había convertido al libre comercio en la base de sus actuaciones. No pasaba nada, podríamos tener todo, y a bajos precios, ya que se fabricaba en otros sitios. Mirábamos para otro lado ante los destrozos en las condiciones laborales o en el medioambiente de estos países, no pasaba nada.
Mientras tanto, la terciarización no era la que nos habían contado. No, para nada. Era otra cosa. Una terciarización basada en un sector Servicios no cualificado, con una fuerte presencia del Turismo. Nada en contra de este sector, al contrario, pero sí que el modo en que lo hemos construido ha dado lugar a un escenario muy diferente. La pandemia del Covid-19 nos pareció poner ante el espejo del modelo productivo que habíamos ido generando, pero, una vez superada esta, los breves aprendizajes de este periodo se convirtieron en efímeros. Aceleramos más si cabe e impulsamos un sector Servicios no cualificado. Las voces que claman por un nuevo modelo productivo, no pocas, siguen haciéndolo en el vacío, mientras los discursos institucionales se llenan de banalidad y de promesas que, en no pocas ocasiones, no se pueden cumplir.
Los párrafos anteriores vienen por una noticia de El País publicada el pasado 22 de diciembre, que pasó un tanto desapercibida, y con un titular muy contundente: "España perdió 154.800 millones de euros en 2022 por la salida de capital humano", firmada por Luis Enrique Velasco. Tuvimos que leer el titular en dos o tres ocasiones porque, la cantidad, señalada, es estratosférica, y se basa en un estudio de la Fundación BBVA, reforzando el artículo otras fuentes como el INE y Cepyme. Resumiento la noticia, en 2022 salieron de España más de medio millón de personas. De ellas, el 90% eran personas en edad de trabajar y prácticamente un 50% contaban con estudios superiores. También destacaba la edad joven de las personas que se iban de España, ya que solo uno de cada cuatro era mayor de 55 años. Por lo tanto, jóvenes y cualificados vendrían a ser las personas que se están yendo de España. El cálculo del impacto económico se basa en "En el cómputo del valor del capital humano se incluye la contribución de las personas a la producción presente y futura, es decir, el valor de las rentas brutas esperadas de la población en edad de trabajar a lo largo del resto de su vida. Por lo mismo, depende de las tasas de actividad, las cuotas de paro, la productividad en el trabajo y la esperanza de vida de los individuos, así como los niveles de formación o experiencia laboral", como se recoge en el artículo señalado.
¿Les suena?, seguro que sí, a lo ocurrido en la crisis de 2008. En aquel periodo, se incidió muchísimo en la pérdida de dicho capital humano. En el hecho de que en España no había oportunidades para muchas personas con cualificación. En que nuestro país había realizado una fuerte inversión en formación y cualificación y que no iba a tener su correspondencia en nuestra sociedad. Eran personas que, mayoritariamente, no querían irse. De estas cuestiones, no se volvió a hablar con la recuperación de dicha crisis, pero seguía ahí. Y es que este proceso está relacionado con esa estructura productiva que tenemos. No, no es que formemos a mucha gente, o que haya una elevada sobrecualificación, no, el problema es que nuestro sistema económico y productivo no es capaz de aprovechar esa formación. Y así nos va, y seguiremos así.