Brechas digitales estructurales

Por EQUIPO AICTS / 6 de septiembre de 2021

Una de la cuestiones que hemos comentado en el último año y medio es la relacionada con las brechas digitales y las desigualdades que se generan, que se interrelacionan con el resto. Recordemos, en marzo de 2020, cuando se cerraron los centros educativos, se señalaba la situación como una oportunidad para que el sistema educativo mostrase su capacidad en relación a las TIC e Internet. Y el sistema educativo mostró su capacidad pero lo tuvo que hacer en otra dirección, en el esfuerzo que se llevó a cabo y en el esfuerzo de toda la comunidad educativa para sacar adelante unos meses complicadísimos. Por el camino, además, una brecha digital que afectaba especialmente a los colectivos más vulnerables pero que iba más allá. No solamente en el hecho de no contar con dispositivos sino también en qué se sabía hacer con las TIC. Y, de la misma forma, fueron meses en los que no pocos estudiantes precisaban de un apoyo de sus familias para acceder a las clases virtuales y a las plataformas. No es el único ámbito en el que estas brechas se dan, al contrario, están presentes en todos los lugares y pueden ser determinantes para el acceso a determinados recursos, servicios e incluso al mercado de trabajo.

Como decíamos, es una advertencia que venía de antes de la pandemia, un mundo cada vez más digitalizado, con sus pros y con sus contras. Un mundo en el que se construyen determinadas dicotomías, por ejemplo con la consideración de los "nativos digitales" a las generaciones que ya han nacido con las TIC, y el señalamiento de la falta de adaptación de otros colectivos. Es un hecho que esas tecnologías cada vez son más omnipresentes en nuestro mundo, y tienen aspectos muy positivos, pero pensemos también en otras aristas que son claves. Por ejemplo, la transformación de la banca que ha dado lugar a la desaparición de entidades bancarias y a que no pocos servicios se hagan a través del cajero automático, o de la banca digital, fundamentalmente. Claro que para muchas personas utilizar la banca digital es coser y cantar pero para todas no. No son pocas las noticias que surgen de personas mayores que hacen colas en oficinas bancarias que atienden a sus clientes en unas horas muy determinadas y concretas. O el acceso a determinados servicios públicos que ya se realizan de forma telemática, con las mismas consecuencias para no pocas personas. En definitiva, un escenario de brechas digitales que se agranda.

El sistema educativo es uno de los lugares más importantes para observar estas brechas. Se viene incidiendo en ello desde marzo de 2020 por la situación ya señalada de la pandemia de la covid-19. Recientemente se ha publicado el estudio Mapeo de centros de difícil desempeño y análisis de competencias digitales de las familias en situación de vulnerabilidad, a cargo de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD) y la Fundación BBVA muestra una serie de indicadores y datos que inciden en esa desigualdad en el acceso a las TIC en el caso de las familias, lo cual tiene su impacto en el rendimiento escolar de los estudiantes. Centrándose en los denominados "centros gueto" y a través de entrevistas con docentes, se constantaron las dificultades de buena parte de las familias y su desconocimiento en competencias digitales. De esta forma, se amplían las desigualdades existentes con base en otras variables socioeconómicas. Además, estamos en un mundo educativo en el que no poca información circula a través de plataformas, incluida parte de la comunicación entre docentes y familias, seguimiento de las tareas escolares, etc. Estos procesos los hemos podido observar en determinados estudios e investigaciones que han llevado a cabo parte de los integrantes de AICTS en proyectos nacionales sobre la participación de la familia en la escuela. En definitiva, unas brechas digitales que se dan en no pocos ámbitos y escenarios, siendo el educativo uno de los más relevantes por las consecuencias presentes y futuras que tiene para las personas y familias que las sufren.